Poesía erigida

[Ricardo López Castro]

Despójame de lágrimas, te pido, y de apariencias
que surcan las miradas,
con el tiempo se vuelven ilusiones.

Desoye mis poemas, concédeme ese margen
para que no se paren los silencios
que estampan el otoño.

Deshazme de recuerdos y de traumas,
y nunca me abandones,
no, porque me ahogaría en mi tinta,
en un lugar lejano de la noche,
cuando mis trazos negros sean transparencias.

Espero tu señal a mi señal,
cuánto de cadencioso soy,
de impaciente,
preparo los oídos, abrazo el sol poniente,
esta pluma no tiene retroceso,
ni aves en libertad.

Fuera de tu calor, amén.
Y contigo tengo presente,
fuera de tus espacios, huyo,
a otra parte del bucle.

No me pidas, tú, inmóvil, que levante mi ánimo,
pues creo que me explico.
Has cambiado, te noto diferente:
¿Qué estaciones te vuelven invisible?

He reservado todas
y siento...
Que no conseguiré manejar lo que tú...
Me apoyo en el papel, y amanezco debajo.

[F. Enrique]

Me ha gustado tu poema, Ricardo.

Un abrazo.

[Ricardo López Castro]

Me ha gustado tu poema, Ricardo.

Un abrazo.

Muchísimas gracias por tu paso y palabras.
Abrazo, F. Enrique.

[E. R. Aristy]

Despójame de lágrimas, te pido, y de apariencias
que surcan las miradas,
con el tiempo se vuelven ilusiones.

Desoye mis poemas, concédeme ese margen
para que no se paren los silencios
que estampan el otoño.

Deshazme de recuerdos y de traumas,
y nunca me abandones,
no, porque me ahogaría en mi tinta,
en un lugar lejano de la noche,
cuando mis trazos negros sean transparencias.

Espero tu señal a mi señal,
cuánto de cadencioso soy,
de impaciente,
preparo los oídos, abrazo el sol poniente,
esta pluma no tiene retroceso,
ni aves en libertad.

Fuera de tu calor, amén.
Y contigo tengo presente,
fuera de tus espacios, huyo,
a otra parte del bucle.

No me pidas, tú, inmóvil, que levante mi ánimo,
pues creo que me explico.
Has cambiado, te noto diferente:
¿Qué estaciones te vuelven invisible?

He reservado todas
y siento...
Que no conseguiré manejar lo que tú...
Me apoyo en el papel, y amanezco debajo.

Una poesía que se levanta y puede ver la invisibilidad que es palpable y a la vez percetible de otras presencias. En movimiento o inmovilizado, el transcurso o la intransigencia del tiempo y el no lugar. Me ha parecido una oración a algo superior. También he sentido su música y en estas frecuencias escucho la voz humana eleva su plegaria. Abrazos, querido Ricardo.

[Ricardo López Castro]

Despójame de lágrimas, te pido, y de apariencias
que surcan las miradas,
con el tiempo se vuelven ilusiones.

Desoye mis poemas, concédeme ese margen
para que no se paren los silencios
que estampan el otoño.

Deshazme de recuerdos y de traumas,
y nunca me abandones,
no, porque me ahogaría en mi tinta,
en un lugar lejano de la noche,
cuando mis trazos negros sean transparencias.

Espero tu señal a mi señal,
cuánto de cadencioso soy,
de impaciente,
preparo los oídos, abrazo el sol poniente,
esta pluma no tiene retroceso,
ni aves en libertad.

Fuera de tu calor, amén.
Y contigo tengo presente,
fuera de tus espacios, huyo,
a otra parte del bucle.

No me pidas, tú, inmóvil, que levante mi ánimo,
pues creo que me explico.
Has cambiado, te noto diferente:
¿Qué estaciones te vuelven invisible?

He reservado todas
y siento...
Que no conseguiré manejar lo que tú...
Me apoyo en el papel, y amanezco debajo.

Una poesía que se levanta y puede ver la invisibilidad que es palpable y a la vez percetible de otras presencias. En movimiento o inmovilizado, el transcurso o la intransigencia del tiempo y el no lugar. Me ha parecido una oración a algo superior. También he sentido su música y en estas frecuencias escucho la voz humana eleva su plegaria. Abrazos, querido Ricardo.

Gracias por tu paso y excelente puesta en situación, ERA.
Abrazos y felicidad!

[Alejandro Costa]

Buen escrito, Ricardo.

Nota una diferencia con los últimos que te he leído y sinceramente, me ha gustado.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Ricardo López Castro]

Gracias Alejandro.
Que tengas un buen día