Libro de la de(s)velación. Fragmento

[Julio Bonal]

Se han corrido las cortinas, todas;
no, el sol no es hoy ningún reverbero
de acometida brutal, no duele
ni siquiera mirarlo, tampoco derramó
el Señor sus aguas ni se descontrolaron
en este preciso lugar, nada hay en él,
ni siquiera en exceso sodomías, para anegarlo
a golpes de oleada;
es que llegó el caballo,
una larga hilera, blancos, oscuros, azotados
a manchas, exhibiendo sin reparo su condición
de bestia, dejando al descubierto y a la vista
de todos en su lengua, su modo,
que no hay más inocencia que la que no se pierde:
plenos racimos de nacer, los bípedos,
contemplativos, por no saberlo
ni arder los ojos ni verternos plomo en los oídos,
optamos por el más civilizado de los gestos:
amurallarnos con lo nuestro, dentro.

[F. Enrique]

Se han corrido las cortinas, todas;
no, el sol no es hoy ningún reverbero
de acometida brutal, no duele
ni siquiera mirarlo, tampoco derramó
el Señor sus aguas ni se descontrolaron
en este preciso lugar, nada hay en él,
ni siquiera en exceso sodomías, para anegarlo
a golpes de oleada;
es que llegó el caballo,
una larga hilera, blancos, oscuros, azotados
a manchas, exhibiendo sin reparo su condición
de bestia, dejando al descubierto y a la vista
de todos en su lengua, su modo,
que no hay más inocencia que la que no se pierde:
plenos racimos de nacer, los bípedos,
contemplativos, por no saberlo
ni arder los ojos ni verternos plomo en los oídos,
optamos por el más civilizado de los gestos:
amurallarnos con lo nuestro, dentro.

Me ha gustado tu poema, Julio.

Un abrazo.

[José Manuel F. Febles]

Se han corrido las cortinas, todas;
no, el sol no es hoy ningún reverbero
de acometida brutal, no duele
ni siquiera mirarlo, tampoco derramó
el Señor sus aguas ni se descontrolaron
en este preciso lugar, nada hay en él,
ni siquiera en exceso sodomías, para anegarlo
a golpes de oleada;
es que llegó el caballo,
una larga hilera, blancos, oscuros, azotados
a manchas, exhibiendo sin reparo su condición
de bestia, dejando al descubierto y a la vista
de todos en su lengua, su modo,
que no hay más inocencia que la que no se pierde:
plenos racimos de nacer, los bípedos,
contemplativos, por no saberlo
ni arder los ojos ni verternos plomo en los oídos,
optamos por el más civilizado de los gestos:
amurallarnos con lo nuestro, dentro.


Compañero, he leído tú poema, donde he disfrutado de la sencilla fluidez y elegancia de la palabra que lo expone. Vaya, pues, mi sincera felicitación, desde la soledad de mi isla..
Un cordial abrazo.

José Manuel F. Febles. SALUD.

[Rafael Valdemar]

Buen poema Julio nos dejas...me gustó y disfruté leyendo

saludos

rafael

[Alejandro Costa]

Muy bueno, Julio.

Está muy logrado, se lee con fluidez y es de agradable lectura.

Me ha gustado.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[E. R. Aristy]

Se han corrido las cortinas, todas;
no, el sol no es hoy ningún reverbero
de acometida brutal, no duele
ni siquiera mirarlo, tampoco derramó
el Señor sus aguas ni se descontrolaron
en este preciso lugar, nada hay en él,
ni siquiera en exceso sodomías, para anegarlo
a golpes de oleada;
es que llegó el caballo,
una larga hilera, blancos, oscuros, azotados
a manchas, exhibiendo sin reparo su condición
de bestia, dejando al descubierto y a la vista
de todos en su lengua, su modo,
que no hay más inocencia que la que no se pierde:
plenos racimos de nacer, los bípedos,
contemplativos, por no saberlo
ni arder los ojos ni verternos plomo en los oídos,
optamos por el más civilizado de los gestos:
amurallarnos con lo nuestro, dentro.

Me parece un poema de sugerencias subliminales, y como tal, es para una reflexión intuitiva desde un mar que también aporta referencia intelectual.

Apocalíptico? Por revelar, levantar el velo y ver que no hay grandes portentos de destrucción. Es el mismo sol inmutable que ilumina la bestialidad del hombre.

Excesos de violaciones que normalizan su condición animal. Qué sodomías, qué pecados? Qué inocencia se pierde y qué es realmente translimitarse?

Qué haría arder nuestros ojos? Vemos y escuchamos todo. Son cosas que nos desvelan a veces, inquietud, ansiedad que cabalga hacia nosotros, imparable futuro?

La palabra que me parece la llave hacia cualquier cosa de esta envergadura es : dentro. Otra palabra clave es "civilizado".

Pero la más sugerente es "amurallarnos " porque hay bestias dentro y fuera.

" EL Señor " es el enigma de la visión quien permanece aparte y sin interferir. Qué tiempos son estos!

Claro, es una interpretación. Me gusta como desarrollas este extraordinario poema, Julio Bonal. Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Se han corrido las cortinas, todas;
no, el sol no es hoy ningún reverbero
de acometida brutal, no duele
ni siquiera mirarlo, tampoco derramó
el Señor sus aguas ni se descontrolaron
en este preciso lugar, nada hay en él,
ni siquiera en exceso sodomías, para anegarlo
a golpes de oleada;
es que llegó el caballo,
una larga hilera, blancos, oscuros, azotados
a manchas, exhibiendo sin reparo su condición
de bestia, dejando al descubierto y a la vista
de todos en su lengua, su modo,
que no hay más inocencia que la que no se pierde:
plenos racimos de nacer, los bípedos,
contemplativos, por no saberlo
ni arder los ojos ni verternos plomo en los oídos,
optamos por el más civilizado de los gestos:
amurallarnos con lo nuestro, dentro.

No es un día de creación al uso, no. Quizá sea un ángel equino que (a borbotones) hace de nuestros pasos, la única quimera...
El verso final toca fibra profunda, nos incluye en su encierro voluminoso. Ocurre, sí, ocurre que nos hemos separado de la carrera agobiante, del tiempo confinado en un beso y, sabemos que bajo llave levitan nuestras fuerzas.
Hay algo inmenso en este proceder poético, hay algo que me lleva en volandas, que no cede ni un gramo de su belleza para Ser, para Estar. Me reconforta la compañía lúcida del fragmento, del hito, de la casa interior.

Gràcies, gràcies, per recordar-me aquest imaginari que també em pertany, que visiono amb tanta claredat.
Una abraçada molt llarga.

[Rafel Calle]

Tan bello como interesante trabajo, que, a mi juicio, tiene todos los aditamentos de tu mejor poesía, amigo Julio. Y qué decir de ese inconfundible estilo tuyo, sino que es un plus muy reseñable.
Un fuerte abrazo, compañero.

[Antonia Mauro]

Buenos días.

La inocencia. Deberíamos de nacer sin ella. No es un calor sino un peligro en esta sociedad.

Esas cortinas... Me asustan cuando se cierran y deja de entrar la luz.

Un saludo.

[Marisa Peral]

Hay que leer varias veces y en distintos momentos este Fragmento del Libro de la de(s)velación ¡Qué buen título!
Son claves diferentes de un Éxodo interminable y hablando de "llaves" para mi son los caballos, esos caballos de la guerra, de todas las guerras.
Siempre es un aprendizaje leerte, amigo Julio.
Gracias y un abrazo.

[Julio Bonal]

F. Enrique, te agradezco en lo que vale, que es mucho, la huella. Una abraçada.

José Manuel, hasta tu isla (y quién no está en alguna?) mi agradecimiento. Una abraçada.

R. Valdemar, gracias por la huella. Una abraçada.

Alejandro Costa, generosos tus ojos lo ven. Gracias. Una abraçada.

E.R.A, tus comentarios siempre son escaleras desde las que leerse mejor uno mismo. Qué nos desvela, preguntas?, o, qué debería desvelarnos? Guerra, explotación, miseria y más y más han estado siempre ahí, están. Ah, pero nosotros somos, al parecer, del "primer mundo", algo así como: nos atacan, luego nos defendemos, o, más comunmente, esto no va conmigo, o, bastante tengo ya con lo mío, o, distráigome y además nunca voy a morir. Es como esos monos de decoración antiguos uno con las manos en los ojos, otro en los oídos. Encerrémonos dentro, ya nada perturba la paz inconquistada de cada yo. La bestia, en su bestialidad, tiene toda la inocencia que no tenemos nosotros: frente al otro, desviamos la mirada o huímos. En fin es una posible lectura. Tu presencia me alegra, honra y acicata (y no me tengas en cuenta el palabro). i
Una abraçada llarga.

Hallie, hay comentador@s inmerecidos que sin saber por qué están, llevan a quien con sus textos testimonia no sé bien qué en volandas, cuando las palabras son ellas las que se van depositando como por invisible mano en los lóbulos o en el papel (va, dejémoslo como nostalgia metaforizada). El otro está, pero no lo vemos o no lo queremos ver. Lo de menos en el amor es el joder (uy, digo herejía?); lo decisivo es que ese otro nos saca de nosotros mismos, que dejamos de ser aislados yos aferrándose a la continuidad de una supuesta identidad propia. El amor rompe la mismidad y nos abre al infinito. En fin, ahora ando más o menos por estas lares. El camino sigue, y quizá es lo mejor del asunto.
T'envio una abraçada llarga i estreta en sobre de cremallera oberta.

Rafel, no hay mayor refuerzo estético o ético que el darte cuenta que el comentario que te dejan es de sinceridad primigenia. Todos los tuyos lo son. Y si cuantos estamos aquí perpetrando cosas en alguna ocasión nos asomamos a algo, gran parte de ello es de tu responsabilidad, tú lo sabes, y espero que todos nos demos la debida cuenta.
Una abraçada.

Antonia, la inocencia es por cierto un peligro y diría que es motivo de amurallamiento, por desgracia (o no?!), entre indivíduos i colectivos de las llamados humanos. Te agradezco la huella que dejas. Una abraçada.

Marisa, Tienes, creo, razón, hay velos que se ponen, consciente o inconsciente, para no ser desvelados en todos los sentidos. Los caballos, más allá que es una de las formas visibles que más bellas me parecen, me los he encontrado con frecuencia en mis caminatas por montaña y siempre se me han acercado o me han dejado acercar con la mayor de las naturalidades y las inocencias. Yo, por supuesto, prosigo con mi éxodo y dejando piedrecitas de testimonio. Gracias por todo. Una abraçada.

Vuestros comentarios me han incitado sí y más y se me han desplomado encima estos versos que escribo sobre la marcha y dejo por si acaso y por lo que sea:


Un río de susurros
recorre el mundo sin que sean,
sus espacios, habitados de voz, la
desheredaron. Nada es el río,
o quizá, digamos, amor,
en el desorden no indexado ni finito
de su serse siendo
― por doquier hay cuerpos desencalmados
borboteando ausencia.

[Antonio Justel]

... intenso con las palabras justas, apretadas, ahormándose unas con otras, construyendo una poética rica y seria...; saludos cordiales. a. justel/Orión