Efecto dominó
Publicado: Lun, 23 Sep 2024 10:53
I
Nunca he podido leer la letra pequeña
en un jardín devastado por ineluctables signos de interrogación
donde el alfa y la omega han sido devoradas por ansiedades carnívoras
originándose un caótico universo en línea recta
habitado por errores monstruosos disfrazados de verdades absolutas.
Porque no nos engañemos: nada es lo que parece
y la mente puede que sea un yogur con artificiales frutas del bosque
que deja la camisa blanca
aunque comenzó siendo verde
pero ya no recuerda si se puso a doscientos kilómetros por hora
en cinco segundos antes de matarse
porque nadie avisó -maldita letra pequeña-
qué podía pasar con un apartamento de quince metros cuadrados
a seis mil metros de la playa.
II
Una mirada desorbitada ocupando casi todo el rostro
busca desconsoladamente su sombra
que ha huido de su vera aprovechando un descuido
mientras su dueño cazaba escarabajos peloteros en el jardín
situado en el tejado a dos aguas de una pagoda
surgida de improviso en el monte Fujiyama.
Porque todo es posible y nada es cierto
si lo comparamos con una realidad tan palpable como un cuento chino
cuando una sombra
para más señas coleccionista de recuerdos ciclópeos
arranca un bloque de la gran muralla de Qin Shi Huangdi
-cuyo ejército de terracota aterroriza eternamente a los súbditos díscolos-
derrumbándose al instante como un dominó
y provocando un efecto mariposa más allá del limes
bajo la forma de un baby boom irracional
que en nueve meses ve aumentar su población
un novecientos por cien
iniciándose así nuevas invasiones bárbaras que arrasan Europa
mientras se dirigen hacia la santa católica apostólica y romana Roma.
Lo reitero: nada es lo que parece
pero todo cobra sentido
porque el tercer ojo no es el orto
sino Pepito Grillo
que sabe lo inmensamente necios que somos
que hasta mi perra se ha enterado antes que yo
de la diarrea que configura lo que llamamos cerebro
por el que circulan dos corrientes
que sufren cortocircuitos día sí y día también
haciendo de nuestra existencia bipolar
una especie de discoteca con colores fríos y cálidos
-odiamos/amamos/odiamos/amamos-
y al final todo termina en un fiasco
de enormes proporciones como el Titánic
sin melodía de película pero sí con niña rica y pija a salvo
en su mansión de millones de dólares
mientras el proletario hipotérmico
enamorado hasta las trancas de un espejismo
se convierte en nutritivo menú de tiburones:
que se pare el mundo que yo me bajo
porque voy a vomitar hasta el calostro materno.
III
Como jamás han existido el tesoro escondido de los Mayas
la piedra filosofal de los alquimistas
dios uno y trino entre sotanas
el amor dentro de unos ojos de hielo
ni mi sombra en el reflejo de un fondo negro
me hubiera gustado ser la flecha
que al no encontrar su diana
se perdiera en el infinito alegremente absurdo de la búsqueda.
Cuando me contraté para poner en marcha
los relojes de arena parados
vaciándoles
cómo no
su contenido
fue porque me aburría de tanta exactitud
anglosajona y de la medida de todas las cosas.
Y debido a que poseo diversos rostros
sin pudor alguno me permito eructarle al viento huracanado
blasfemar cuando piso una mantis religiosa
y lanzarle versos espinosos al pasado
mientras hago trampas jugando al ajedrez con el futuro.
IV
Con la sana intención de describir un mundo sin trampantojos
he dilatado un segundo pensando estos versos
pero los objetos de mi entorno comenzaron a alargarse
a su albur y decidí entonces envolver una parte de la mirada
en papel celofán para regalársela a un indigente con traje y corbata
dejándole muy claro que no era plato de buen gusto
ahora me alimento de silencios en los ruidos
y de llantos entre risas y de sombras huérfanas que son mi plato predilecto.
Sumando granos de arena
me encontré en un rincón de la casa una rosa del desierto
que me enseñó a mezclar fuego con agua
desde entonces no siento una parte de mis dedos
y soy feliz pues ya puedo batirme en duelo con las montañas
eliminar fronteras
hacer punto de cruz y aplastar escorpiones.
También me divierto sonriéndole a un espejo que no existe
porque yo soy el espejo
y la sonrisa un microbio narcisista
y cuando me río lo hago como un torrente desbocado
lanzando al vacío mi dentadura para morderle el culo a dios.
Nunca he podido leer la letra pequeña
en un jardín devastado por ineluctables signos de interrogación
donde el alfa y la omega han sido devoradas por ansiedades carnívoras
originándose un caótico universo en línea recta
habitado por errores monstruosos disfrazados de verdades absolutas.
Porque no nos engañemos: nada es lo que parece
y la mente puede que sea un yogur con artificiales frutas del bosque
que deja la camisa blanca
aunque comenzó siendo verde
pero ya no recuerda si se puso a doscientos kilómetros por hora
en cinco segundos antes de matarse
porque nadie avisó -maldita letra pequeña-
qué podía pasar con un apartamento de quince metros cuadrados
a seis mil metros de la playa.
II
Una mirada desorbitada ocupando casi todo el rostro
busca desconsoladamente su sombra
que ha huido de su vera aprovechando un descuido
mientras su dueño cazaba escarabajos peloteros en el jardín
situado en el tejado a dos aguas de una pagoda
surgida de improviso en el monte Fujiyama.
Porque todo es posible y nada es cierto
si lo comparamos con una realidad tan palpable como un cuento chino
cuando una sombra
para más señas coleccionista de recuerdos ciclópeos
arranca un bloque de la gran muralla de Qin Shi Huangdi
-cuyo ejército de terracota aterroriza eternamente a los súbditos díscolos-
derrumbándose al instante como un dominó
y provocando un efecto mariposa más allá del limes
bajo la forma de un baby boom irracional
que en nueve meses ve aumentar su población
un novecientos por cien
iniciándose así nuevas invasiones bárbaras que arrasan Europa
mientras se dirigen hacia la santa católica apostólica y romana Roma.
Lo reitero: nada es lo que parece
pero todo cobra sentido
porque el tercer ojo no es el orto
sino Pepito Grillo
que sabe lo inmensamente necios que somos
que hasta mi perra se ha enterado antes que yo
de la diarrea que configura lo que llamamos cerebro
por el que circulan dos corrientes
que sufren cortocircuitos día sí y día también
haciendo de nuestra existencia bipolar
una especie de discoteca con colores fríos y cálidos
-odiamos/amamos/odiamos/amamos-
y al final todo termina en un fiasco
de enormes proporciones como el Titánic
sin melodía de película pero sí con niña rica y pija a salvo
en su mansión de millones de dólares
mientras el proletario hipotérmico
enamorado hasta las trancas de un espejismo
se convierte en nutritivo menú de tiburones:
que se pare el mundo que yo me bajo
porque voy a vomitar hasta el calostro materno.
III
Como jamás han existido el tesoro escondido de los Mayas
la piedra filosofal de los alquimistas
dios uno y trino entre sotanas
el amor dentro de unos ojos de hielo
ni mi sombra en el reflejo de un fondo negro
me hubiera gustado ser la flecha
que al no encontrar su diana
se perdiera en el infinito alegremente absurdo de la búsqueda.
Cuando me contraté para poner en marcha
los relojes de arena parados
vaciándoles
cómo no
su contenido
fue porque me aburría de tanta exactitud
anglosajona y de la medida de todas las cosas.
Y debido a que poseo diversos rostros
sin pudor alguno me permito eructarle al viento huracanado
blasfemar cuando piso una mantis religiosa
y lanzarle versos espinosos al pasado
mientras hago trampas jugando al ajedrez con el futuro.
IV
Con la sana intención de describir un mundo sin trampantojos
he dilatado un segundo pensando estos versos
pero los objetos de mi entorno comenzaron a alargarse
a su albur y decidí entonces envolver una parte de la mirada
en papel celofán para regalársela a un indigente con traje y corbata
dejándole muy claro que no era plato de buen gusto
ahora me alimento de silencios en los ruidos
y de llantos entre risas y de sombras huérfanas que son mi plato predilecto.
Sumando granos de arena
me encontré en un rincón de la casa una rosa del desierto
que me enseñó a mezclar fuego con agua
desde entonces no siento una parte de mis dedos
y soy feliz pues ya puedo batirme en duelo con las montañas
eliminar fronteras
hacer punto de cruz y aplastar escorpiones.
También me divierto sonriéndole a un espejo que no existe
porque yo soy el espejo
y la sonrisa un microbio narcisista
y cuando me río lo hago como un torrente desbocado
lanzando al vacío mi dentadura para morderle el culo a dios.