
es el que grita,
ya que rompe la calma,
se toma la justicia por su mano,
hasta arrancarme el cuerpo.
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En el desierto todo son espejos,
es la uniformidad de mi semblante
la que ama sin ver.
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En este recorrido no hay aire ni siquiera
para deshidratar el sentimiento.
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Los dos tiempos de un intervalo,
son silencios que claman por simple aburrimiento.
En la vida hay personas que es mejor no explicarse,
Cerrar el pensamiento es prioritario,
en momentos de crisis es mejor no buscar,
ningún hallazgo puede cerrar este ciclo de escasa humanidad.
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Amarillo sendero,
luz que todo lo engendras,
hazme cómplice sombra.
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Volver a mis orígenes
es el único retroceso que está justificado
por haber pretendido cambiar cualquier conciencia.
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Qué es la poesía
sino un cúmulo de ganas
de sentir otra vez la belleza,
desde otro prisma,
escribir convenciéndome de que hay que cambiar bastante más que ella.
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Traigo manos vacías,
viajo con invisibles formas de conocerme.
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He caído en abismos sin culpables,
sigo siendo devuelto del fondo de su forma.
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El paisaje se ve de dos maneras:
Como una simple situación,
como la ineludible base de mi poesía.
El arte nunca tiene pesimismo,
porque sale de dentro,
y la mente se acerca a lo superficial.
La realidad no me hace sufrir.
Mi locura no es aclaratoria.
Venga de donde venga, mi sueño solamente se escapa de mi cuerpo.
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Guardo mil sentimientos,
hasta a mis enemigos.
Y por si cambian,
ellos me ayudarán a recordar
que la maldad no cabe entera en este mundo.
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Prefiero mi cultura, aunque me sobrepase.
Sé que algún día haré lo que nadie jamás ha conseguido:
Ser fácil de entender.
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Mi memoria jamás me ha ocultado nada.
Cuando empecé a escribir por desamor,
no creí que pudiera superarlo.
El desamor fue fácil de abordar,
pero lo que aprendí de mis poemas me hizo capaz de ver las cosas claras,
desde entonces tan solo me obedezco si mis letras lo dicen.