Agárrenme ese blues

[Ramón Castro Méndez]

Para el hermano Renato Vega, apoyándole en su cambio de sexo a dicotiledóneo permafrodita.

Supongo que tratando de hostigar nuestra mudez casi trapense, me dedicaste un pensamiento en voz alta: La noche es de los borrachos, de las putas y de algún fantasma. ¡Por San Cristóforo de la Chiruca, hermano! -exclamé, perplejo y pluscuamperfecto, siendo despertado casi abruptamente de ese sopor tan agradable tras una copiosa comida, revolviéndoseme mi ser y hábitos al unísono. ¿A qué viene eso ahora? No pude disimular mi malhumor y estupefacción, y con mi almíbar más agridulce le espeté "si la sombra de Greenwich está a la altura de las laderas del monte de Venus en Lesbos, empieza atardecer. Me arrepentí de inmediato de mi comportamiento cainita y añadí " y de los amantes". Empezaba la digestión de dos botellas de sake, un kubak de pato y un Familia Feliz compartida. Mis tripas sonaban como la sirena de un astillero, pero el estruendo no me impidió oír golpeando en mis nubladas y provectas sienes, como un zumbido de zánganos, "because the night belongs to lovers". El boss le hacía coros a Patti Smith, con el inseparable Steve "Miami" van Zandt, con su atavío entre pirata y romaní, en segunda fila y con cara de haber sido expulsado de Disneylandia. Desde la terraza en la que habíamos hecho lujuria gastronómica, olvidando cualquier templanza, en un ejercicio de gula con el que dábamos fin a un ayuno pro pecatoris, pude observar como un haiga (1) entraba en la calle a todo trapo escupiendo fuego por su tubo de escape en consonancia con el calor que parecía reinar en el interior del vehículo. Sus faros encendidos eran los ojos de Bette Davis en "Jezabel". Estaban extrañamente vivos. Sus llantas despedían aterciopelados reflejos metálicos que lo inundaban todo. Como nuestra terraza se elevaba sobre el nivel de la calle pudimos observar que en el interior iba una conocida feligresa, Celina, a la que llamábamos entre nosotros mar y montaña, pues tocaba todos los palos en cuestión de amoríos y asuntos carnales. recostada la cabeza en el hombro del jinete motorizado, un negro tipo NBA, que era objeto del buen hacer manual, de esta orfebre del sexo. No nos sorprendió en absoluto su desempeño, lo que nos sorprendería sería lo contrario. Al poco tiempo sabíamos que vendría a confesarse con el hermano Erundino, y este, presa de gran excitación nos pondría al corriente, con pelos y señales, de sus andanzas. No había secretos en la comunidad. Nos contaría la penitencia que la había impuesto y el óbolo que había dejado en el cepillo. Nunca menos de 50 euros. Gracias a ella en un año arreglamos la bodega y la biblioteca. Si tuviéramos más pecadoras como ella, tan generosa con su arrepentimiento, podríamos poner, en dos años, calefacción a todas las celdas.

He de confesar que conocía a Celina de nuestra adolescencia, yo era dos años menor. Me enamoridisque de ella viendo "Heavy Metal", una película basada en el comic del mismo nombre, en el cine de una villa costera. En la oscuridad de la sala y a media película la cogí de la mano, se la apreté ligeramente y sentí que me devolvía el apretón, entonces hubo un estallido de rosas, y septiembre llegó a ser invisible, hasta me vi en Cuzco escribiendo en proto sumerio sobre una tablilla de arcilla. Así era yo de soñador y estúpido. La efervescencia del amor, efímera, pero efervescencia al fin y al cabo. Éramos espinillas, con ganas de explorar cuerpos ajenos. Pero el amor empezó a desgastarse cuando una noche nos sentamos en el espigón del muelle de esa villa costera donde coincidíamos los veranos. Ella vivía allí todo el año, y yo iba en Navidades, Semana Santa y los veranos. Como decía, estábamos sentados en el espigón más separados que de costumbre, la noche era un poco fría, la humedad de los últimos días de agosto había llegado, había marea baja y un olor a algas podridas y fango recién nacido. El escenario era de todo menos romántico. De repente la miré, y toda la belleza que nunca había tenido se hizo más patente. Reflexioné sobre ello y me percaté que yo simplemente era un enamorado del amor y que podía enamorarme de cualquiera. Un ser lábil y sin personalidad ninguna. De repente, me entró sed y quise huir a llorar mis penas con una caja de sidra. Hasta que no estaba lo suficientemente borracho, era capaz de sacar un máximo de dos culines (2) de cada botella, el resto iba por fuera cuando tenía que escanciar. Mis manos, como todo mi ser, temblaban y, no sin cierto esfuerzo y paciencia, logré sacar un cigarrillo del paquete que se hallaba en el bolsillo de mi camisa. Encenderlo fue también otra odisea. A la segunda calada, estoy seguro que ella notó mi desazón, me dijo que la acompañara a casa. Todo el camino fui tras de ella, ambos en la mudez más absoluta, como quien va detrás de un coche fúnebre. Al llegar delante de su casa, me dio un tímido beso, me falto valor para hacerle una cobra, en la mejilla y ese fue el fin de nuestro romance. Con ese beso toda mi vida amorosa pasó delante de mí en unos segundos como en una película. Más que una película fue un cortometraje. Mi vida amorosa posterior sería similar. Creo que al poco tiempo le dije a mi padre que quería ser cura. Nunca, ni después, volvimos a hablar de ello. Como en Las Vegas, lo que sucede en una villa costera, se queda en la villa costera.

Volví de mi ensoñación y de nuevo éramos Moebius y Roedelius en la época del segundo Cluster, aunque ambos amábamos localmente a Sister Rosetta Tharpe.


(1) Haiga: Automóvil grande y ostentoso, de origen americano. En Asturias, se dice que era el coche que compraban los indianos cuando regresaban con dinero de la emigración. Iban a un concesionario y decían deme el coche más grande que "haiga". No sé hasta que punto es esto cierto.

(2) culín / culines. Medida, más bien pequeña, de sidra que se echa en el vaso para beber.

[Armilo Brotón]

Notable narración te has marcado hermano Frodimir, donde la estimulación revisa el alma de los desesperados en tiempos aciagos. Faltos del poder intelectual que tenían nuestros padres grecolatinos buena es una paja. Y notable dama a la que haces referencia, ya van quedando menos, sustituídas por robotizadas bocas que felan al ritmo preciso pero sin ese amor consustancial que diferencia el deporte de la ternura, aunque sea por unos euros.
En la vejez nos acordamos de esas notables historias y bueno es que estén prohombres con tu sensibilidad y literatura para dejar plasmados en los anales de una Cecilia, una Josefa, una Carmela esos impulsos genésicos. Tienes ganas, tienes sabiduría, tienes arte para seguir delitándonos con tamaños artificios que ni el cipote de Archidona encabalga.
Gracias por la dedicatoria bro, después de la operación estoy en el sicólogo pues no sé a ciencia cierta a qué letra del abecedario pertenezco LGTBQIA+; en fin ya me aclararé.
Todo un detalle Frodimir que te agradezco, cuando pueda responderé a tu agravio.
Abrazote

[Ramón Castro Méndez]

Notable narración te has marcado hermano Frodimir, donde la estimulación revisa el alma de los desesperados en tiempos aciagos. Faltos del poder intelectual que tenían nuestros padres grecolatinos buena es una paja. Y notable dama a la que haces referencia, ya van quedando menos, sustituídas por robotizadas bocas que felan al ritmo preciso pero sin ese amor consustancial que diferencia el deporte de la ternura, aunque sea por unos euros.
En la vejez nos acordamos de esas notables historias y bueno es que estén prohombres con tu sensibilidad y literatura para dejar plasmados en los anales de una Cecilia, una Josefa, una Carmela esos impulsos genésicos. Tienes ganas, tienes sabiduría, tienes arte para seguir delitándonos con tamaños artificios que ni el cipote de Archidona encabalga.
Gracias por la dedicatoria bro, después de la operación estoy en el sicólogo pues no sé a ciencia cierta a qué letra del abecedario pertenezco LGTBQIA+; en fin ya me aclararé.
Todo un detalle Frodimir que te agradezco, cuando pueda responderé a tu agravio.
Abrazote

Muchas gracias, bro., pero este es un auténtico churro, escrito apresuradamente y poco refinado. Si fui capaz de sacarte una sonrisa, me alegro. No tenía más pretensiones. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia o pura maldad. Moebis y Roedelius tienen un amplio recorrido en grupos kraut de los cosmiche kurriers. Rosetta Tharpe es la madrina del rock and roll. Yo creo que el hermano Renato, siendo permafrodita, se acercaría a la letra B de los bivalvos anaerobios (si existieran). Un abrazote, mi pana.

[Ana García]

Me gusta este blues de Celina. Tanto impactó al pobre protagonista que le dio el empujoncito necesario par vestir hábitos. Es un poco perversa la idea de que ella va al mismo convento en el que habita su enamorado juvenil. Será para ponerle en antecedentes o para mostrarle el ancho y vasto mundo, siempre viene bien un poco de geografía.
Me he divertido mucho con este cuento. Te felicito.
Un abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Me gusta este blues de Celina. Tanto impactó al pobre protagonista que le dio el empujoncito necesario par vestir hábitos. Es un poco perversa la idea de que ella va al mismo convento en el que habita su enamorado juvenil. Será para ponerle en antecedentes o para mostrarle el ancho y vasto mundo, siempre viene bien un poco de geografía.
Me he divertido mucho con este cuento. Te felicito.
Un abrazo.

Muchas gracias, Ana, por dedicar parte de tu tiempo a leer y comentar este disparate. Bueno, los malos resultados llevan a tomar drásticas decisiones, que pueden ser igual de malas o peores que los primeros. Que Celina haya coincidido con su antiguo enamorado y sea una feligresa de la comunidad es pura coincidencia, extraña, bastante extraña, pero no imposible. Quién sabe si Celina no intenta retomar una vieja aventura (eso lo dejo a la imaginación de los lectores) dado el carácter voluble, pero decidido de la susodicha. El amor y el sexo, como la política, da lugar a que haya extraños compañeros de cama. Y a cambios de opinión.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Te ha quedado muy bien, Ramón.

Todos hemos conocido a alguna Celine.

Un abrazo.