Respiración de lo invisible
Publicado: Dom, 07 Jul 2024 23:10
A Ana García y Era Roxane Aristy
I
Los días del estío son misterios
dibujados
en nubes de crepúsculos.
II
La belleza es un niño sonriente
que todavía vive en las páginas
de un cuento mágico de hadas.
III
Dulce la melodía de los astros
mientras pasa la vida, imperceptible.
IV
Una tormenta nítida
se lleva nuestro asombro en un relámpago.
V
El instinto del agua es una sombra
que pacta con los sueños de la noche.
VI
El tiempo del amor es un oasis
en las batallas crueles del destino.
VII
Dentro de cada hombre existe un hálito
trasparente en umbrales de lo íntimo.
VIII
La mujer es un ánfora divina
que sostiene en sus párpados el mundo.
IX
El número sagrado nos contiene
en la vibración de lo que existe.
X
A veces hay un pájaro que canta
y nos recuerda el centro del espacio.
XI
En el alba hay sonidos primigenios
dispuestos a escuchar nuestras preguntas.
XII
En caminos del bosque,
la armonía es la forma intransitable.
XIII
Al conocerte entiendo lo que dices,
al conocerme sabes de mi historia.
XIV
Cuando miras a alguien de verdad
comprendes sus deseos y sus traumas.
XV
El éxito es tan solo un espejismo.
Todos vamos por rutas encrespadas
hacia el punto de embarque de la muerte.
XVI
La mirada sutil es lo que importa.
Si la buscas en ti serás más libre;
si la encuentras en otros ya no juzgas.
XVII
El verano es el tiempo de la infancia,
ese que se comparte con amigos.
XVIII
La mirada insobornable de las olas
nos desliza con bandadas de vencejos.
XIX
Si pronuncias el nombre de lo anónimo
se transforma en sagrado.
XX
A veces en la arena
contemplamos las huellas
de la respiración de lo invisible
XXI
He visto entre las piedras
la extraña incertidumbre de las horas.
XXII
En mitad de las luchas más atávicas:
la pérdida esencial, un déjà vu.
Ana Muela Sopeña
I
Los días del estío son misterios
dibujados
en nubes de crepúsculos.
II
La belleza es un niño sonriente
que todavía vive en las páginas
de un cuento mágico de hadas.
III
Dulce la melodía de los astros
mientras pasa la vida, imperceptible.
IV
Una tormenta nítida
se lleva nuestro asombro en un relámpago.
V
El instinto del agua es una sombra
que pacta con los sueños de la noche.
VI
El tiempo del amor es un oasis
en las batallas crueles del destino.
VII
Dentro de cada hombre existe un hálito
trasparente en umbrales de lo íntimo.
VIII
La mujer es un ánfora divina
que sostiene en sus párpados el mundo.
IX
El número sagrado nos contiene
en la vibración de lo que existe.
X
A veces hay un pájaro que canta
y nos recuerda el centro del espacio.
XI
En el alba hay sonidos primigenios
dispuestos a escuchar nuestras preguntas.
XII
En caminos del bosque,
la armonía es la forma intransitable.
XIII
Al conocerte entiendo lo que dices,
al conocerme sabes de mi historia.
XIV
Cuando miras a alguien de verdad
comprendes sus deseos y sus traumas.
XV
El éxito es tan solo un espejismo.
Todos vamos por rutas encrespadas
hacia el punto de embarque de la muerte.
XVI
La mirada sutil es lo que importa.
Si la buscas en ti serás más libre;
si la encuentras en otros ya no juzgas.
XVII
El verano es el tiempo de la infancia,
ese que se comparte con amigos.
XVIII
La mirada insobornable de las olas
nos desliza con bandadas de vencejos.
XIX
Si pronuncias el nombre de lo anónimo
se transforma en sagrado.
XX
A veces en la arena
contemplamos las huellas
de la respiración de lo invisible
XXI
He visto entre las piedras
la extraña incertidumbre de las horas.
XXII
En mitad de las luchas más atávicas:
la pérdida esencial, un déjà vu.
Ana Muela Sopeña