Las manos
Publicado: Mar, 11 Jun 2024 18:52
Pueden ser como vientos níveos, duros, ingratos
alquilando guadañas por momentos, años o siglos,
robando el aire todo,
desmembrando cuerpos y aldeas y civilizaciones
o abriendo con saña cicatrices a la tierra
y cubriéndola de palabras perdidas y sepulcros;
pero nada está escrito cuando al nacer,
diminutas dirigen como un director de orquesta
enloquecido un réquiem dodecafónico
por la líquida felicidad perdida o son frágiles alas
posándose en la geografía voluptuosa de la madre
o pequeños imanes que se adhieren
como un sucedáneo de juguete al índice
y crecen riéndose entrelazadas
a la concavidad de terciopelo y nácar
que las guía o sueñan acunadas
por los latidos del corazón cuentos y otras vidas.
Húmedas y terribles, pueden golpear puertas
en noches de niebla y guardar mefíticas claves
que intentarán usurpar tu nombre
o como flechas de sal abrir surcos en la piel
y devorar los ojos o llegar a ser cuencos desnudos,
vacíos como cadáveres malgastados esperando
inútilmente la llegada del alba;
pero son más-aunque finitas y mudas-
las que abarcan el mundo y lo atesoran
y las que encierran besos y sin cesar buscan rostros
y del pecho su latido o ríen y se estremecen
entre el luminoso cabello y en lo alto deslumbran
como mariposas o vienen volando como pájaros
y las que crecen multicolores y pueblan
estaciones de veranos extensos, moviéndose
suavemente en la atmósfera de las pieles
o gimiendo de dicha cuando se funden
con la espuma del mar y, porque son hijas
de la harina y del cielo, las que al alzarse tocan la luna.
Del eco de una escoria o de una materia muerta
pueden ser el receptáculo, pero también la esperanza
del mensaje remoto que sellaron en las olas unos labios
y si baratas y obreras o encadenadas al hambre,
los obuses al cerrarse apuntando hacia las hienas.
alquilando guadañas por momentos, años o siglos,
robando el aire todo,
desmembrando cuerpos y aldeas y civilizaciones
o abriendo con saña cicatrices a la tierra
y cubriéndola de palabras perdidas y sepulcros;
pero nada está escrito cuando al nacer,
diminutas dirigen como un director de orquesta
enloquecido un réquiem dodecafónico
por la líquida felicidad perdida o son frágiles alas
posándose en la geografía voluptuosa de la madre
o pequeños imanes que se adhieren
como un sucedáneo de juguete al índice
y crecen riéndose entrelazadas
a la concavidad de terciopelo y nácar
que las guía o sueñan acunadas
por los latidos del corazón cuentos y otras vidas.
Húmedas y terribles, pueden golpear puertas
en noches de niebla y guardar mefíticas claves
que intentarán usurpar tu nombre
o como flechas de sal abrir surcos en la piel
y devorar los ojos o llegar a ser cuencos desnudos,
vacíos como cadáveres malgastados esperando
inútilmente la llegada del alba;
pero son más-aunque finitas y mudas-
las que abarcan el mundo y lo atesoran
y las que encierran besos y sin cesar buscan rostros
y del pecho su latido o ríen y se estremecen
entre el luminoso cabello y en lo alto deslumbran
como mariposas o vienen volando como pájaros
y las que crecen multicolores y pueblan
estaciones de veranos extensos, moviéndose
suavemente en la atmósfera de las pieles
o gimiendo de dicha cuando se funden
con la espuma del mar y, porque son hijas
de la harina y del cielo, las que al alzarse tocan la luna.
Del eco de una escoria o de una materia muerta
pueden ser el receptáculo, pero también la esperanza
del mensaje remoto que sellaron en las olas unos labios
y si baratas y obreras o encadenadas al hambre,
los obuses al cerrarse apuntando hacia las hienas.