Editorial Alaire

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Marisa Peral escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 12:40

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Maravillosa la dedicatoria de esta Terra incógnita y maravillosos todos y cada uno de sus versos.

Felicidades, Roxane y Xaime por este regalo, y enhorabuena a ti Ramón, por la bondad y excelencia de tus letras.

Besos y abrazos a los tres.
.

Marisa Peral escribió: ↑Mar, 11 Jun 2024 11:46 Arriba este bellísimo poema que no entiendo que no tenga comentarios.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Alejandro Costa escribió: ↑Mar, 11 Jun 2024 16:20 Muy buen escrito, que he disfrutado.

Seguro que Roxanne y Xaime, tendrán la misma impresión.

Magnífico.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

E. R. Aristy escribió: ↑Mié, 12 Jun 2024 19:55

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

Ramón querido y admirado, es un poema-hito profundo en belleza y significado. Es tiempo de lumbre! Cuando una persona comprende, como tú haces, cuando comprende que ya trae códigos personales, todo sigue igual excepto la metanoia de su fuero interno, dispuesto a descifrarse y a atribuir aún más intención en no todas las cosas, pero en las que responden a la mente suprema del yo navegante en su propio misterio y unión con lo supremo del amor. Creo que compartir esa dedicatoria con Xaime, un ser bello es una una dicha y una dádiva de tu parte. Un abrazo grande! E.R.A.

xaime oroza carballo escribió: ↑Jue, 13 Jun 2024 0:16

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 10 Jun 2024 10:58 Para ERA y Xaime Oroza


Salí a buscar caminos que no tuvieran dueño,
que ya estaban en mí, deseché las calles, plazas
y avenidas, todas ellas sagradas reliquias
de lo urbano, para hallar un lugar que nadie
habitara, donde la noche no cierra los ojos
y se alza sobre el murmullo de un orfeón de estrellas,
donde el sol no se someta a un íntimo temor de nubes.

Conocía algunos hombres carentes de raíz, y la engañosa
memoria de sus rostros sin tiempo, su edad arrancada
de pronto, su heredada orfandad de animal herido,
que borra cada huella dejada a su paso, haciendo
de esta ausencia eco de una verdad homicida.
Conservo su opaco recuerdo, y, a veces, escucho sus voces
masticando la noche que atraviesa un océano de invertebrados
sueños. Hombres, como yo, engendrados por un dios
de las pequeñas cosas, ebrio de olvido y mudo de memoria,
impaciente e inclinado a odiarse a si mismo.

¿Dónde se oculta la rosa tan extrañamente viva?
¿Quién escribirá, sino tú, su biografía?
Ahora es tiempo de ser lumbre en esta marea de significados,
de recordar aquel norte con su pálida piel, de guardarse
de los alacranes de mirada asustada que acechan bajo las piedras,
de añadir a la vida otro código de barras, porque nada existe
sin mí, ni si quiera el exilio en esta casa sin número, de poner
almidón a esta ropa blanca y abrir los armarios para atreverse
a soñar lo nunca soñado, para escapar de esta vana ilusión...
me besaste bajo el muérdago.

No sé que decir, bueno, sí: "Abraiado polo galano!" Maravillado, hechizado, por el regalo de tu canto, y por compartirlo con ERA. Gran honra, Ramón. Agradezo, profundamente, tu voz, compañero.

Vaia unha moi fonda aperta, meu amigo.

Ricardo López Castro escribió: ↑Jue, 13 Jun 2024 15:45 Un recorrido por las virtudes y vicisitudes humanas.
Convirtiendo cada verso en un descriptivo área de descanso mental,
como alguna vez me dijeron a mí, un amor como un hidromasaje.
Me ha gustado mucho, Ramón.
Abrazos y felicidad, compañero de letras.

Pilar Morte escribió: ↑Jue, 13 Jun 2024 18:12 Hallarse consigo mismo, reconocerse e intentar descifrar el mundo a través del interior cuando se ha vivido, es hacer poesía. Me gustaron tus versos.
Un abrazo y felicidad