Análisis somero del poema Ojos de fuego
- Óscar Distéfano
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Análisis somero del poema Ojos de fuego
poema de Rafel Calle
¿Qué seductora estancia propone la mansión de tus ojos de vértigo zaíno
e inteligente, que cuando me miras te nombro, para siempre, la mujer más ardiente
de toda la creación?
De tu imperial carisma seré un fiel alabardero, el pintor del esmalte de tus dientes,
orfebre que trabaja los pendientes que columpian la memoria
de Morfeo.
Yo no sé si somos pena o somos suerte, si seremos el ocaso o la aurora
de un instinto cada día más cercano, o la causa esencial
en los destinos nostálgicos.
Pero yo besaré, eternamente, tus aciertos, tus errores, tus senos
y tu frente.
¿Sabes?, en la fascinación de tu mirada se turba la bondad del espíritu
y un erotismo mágico.
Un poema para enmarcar, y para demostrar que nuestro compañero y amigo, Rafel Calle, es un poeta que introduce en el poema reflexiones de carácter psicológico, planteamientos conductuales del ser sociológico, y demuestra una maestría admirable para la composición poética. Aparentemente sencillo, es, sin embargo, un texto rico en sustancia poética. El impacto que produjo en mí fue tan fuerte que, luego de reponerme de la emoción, me llevó a desear indagar más sobre su riqueza semántica y a visualizar el tiempo de la historia donde se inició esta forma de sentimiento. Me transportó a la época en que el amor, más allá de la atracción física necesaria, era una manifestación del espíritu, un motor —quizás el único— que puede lograr alejarnos de nuestra animalidad genética. Y me hizo ver que el sentimiento amoroso, en toda su pureza, no ha muerto en el ser humano, y sigue perviviendo en nuestro mundo caótico de hoy.
Este poema trata sobre la atracción que una mujer ejerce sobre un hombre. Una atracción que impresiona vivamente los sentidos y crea la ilusión de un amor eterno; este sentimiento imperecedero nos llega desde el renacimiento, cuando los valores griegos se recuperaron y la mujer se volvió —hasta nuestros días— un ideal lírico, que eleva a la mujer amada a la categoría de una deidad; es el amor cortés, el amor que antepone el Amor a cualquier otra realidad humana; es decir, que considera el sentimiento amoroso lo más importante de la existencia, donde, tanto él como ella están dispuestos a morir antes que renegar de su amor. En síntesis, es un sentimiento más poderoso que el sentimiento religioso. Un amor que se libera de la presión insoportable que ejercía el Vaticano, donde la virtud estaba impuesta como una conducta según los cánones religiosos. Si bien la creencia en Dios en ningún momento fue cuestionada, sí existió una rebelión contra la politización de la fe. Así pues, dejando de lado la «moralina» (la moral hipócrita), el amor se revela como un acto pagano, libre de cualquier imposición extraña a los amantes; son ellos, y sólo ellos, quienes determinan el modo de amarse. (En este punto debemos reconocer que hoy día una enorme cantidad de seres humanos han perdido la capacidad de amar, debido a la codicia y a los vicios.)
Este poema es una rebelión contra el amor ético.
¿Qué seductora estancia propone la mansión de tus ojos de vértigo zaíno
e inteligente (1), que cuando me miras te nombro, para siempre, la mujer más ardiente
de toda la creación? (2)
(1) En esta cláusula encontramos una metáfora que sorprende (cumple el primer protocolo de composición: iniciar el poema con un buen verso). La conexión estancia/mansión no sólo determina una señal de receptividad a la seducción, sino también a que la estancia se percibe como un hospedaje fuera de lo común.
En esta estrofa encontramos, también, otro detalle interesante: el encabalgamiento: zaíno/inteligente. Según la RAE el vocablo «zaíno o zaino» tiene dos acepciones: una que hace referencia a la traición, a la deslealtad; y otro que se refiere a los colores.
zaíno
1.-falso, hipócrita, traicionero, desleal, infiel.
2.-castaño, pardo, marrón, rojizo,
negro, bruno, azabachado.
Lo más lógico es que se refiera a algún color inespecífico de los expresivos ojos (acentuando el misterio de la atracción).
(2) Aquí la voz poética sigue eclipsada por la mirada de la mujer, y ve en ella algo así como el paradigma humano de la atracción física. En este inicio empieza a manifestarse el carácter erótico del poema; un erotismo que trasciende lo mundano, para alcanzar una altura casi mística.
Esta cláusula (2) es una declaración fervorosa de admiración, un arrebato que alcanza las márgenes de la idolatría, lo cual emociona porque certifica que el amor es lo más importante de la creación.
De tu imperial carisma seré un fiel alabardero (3), el pintor del esmalte de tus dientes (4),
orfebre que trabaja los pendientes que columpian la memoria
de Morfeo (5).
(3) El carisma es el talento natural que tiene una persona para atraer a los demás por su presencia, personalidad o palabras.
El adjetivo «imperial» vuelve a reforzar la idea de que el poeta considera a la mujer que lo ha cautivado como una reina o princesa (es la mirada romántica que eleva a la mujer a una categoría de ensueño). Luego, el sustantivo «alabardero» (que se refiere al soldado que forma parte de la guardia de honor del rey), no sólo jura una futura fidelidad, sino refuerza el ambiente imperial en que coloca a la mujer de sus sueños.
la cláusula (4) es una metáfora impactante. Quiere decir el poeta que desearía ser, si no el creador, el que se encargue de mantener esos relucientes dientes (a base de sonrisas de satisfacción, diría yo).
La cláusula (5) es una enigmática metáfora (polisémica, por cierto). Traigo aquí las acepciones que nos presenta la RAE.
pendiente
1. adj. Que pende (que se cuelga).
2. adj. Inclinado, en declive. Terreno pendiente.
3. adj. Que está por resolverse o terminarse.
4. adj. Sumamente atento, preocupado por algo que se espera o sucede. Todos estaban pendientes de las palabras del orador.
5. m. Arete con adorno colgante o sin él.
6. m. Joya que se lleva colgando.
7. m. Carp. Inclinación de las armaduras de los techos para el desagüe.
8. m. Heráld. Parte inferior de los estandartes y banderas.
9. m. Ingen. Cara superior de un criadero.
10. m. Méx. preocupación.
11. f. Cuesta o declive de un terreno.
12. f. Geom. Medida de la inclinación de una recta o de un plano.
Como vemos, las acepciones son tantas que, irremisiblemente, el sentido del vocablo es indeterminado si no se interpreta el contexto. Teniendo en cuenta que la cláusula hace referencia a Morfeo (dios de los sueños en la mitología grecolatina), podríamos decir que la conexión orfebre/sueños es la clave; es decir que el poeta pretende crear los pendientes que acompañarán los sueños de la dama. Es difícil entrar en el tuétano de este verso, ya que su lenguaje es ambiguo; es decir que se presta a interpretaciones variadas.
Seguidamente, nos adentramos en la tercera estrofa.
Yo no sé si somos pena o somos suerte, si seremos el ocaso o la aurora
de un instinto cada día más cercano, o la causa esencial
en los destinos nostálgicos. (6)
Pero yo besaré, eternamente, tus aciertos, tus errores, tus senos
y tu frente. (7)
¿Sabes?, en la fascinación de tu mirada se turba la bondad del espíritu
y un erotismo mágico. (8)
La cláusula (6) es crucial para la trasmisión del mensaje poético. El poeta se detiene a meditar sobre la hipotética relación, a sabiendas de que ya ha ganado el interés de su dama. Se cuestiona sobre el futuro; no visualiza la comunión de los sentimientos; aparece una duda sobre el sentimiento del amor, si se encuentra dentro de la expectativa que existía. Siempre la duda carcome la serenidad de los amantes; siempre tiende al tormentoso quebranto. Es la voz de un amante experimentado, que no se deja llevar por el romanticismo arrebatado de un Romeo.
Sin embargo, en la cláusula (7) aclara sus dudas, y sostiene que la fascinación que siente hará que logre sostener la relación, en base a la atracción física y al deseo de amar sin turbiedades.
Y en la cláusula (8) se produce la manifestación del deseo de convivencia: el pretendiente se convence,
a través de la mirada de la dama, que encuentra en ella bondad de espíritu y un mundo dichoso de erotismo mágico.
En cuanto a la forma, vemos que los versos se encuadran dentro de lo que en Alaire llamamos «verso multimétrico» (verso cuya metría no se premedita, y cuya cadencia se sostiene exclusivamente por la experiencia del poeta), y su musicalidad proviene de la preeminencia de los acentos imparisílabos involuntarios.
Ha sido, para mí, una linda experiencia analizar someramente este bello poema.
http://www.elbuscadordehumos.blogspot.com/
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Re: Análisis somero del poema Ojos de fuego
Muy interesante análisis de cada una de las cláusulas del poema, Óscar.
Es muy importante reflexionar sobre este tipo de poemas en los cuáles los sentimientos y emociones atesoran no solo una visión personal del autor sino una cosmovisión del mundo.
Actualmente se tiende a vivir el amor como una serie de encuentros efímeros y sin compromiso. Sin embargo, el amor que mueve el mundo, que hace que los amantes saquen lo mejor de sí mismos, su pasión, sus virtudes, su persistencia, su creatividad...es el amor atemporal. Un amor en el que vemos en el otro no solo un ser humano sino la semilla de una deidad. Un superhumano.
Me ha parecido precioso tu análisis de estos fervorosos versos de Rafel.
Enhorabuena a Rafel por este poema de amor infinito, atemporal, mágico.
Felicitaciones a ti, Óscar, por este comentario tan delicado, minucioso, preciso y lleno de profundidad.
Un abrazo a ambos
Ana
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Re: Análisis somero del poema Ojos de fuego
- J. J. Martínez Ferreiro
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Re: Análisis somero del poema Ojos de fuego
Como dice Paco, para aprender.
Todo un placer de lectura, querido amigo.
Abrazo para ambos, Óscar y Rafa.
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Re: Análisis somero del poema Ojos de fuego
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Re: Análisis somero del poema Ojos de fuego
Un abrazo y salud
P.d. sería interesante cada mes tener la oportunidad de ver el análisis de un poema. Por supuesto, tendrían que hacerlo los que tienen capacidad de descifrar la simbología y metáfora de cada verso.
- Rafel Calle
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Re: Análisis somero del poema Ojos de fuego
La verdad es que no recuerdo a la musa que me lo inspiro; por las fechas podrían ser tres personas, pero no sabría concretar.
Del fondo, no sé si merecidamente, has hablado mucho y bien, se trata de un poema de amor digamos que a la vieja usanza, con hipérboles por doquier, metáforas muy clásicas, en fin..., todo lo imprescindible para ser bien recibido por la receptora del poema.
En cuanto a la forma, es casi todo, menos la última estrofa, verso medido pero escamoteado y también escondo la rima. En aquel tiempo me gustaba probar cosas, lo mezclaba todo...; no es que midiera el verso, sino que estaba tan acostumbrado a escribir verso medido que, a la hora de componer, me salía sin pedir permiso.
Y, bueno, te dejo una escansión del poema para que puedas observar lo que te he comentado.
Repito las gracias, Óscar, y te envío un fuerte abrazo.
¿Qué seductora estancia propone la mansión
de tus ojos de vértigo zaíno e inteligente,
que cuando me miras te nombro, para siempre,
la mujer más ardiente de toda la creación?
De tu imperial carisma seré un fiel alabardero,
el pintor del esmalte de tus dientes,
orfebre que trabaja los pendientes
que columpian la memoria de Morfeo.
Yo no sé si somos pena o somos suerte,
si seremos el ocaso o la aurora
de un instinto cada día más cercano,
o la causa esencial en los destinos nostálgicos.
Pero yo besaré, eternamente,
tus aciertos, tus errores, tus senos
y tu frente.
¿Sabes?, en la fascinación de tu mirada se turba la bondad del espíritu
y un erotismo mágico.