Editorial Alaire

A Ramón Castro Méndez

Duerme el niño dorado en el cobertizo del jardín. Allí sus sueños son de minerales y piratas que surcan los océanos. Entre sus preferidos hay tebeos, recortes de periódicos y tablets. Rememora los meses en su pueblo, junto al río de todos los veranos. Recuerda a sus amigos sonrientes. Su infancia es siempre un pájaro de niebla que se posa en tejados, chimeneas... Cuando llueve, las tejas de uralita suenan como los ángeles de otoño. El niño se despierta en la mañana y salta como un duende hacia el colegio. Allí se aburre mucho cada hora, pero aguanta tranquilo hasta la tarde. Después en casa hace los deberes y termina muy pronto. Se va a la calle con su bicicleta y se bebe el misterio de su barrio. Juega con otros niños a aquello que recuerda a una aventura y regresa a su hogar, antes de que anochezca. En su cobertizo adora el mundo. Duerme el niño plateado en su reino precioso de unicornios. Planea con cigüeñas entre las nubes ocres de su ciudad desnuda de artificios.


Ana Muela Sopeña

Muy bonito, Ana.

Este escrito tiene duende, seguro.

Es como ese cuento que te lleva por los pasajes de la infancia y te devuelve a los actuales, pero, como siempre, con la delicadeza de la niñez.

Seguro que a Ramón le va a gustar.

Un beso, Ana.

Un abrazo, Ramón.

Salud, paz y felicidad.

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Lun, 22 Abr 2024 13:35 A Ramón Castro Méndez

Duerme el niño dorado en el cobertizo del jardín. Allí sus sueños son de minerales y piratas que surcan los océanos. Entre sus preferidos hay tebeos, recortes de periódicos y tablets. Rememora los meses en su pueblo, junto al río de todos los veranos. Recuerda a sus amigos sonrientes. Su infancia es siempre un pájaro de niebla que se posa en tejados, chimeneas... Cuando llueve, las tejas de uralita suenan como los ángeles de otoño. El niño se despierta en la mañana y salta como un duende hacia el colegio. Allí se aburre mucho cada hora, pero aguanta tranquilo hasta la tarde. Después en casa hace los deberes y termina muy pronto. Se va a la calle con su bicicleta y se bebe el misterio de su barrio. Juega con otros niños a aquello que recuerda a una aventura y regresa a su hogar, antes de que anochezca. En su cobertizo adora el mundo. Duerme el niño plateado en su reino precioso de unicornios. Planea con cigüeñas entre las nubes ocres de su ciudad desnuda de artificios.






Ana Muela Sopeña

Vaya regalazo, Ana. Me encanta. Muchas gracias por tener este detalle tan bonito. Sí, puedo decir que he sido afortunado. Tuve, en líneas generales, una infancia feliz. En ello tuvieron mucho que ver mis padres. Tu poema me ha hecho recordar algunos pasajes puntuales de la misma, muy bien detallado por tu parte, y me has sacado una sonrisa y me he empapado de cierta nostalgia. Del colegio, creo que solo me gustaba el recreo. Recuerdo lo mal que lo pasé cuando tuve que memorizar un texto de cuatro líneas, y la cantidad de dictados y cuentas que hacia con mi madre. También recuerdo las primeras botas de fútbol y la primera equipación, del Oviedo lógicamente. El recreo y las vacaciones de verano eran lo mejor. Je, je. Solo se es niño una vez, o cuando te haces mayor y pierdes la cabeza, pero no es lo mismo. Dicen que, aún con el paso de los años, todos llevamos un niño dentro, y es posible que así sea. En fin, miles de gracias otra vez por este bonito detalle y por hacerme retroceder por un instante a un tiempo feliz.

Un abrazo enorme del niño y del hombre.

El tipo más difícil de componer poesía en prosa es el narrativo, porque debe ser verosímil, emotivo, lírico y, por sobre todo, tener ritmo, sustancia, y vencer lo explícito. Este poema tuyo tiene estos aditamentos, y podríamos decir que le arropa esa ternura de "El principito". Aplausos.

Un abrazo poético.
Óscar

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Lun, 22 Abr 2024 13:35
A Ramón Castro Méndez


Ana Muela Sopeña

Preciosa y entrañable prosa poética en este dedicado a un compañero.
Además del encanto de la narración, hay ternura, afecto y está muy bien escrito.
Inevitablemente nos hace volver a nuestra infancia. Tiempo feliz y añorado por la mayoría.

Felicidades a los dos, Ana y Ramón.

Abrazos fuertes a ambos.

Me gusta mucho este tipo de poesía y tú dedicado tiene un ritmo especial que me ha recordado a alguna nana, de esas que todos repetimos mentalmente.
Y tengo que resaltar la respuesta de Ramón que ha sido muy entrañable y nos ha regalado un trocito de su vida.
Gracias a ambos por compartir.
Besos y abrazos.

Gracias, Alejandro:

Un beso grande
Ana

Hola, Ramón:

Me alegra muchísimo que este texto de prosa poética te haya gustado y te haya arrancado una sonrisa. La infancia, los amigos, los veranos... son cosas que no se olvidan.

Un fuerte abrazo, poeta
Ana

Una inmesa alegría este dedicado a nuestro querido heremano Frodimir. Emotivo, cariñoso, recuerdo de la niñez que, a muchos, nos va a tocar la fibra sensible de los recuerdos. Cuando nos lo leyó en el refectorio la otra noche, unas lágrimas manaron de sus ojos, azules como la noche, y cayeron hasta sus llantas y allí se convirtieron en orujo, que no sólo de vino vive el hombre. Se obró otro milagro y entonces, le permitimos que no nos hiciera sus ejercicios habituales de pilates y viniera a sentarse con el resto de monjes, le servimos parte del orujo transustanciado, también aplaudimos tu poema con devoción.

Felicidades a ambos, un beso

Qué bonitos recuerdos, Ana. Nos has hecho revivir tantas sensaciones... Un poema emotivo para nuestro amigo Ramón, que se ha sentido tan afectuoso.
Un abrazo grande y felicidad.

Armilo Brotón escribió: ↑Mié, 24 Abr 2024 6:45 Una inmesa alegría este dedicado a nuestro querido heremano Frodimir. Emotivo, cariñoso, recuerdo de la niñez que, a muchos, nos va a tocar la fibra sensible de los recuerdos. Cuando nos lo leyó en el refectorio la otra noche, unas lágrimas manaron de sus ojos, azules como la noche, y cayeron hasta sus llantas y allí se convirtieron en orujo, que no sólo de vino vive el hombre. Se obró otro milagro y entonces, le permitimos que no nos hiciera sus ejercicios habituales de pilates y viniera a sentarse con el resto de monjes, le servimos parte del orujo transustanciado, también aplaudimos tu poema con devoción.

Felicidades a ambos, un beso

Reverendísimo advierto en vuecencia una alta preocupación por señalar indecorosamente mi quasimódica estampa. Desconoce usía mi participación en la liga de sumo japonesa, donde he sido subcampeón varias veces, quedando detrás de la ballena alegre. Un rival que, para no mentir, siempre ha estado fuera de mi alcance. Es más de lo que un occidental podría aspirar. Pues bien, de aquella bollería industrial vienen estas lorzas. Sabe vuesa eminencia que puedo denunciarle ante el Tribunal Eclesiástico Europeo por gordófobo. En esa iniciativa, sepa que cuento con el apoyo de todos los partidos políticos, excepto Vox. Rodríguez Pam y la Montero, no la Txiqui, la otra, han venido, de tapadillo al monasterio, a mostrarme su apoyo. Creo que ya tiene bastantes líos con el Vaticano, como par abrirse otro frente. Totus tuus en la fe corumeliana, Domine Frodimir El Apróstata.

El mejor retrato de uno mismo es la infancia, y creo que te has aventurado en la empresa con acierto, Ana. No me extraña que el destinatario de la dedicatoria esté feliz. Un abrazo y salud.

Mucha ternura, sensibilidad y belleza, rebozan al niño, tan dulcemente dormido en tu poesía. Celebro con emoción poética tu hermosa dedicatoria a Ramón Castro. Gracias por compartir, Ana.

Un abrazo.

Gracias, Óscar, por tu consideración:

Un beso enorme
Ana

Hola Ana
Podría decirte que me han surcado numerosas lágrimas cargadas con nostalgia.
Has descrito un precioso alegato de una infancia veraniega que es donde algunos querríamos quedarnos.
Gracias por tu bien hacer y saber tratar temas que a casi todos nos recuerdan otros tiempos pasados.
Un abrazo.