Editorial Alaire

Marisa Peral escribió: ↑Jue, 11 Abr 2024 16:02 Hace mucho tiempo escribí este poema porque el silencio era “atronador”
Espero que te guste.


Háblame

Háblame de las rojizas nubes de febrero,
de los tibios atardeceres junto al río.
Háblame, si es preciso,
de la lenta programación de tu trabajo,
del coste horario,
o del proceso que sufre el algodón
para que yo me vista de índigo recalcitrante.

Yo te diré que se ha vuelto a estropear la lavadora
que el pescado ha subido y los tomates
se han puesto por la nubes,
que se hace imposible planear ese viaje a Isla Mauricio.

Te diré, mientras acuno en silencio tu cansancio,
que deberías pasar un plumero por tus sueños,
que deberías quitar las telarañas de tu alma.

Y te diré, pasando el dorso de mi mano
por el imperceptible trazo del horizonte,
que el amor es quererte.

Después...
...te enseñaré a planchar melancolías.


---


©MAR – FEBRERO 2007

Armilo Brotón escribió: ↑Jue, 11 Abr 2024 16:11 Nos encontramos con este homenaje a nuestro viejito loco y no podemos más que unirnos, enfervorecidamente, a tu gran dedicado y delicados, amorosos, versos. Bravo hermana Marisa, nos ha gustado mucho pasar por tu cuarto de servicio donde la plancha está que hierve, donde mezclas perfectamente lo cotidiano con la ternura.

Un abrazo y dinos, por favor, si te reservamos hora en el Savage Jungle Spa, te va a venir muy bien para tu artrosis.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Vie, 12 Abr 2024 11:03 Un precioso poema de amor, hecho a base de los asuntos cotidianos que siempre son los más urgentes. Me ha encantado el tono amable y de ternura que se desprende de todo él.

Mi felicitación a ambos.

Un gran abrazo.

Alejandro Costa escribió: ↑Vie, 12 Abr 2024 12:21

Marisa Peral escribió: ↑Jue, 11 Abr 2024 16:02 Hace mucho tiempo escribí este poema porque el silencio era “atronador”
Espero que te guste.


Háblame

Háblame de las rojizas nubes de febrero,
de los tibios atardeceres junto al río.
Háblame, si es preciso,
de la lenta programación de tu trabajo,
del coste horario,
o del proceso que sufre el algodón
para que yo me vista de índigo recalcitrante.

Yo te diré que se ha vuelto a estropear la lavadora
que el pescado ha subido y los tomates
se han puesto por la nubes,
que se hace imposible planear ese viaje a Isla Mauricio.

Te diré, mientras acuno en silencio tu cansancio,
que deberías pasar un plumero por tus sueños,
que deberías quitar las telarañas de tu alma.

Y te diré, pasando el dorso de mi mano
por el imperceptible trazo del horizonte,
que el amor es quererte.

Después...
...te enseñaré a planchar melancolías.


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©MAR – FEBRERO 2007

Encontrarme esta delicadeza, bellísima, y con ese lazo de dedicatoria con la que obsequias mi compañía, mi amistad y mi cariño hacia ti,
es algo extraordinario y que me ha llenado de sentimiento, calor y paz.

Más allá de la belleza del escrito, valoro el sentimiento que desde tu corazón esparces y con el que me obsequias.

Te lo agradezco con toda el alma.

He querido, dedicarte unas letras como respuesta a tan bello obsequio.

La tinta ha salido del corazón, el sentimiento del alma.

Gracias, Marisa.

Millones de besos.

Salud, paz y felicidad.

Te hablo en silencio, desde el alma

Te hablo con la pasión que sienten mis ojos
al acaudillar tu imagen,
con la frescura de la primavera,
el tacto sutil de los pétalos coloridos
y esos rayos luminosos
con los que el sol obsequia el brillo de tu mirada.

Te hablo desde el recóndito sentir del corazón,
desde la lluvia que nos refresca en la mañana,
del canto de los jilgueros
cuando la aurora despierta el día,
te hablo desde el cariño que me brota del alma.

Ahora, te diré,
que desempolvé los sueños,
arranqué aquellas telarañas que maniataban el alma,
que ya no existe un horizonte lejano,
que en silencio te hablo con la pausa obligada
de la melancolía,
la que un día planché como me enseñaste.

Ahora, atiéndeme.

He rodado por el algodón de tus consejos,
por el cálido amanecer de tus palabras,
por la inestimable percepción de tu cariño,
más hoy,
he sentido el aire puro de tu respirar sentido,
la pulcritud de tus deseos,
la dulzura de tus palabras.

Tan solo queda,
decirte que te quiero, amiga.

En silencio, desde el alma.