Canto gregoriano (Dos sonetos asonantes)

[Ana Muela Sopeña]

El monasterio sabe de secretos
en mitad del instinto de la nada.
Por ello en cada canto las palabras
se mezclan con los tonos de los sueños.

Los monjes ya no tienen ningún miedo
al infinito amor que deja brasas
en el cuerpo que huye de las trampas,
para evitar el pozo del deseo.

El tetragrama alberga la liturgia
de un mundo que en el hielo se derrumba
en medio de un oasis de ebriedad.

Todos los aspirantes a la curia
han entregado el ego a la locura
para sentir la luz de lo abisal.

A veces, por las noches, leen un libro
del reino medieval, lleno de santos,
entonces su oración les crea un halo
y sus rostros reflejan otros signos.

Recuerdan la belleza de los siglos
integrada en la sombra de las manos
que escapan de tormentos con los brazos
y encuentran las estrellas en los mitos.

Un joven muy devoto de la Virgen
reza siempre el rosario cada día
y presenta sus dudas sigiloso.

Entonces hay un prior que busca el lince
dentro de enredaderas, en vitrinas,
para ensoñar indicios en el todo.


Ana Muela Sopeña

[Armilo Brotón]

Estimada Ana, los monjes del Corumelo están revolucionados leyendo, con su primer carajillo, tus hermosos sonetos. Tan es así, que se está votando sustituir los aburridos salmos de vísperas por tus versos, eso sí al estilo gregoriano, no se nos vaya a convertir el monasterio en una discoteca.
Versos impregnados de mística, de ebriedad espiritual. La música sale sola, en cada lectura es más armónica a la vez que compleja.
Enhorabuena, amiga, por esta gran inspiración que te ha llevado a profundizar en los rincones de esas piedras y maderas centenarias que albergan tanta historia, retazos de piedad y ese olor antiguo que nos relaja y aparta del mundanal ruido.

Un beso amiga y buen finde

[Ramón Castro Méndez]

No puedo menos que suscribir las palabras de mi prior. Tus versos recogen ese espíritu monacal con mucho acierto, impregnados de mística e incensados convenientemente. Me ha gustado mucho.

Un abrazo grande.

[Carmen Moro Frías]

Hola Ana.
Tus poemas tienen algo original, siempre.
La mística siempre es un puntazo para la poesía.
Un abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Lo dicho, no me extraña para nada la noticia de Armilo de esa revolución en el Corumelo.
Un ritmo majestuoso el de estos sonetos ansonantes.

Me han encantado, amiga Ana.

Un bico.

[Ana Muela Sopeña]

Mil gracias, Armilo, por venir:

Es un honor para mí que los habitantes del Corumelo se sientan bien con estos versos.

Siempre es interesante escuchar gregoriano. Más en estos tiempos en los que el reguetón lo invade todo y no deja mucho lugar a la imaginación...

Sigo con interés todos los movimientos de los monjes del Corumelo.

Tenme informada siempre, por favor...

Con un abrazo
y mi amistad
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Ramón, por tus palabras:

Es siempre una alegría y un honor tu visita.

Un fuerte abrazo
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Agradezco tus palabras, Carmen:

Un fuerte abrazo
Ana

[Alejandro Costa]

Originales y bien construidos estos sonetos asonantes.

Me han gustado.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[Pilar Morte]

Buenos y originales versos, y buen ritmo para este gregoriano que nos une al todo. Ha sido un placer leerte.
Abrazos y salud

[Ana Muela Sopeña]

Gracias por brindarme tus palabras, Ferreiro:

Un fuerte abrazo
Ana

[Ana García]

Muy buenos estos sonetos. Has logrado soliviantar a los monjes del Corumelo. Yo creo que te responderán de alguna forma.
Te felicito efusivamente.
Un fuerte abrazo.

[E. R. Aristy]

El monasterio sabe de secretos
en mitad del instinto de la nada.
Por ello en cada canto las palabras
se mezclan con los tonos de los sueños.

Los monjes ya no tienen ningún miedo
al infinito amor que deja brasas
en el cuerpo que huye de las trampas,
para evitar el pozo del deseo.

El tetragrama alberga la liturgia
de un mundo que en el hielo se derrumba
en medio de un oasis de ebriedad.

Todos los aspirantes a la curia
han entregado el ego a la locura
para sentir la luz de lo abisal.

A veces, por las noches, leen un libro
del reino medieval, lleno de santos,
entonces su oración les crea un halo
y sus rostros reflejan otros signos.

Recuerdan la belleza de los siglos
integrada en la sombra de las manos
que escapan de tormentos con los brazos
y encuentran las estrellas en los mitos.

Un joven muy devoto de la Virgen
reza siempre el rosario cada día
y presenta sus dudas sigiloso.

Entonces hay un prior que busca el lince
dentro de enredaderas, en vitrinas,
para ensoñar indicios en el todo.


Ana Muela Sopeña

Hay solo un monje, el que llevamos dentro y a el le están haciendo un lap dance y una lobotomia . Gozas de grandes talentos y versátiles temas, admirada Ana. Fue casi imposible no hacer paralelismos con el monasterio del Prior Alaireano. Te felicito por tu buen hacer.

[Marisa Peral]

Con estos fantásticos sonetos de Canto Gregoriano, tienes abiertas las puertas del Corumelo, Ana, ándate con ojo que te querrán llevar al Spa.

Es broma, me parece tan complicado escribir sonetos que tienes toda mi admiración, Ana.

Felicidades y un beso.

[Raul Muñoz]

Hermosos sonetos, suenan muy bien y fluyen con gracia y donaire. Muy sugerente la atmósfera espiritual que recreas y muy acertado el final abierto al misterio. Me parece ver una comunicación entre tradiciones, o religiones más elaboradas en la razón teológica ( catolicismo) y chamanismo, religión más natural, menos distorsionada por la teologia o el discurso de la razón. Me refiero a la sublime y portentosa imagen del último terceto: el lince en la enredadera o la vitrina. En todo caso, un lujo de poesía, un placer leerte. Gracias por compartir, Ana.

Un abrazo.