Editorial Alaire

EL ÁRBOL NUEVE

¿Y por qué a este? –le pregunto.
Es el décimo.
De cada diez se tala uno
para aclarar el bosque –me responde
mientras le clava el hacha por la base.
El árbol se sacude.
Da crujidos pautados con las ramas:
crac, crac, crac…
Pareciera que enumerara
o quisiera decirnos algo.
El sonido del árbol al caer
se oye como el lamento del que sufre
una injusticia.
Se equivocó el leñador.
Se confundió.
Pero le da lo mismo.
Solo el árbol caído, otro más grande,
que se encuentra detrás sobrecogido,
y yo, que los conté dos veces,
lo sabemos.
Ya en el suelo,
el árbol aún sigue dando golpes
rítmicos, cadenciosos, con las ramas;
pero se está muriendo: Uno, dos, tres…
…siete, ocho… y, el noveno, el último,
lo da con más vigor, como un reproche,
¡Nueve!
¡Soy el nueve!
Y vuelve a comenzar
con pautas cada vez más débiles.

--oOo--

Sentido poema, que mueve a la sensibilidad. La gracia es sentir lo que nos envuelve. Me gustó, José Manuel, tu forma lírica de presentar las acciones tan crueles, que podemos llegar a realizar, sin darnos cuenta o parar atención. Me gustó leerte. Gracias por compartir.

Un abrazo.

Muchas gracias por el comentario, Raúl.
El poema es una metáfora.
Nadie está exento de sufrir una injusticia o viceversa.
En este caso, al árbol número diez la vida le da una oportunidad inesperada.
Un abrazo
J. Manuel

Muy original y poético.

Además, está lleno de sensibilidad.

Me ha gustado.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.