La última rosa

[J. J. Martínez Ferreiro]

Magnífico poema con un final impecable,Ferreiro.
El yo lírico que observa,siente y reflexiona.

"Deambulo a paso lento,
estrangulando en la mano la última rosa
—quiero recrear
el itinerario curvado
que trazan los pájaros."

Un placer leer tus obras.
Abrazos.

Gracias, amiga Carmela, por tu paso y generosos comentarios. Celebro que hayas disfrutado de estos versos.

Un bico.

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[J. J. Martínez Ferreiro]

Leerte es como visitar un museo.

Cada parte, como comentan mis compañeros, es ya de por sí un poema, y todas ellas, una maravilla.

Como un museo, a cada paso, un nuevo cuadro, a cuál mejor, verlos todos, una maravillosa constelación de obras maestras.

De veras que se disfruta y se aprende con tus letras.

¡Ah!, y las metáforas, geniales.

Un abrazo, compañero.

Salud, paz y felicidad.

Gracias, amigo Alejandro, por la continua generosidad que convierte sobre mi obra poética.

Un fuerte abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Preciosas imágenes en cada estrofa, Ferreiro:

Una gozada para los sentidos...

Me parecen muy sugerentes esos cementerios marinos.

Un beso grande
Enhorabuena
Ana

Graciñas, amiga Ana, por tu generosos comentarios.

Un bico.

[Rafel Calle]

Con los cambios creo que ha mejorado mucho, ahora lo veo cohesionado, muy bello y llega con mucha potencia evocadora, es decir, un buen poema, amigo Ferreiro.
Mi más cordial enhorabuena por este logro, uno más que añadir a tu obra, compañero.
Un fuerte abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Entre ese instante que nunca ocurrirá y los cuervos que se asientan en la plaza nos mueves por un piélago de dudas existenciales y experiencias cuajadas de íntimas emociones que arropan el mágico simbolismo de tus versos, amigo Ferreiro. Un grato placer acompañarte en estos versos. Abrazo y salud.

[E. R. Aristy]

Cae la tarde.
La traza de los cuerpos
se asombra a mi lado.
Ya había cruzado esta plaza
pero los cuervos no estaban.

Afuera del teatro nadie sabe
qué personajes son reales.
—muchos quedan soñando,
intensos, brillantes,
enmarcados en seda pálida.

Tengo la sensación de una transparencia
que todavía no es contradicción.
Y pienso el corazón
como un origen de la noche.

Acudo a los cementerios marinos;
sólo allí la espuma es brillante.

Deambulo a paso lento,
estrangulando en la mano la última rosa.
Intento recrear
el errático itinerario
que trazan los pájaros.

No me acostumbro
a ver siempre las mismas estrellas
—por siglos se disputan los creyentes
el vacío que se abre entre sus formas.

Siento, finalmente, el latido
de un instante que nunca ocurrirá.

Un poema a la distinción de cada mente. Al yo personal en contraste con la mentalidad del grupo. El cierre es misterioso más que científico. Lo cual propone la meditación. Te felicito, Ferreiro!