No es el tiempo la cosa que nos lleva o nos saca entre los corazones de los otros.
Fíjate en el vuelo indolente de las briznas de paja en primavera.
Necesarias para el grano, se acomodan a la luz, no pretenden ser otra cosa.
No abuses de la buena voluntad de quien te reciba, ni de aquellos a quienes pidas una cerilla y la enciendan por ti.
Respeta y admite. No uses a mujeres y hombres como peldaños, como piedras para asomarte al otro lado de la tapia; si te encuentras escaso de estatura ten en cuenta que las escaleras también se bajan.
Convencer no es seducir, la seducción es de mimbre aguado. Convence por ti, sin auparte a hombros de incautos como pretexto para cubrir los flojos argumentos con sonrisa de noche; igualmente, cuídate de emplear subterfugios con los templados, tienen alma de acero, flexible pero no permanentemente elástica.
Forja la tuya con la temperatura adecuada, báñala en aceite y comprueba su rectitud. Si te equivocas, no te excuses, no culpes, y vuelve a la forja con humildad. Si no, continuará tan débil como peltre.
Tampoco busques cómplices entre los templados, no los encontrarás dispuestos a la connivencia para el auxilio egocéntrico;
te advertirán, tenlo presente, considéralo, si acaso te servirán de oriente.
No ofendas al que ignora, enseña sin la soberbia del necio. No ofendas a quien te tienda la mano, agradece sin la mezquindad del vanidoso. Si ignoras, acéptalo e instrúyete sin trampantojos. Si tiendes la mano, hazlo con nobleza. De otro modo no crecerás, te agostarás endurecido pero frágil, dependiente perpetuo del agua de los otros, de la que solo te llegarán gotas por el engaño momentáneo en el comercio de la amistad voceada; siempre fruto de no beber el vino por deleite.
Aférrate al viento de la honestidad, al que inflama de azul las llamas del pensamiento.
Evita contribuir al vendaval seductor de los ruines, solo reduce las brasas.
Afírmate con tus actos, y no con las palabras.
Aléjate de la jactancia, el petulante se desdibuja a trasluz al proclamarse césar y bufón de amores y saberes.
Mide antes de cortar. Yerras si subestimas.
Tal vez te quedará más claro si resumo:
No pises las margaritas, no enfades a los rinocerontes.