frases y argucias,
balbuceo, solo, un discurso para los que creo que lo necesitan.
Como en diáspora se alejan talles y figuras,
sombras que cuajo, con una mirada,
brevedad, bailas sobre la injuria.
Ungidos tus senos, ah, del aire,
sextantes y constelaciones y mar y cielo,
espuma, basta.
Vasta espuma para que nazcan las orillas,
las de las cosas inservibles,
entrecejos, vástagos, bolsas de cartón,
botellas de repuesto,
respuestas.
Tiburones y spots publicitarios,
no me quitáis la voz de lo mismo,
escucho demanda, escucho
demanda,
pésimo.
No hablo sobre cómo pienso.
Pinto, o grabo un sonido a muy baja frecuencia.
No es un dibujo, es la embajada de los paritorios.
Y un decibelio, se corta.
Y un trazo o una línea, se cortan.
Recíprocos,
como la evolución y la ética,
duermen mis párpados,
blanqueando el espejo con la luna que soñé,
me yergo y se me ocurre investigar sobre la vida,
hasta encontrar el punto en que diserto
banalidades,
o en que amo la historia,
esa metalingüística,
y,
aumenta la libertad de decirte que:
"Tú eres lo mío y yo lo tuyo".
Mensaje, misiva.
Dos de cara al mismo modo,
iguales,
ah, dos no hay.
Cruzando rutas y senderos,
superan la lástima,
de una vida, media vida o menos, o más de una vida,
los más creyentes.
Encuentro.
Alertas fuera, dejo mi cuerpo predispuesto.
Solo así lo he querido.
Soy de palabra.
Me oyes.
En cada momento amarás lo que yo ame.
Victoria.
Hasta aquí puedo ver tu sonrisa o tus ojos,
como si fuera un hombre entre la niebla,
o en las nubes.
Iguales.
Siempre iguales…
Me describo.
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Las mil y una creencias
son las mil y una noches:
Nunca han visto la luz.
Este viento cansado no se mueve por ráfagas
y permanece estático, como orillas de fuego,
incapaces de perfilar el bosque.
La flor más destructiva brota en la soledad.
No puedo decorar jarrones con la mente,
ni sentirme culpable ni inocente.
En un estado neutro crece la sensación
de querer mucho más de lo que es necesario.
Ahí radica el fondo de las cosas.
Sin nadie es la quimera de no poder volver la vista atrás.
El resto solo sirve cuando hay divisiones.
Y los parias se escudan en su propia visión del universo.
La invisibilidad ante el sistema
solo es cosa de alá.
A nadie identifica
la palabra de dios,
ni tampoco el concepto solapado
llamado sociedad.
Pertenezco a mi madre y a mi padre,
y a las cosas que nunca cambiaría.
No hay cortina de humo,
nadie maneja al hombre.
Resistir lo caótico
es el próximo paso
de nuestra evolución.
Me embelesó del mundo
tu atención,
no observo ya ningún otro paisaje.
Y lo siguiente fue un acto reflejo:
Desde entonces ya puedo contemplarme en tus ojos,
automáticamente.
Me has subido hasta el clímax, y sin pestañear.
Tus besos deshicieron mi caída al vacío,
me mostraron espacios que creía extinguidos.
Derritió mis caricias
el brillo incontestable de tu incendio
que convirtió en ceniza mis preguntas,
un diluvio de dudas me ungió y me renovó.
No quemaba tu piel,
solo mis fantasías.
Sobrevivió la sombra de mis dedos,
de la cual desperté.
Hasta que me sumí en tu silueta,
no conocí la vida.
Me entrego,
te quiero,
me estoy enamorando,
solamente a través del espejo del alma.
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Entras en mi mundo,
puedes ver fuego rayando el futuro,
arcanos tableros sin casillas,
vivarachas antesalas…
Del orden.
Oportunidades a mi pasado.
Fallos, gazapos, dedazos, lapsus calami, errores, faltas.
Ortografía conductual.
Mi alma, en un puño, o en el verso,
sabios alicaídos, o deshuesados,
marcan manuscritos.
Estigma de todos mis demonios,
salpícame el ciclo de la duda.
Cuando un fantasma se va,
otro ha venido.
Desheredadme de vuestro sello, de vuestro espejo.
Cuerpo humano que se olvida del hombre que le habita…
O la vida.
Señales en mis ojos, curan el rostro.
Carga en mis costados, dientes en la consigna.
Eres un mero ejemplo, la inmensidad del porqué quiero hacerlo fácil…
Esta vez.
Oda a las estrellas,
cuernos de caracol,
blasfemias,
antídoto…
Para compartir una sola dosis con lo que me cautiva.
Con lo que me dices del cielo, es suficiente,
para callarme o para hacer que hable…
El hombre que con el amarillo chillón ya se sobreexcita.
Con tu universo,
sembraré mi piel,
o lo que es lo mismo,
mis manos conocerán la cosecha,
mosaico,
nuncas,
Íncubos…
Pero sólo y solamente, tu significado.
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Calma, calculado, está todo calculado.
Si la ansiedad se cura, es porque eres una persona que parece conocerse,
que sabe…
Que a cada poema le falta un poco de todo.
El resto, en el manual de escritor.
Escrito, de mi puño y letra.
Lo llevo dentro.
Planos y tesoros, sois las alhajas de mi tejado.
Diamantinos, ayeres, saco suciedad, no brillo.
No hasta que termine.
Mi butaca y los neurotransmisores,
las siestas y las amigdalitis,
fiebre del conocimiento.
Hambre en las farmacias, pastillas que no vuelven del hígado.
Sonrisa, latas de cerveza, ingredientes y condimentos para una depresión,
Y un valle encantado…
No quiero asustar, ni asisto a conciertos,
mogollón y cogollos.
Mecheros que son más llamativos por su diseño, que por la llama…
Esta ola de calor es como la alopecia,
no encuentro ninguna relación entre estos versos,
se me viene la primavera encima.
Papeles y más papeles y circunvalaciones,
retroceso hacia el mar del sur de la península,
pertenezco a una brújula que cruje, tosca y rudimentaria.
Desde una curva, veo.
Con un tapón en cada oído, escucho.
Cuando me trago las palabras, las degusto.
Se aturulla el ciclo de las nubes,
el atlas me enseñó algo:
"Dar la vuelta a un mapamundi, es toda la imaginación necesaria para cambiar el planeta".
Y mi intención no es simple,
más no puedo amar,
lo hago en clandestinidad,
forjando el esqueleto,
la predisposición para llenarlo de humanidad,
mejor dicho, de la inmunidad que flota en el aire,
como una falda al viento, con volantes.
Sé que en cada cadáver hubo algo…
Algo, vida, realidad, o simplemente relatividad.
Taburetes y posavasos,
desmadre, borrachera, vómitos,
todo tiene su trasfondo.
El mío, un retablo que ilustre algo en lo que creer.
Ay, anzuelo, pescar en río revuelto,
es como violar la ley,
los cinco sentidos dejan ganas de otro,
quizá más agudo,
que revele a la gente que a cada paso que te adentras en el bosque, vés más árboles caídos.
Sed de amor,
sacrifico todo el agua por ti.
Ése es el mensaje en la botella.
Si no fuera por ti, desaparecería el tiempo para hablar de todo lo que me mantiene vivo.
Mujer o poesía.
Sin musa.
Líneas difusas.
Piernas y caderas, anatomía.
Ya se han deshecho los bastidores y la cortina de humo.
Nadie los ha tocado.
Ah, más no te puedo amar,
aunque lo haga a mil revoluciones por minuto,
lo demuestro así, y no soy insurrecto, ni te conquisto.
Como un mosquito,
parásitos del cielo,
le sacamos arreboles,
y la sangre, el rosario de la aurora.
La otra cara es la esperanza,
víctima de un accidente de tránsito,
si no apareces hoy, lo harás mañana…
Busco pareja, por simetría, por completar la misma mirada.
Ah,
ah,
ah,
ahí sí que no puedo pedirte nada,
ah, ojo del cosmos.
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Seas flaco, enjuto, espigado.
Hay terrazas, películas épicas, imprentas, videojuegos, para ti.
Si lo que buscas son mujeres, te diré, ay hermano,
qué bonito es vivir.
Nicotina, compuestos alcalinos, aldehídos,
son venenos con etcéteras,
una muerte más lenta,
pero no tengo prejuicios,
también son palabras, como el cianuro y el arsénico.
No todo sirve para matar.
Ni todo sirve para morir.
El ocaso es un recorrido sin final, por algo gira el planeta.
Pero la desgracia tiene un punto débil.
Y no hay cura ni remedio para la belleza,
ese cambio de enfoque,
mecanismo con su disparador incorporado.
Toldos, tendederos, chiringuitos,
turismo, aparcamientos y parquímetros,
no son parques con columpios y toboganes,
ni un film basado en hechos reales
se aproxima a la realidad,
no para los críticos.
Es lo mismo, una vez me dije que la hermosura podía salvar al mundo,
me lo dije porque lo leí,
qué sería de mí si nunca hubiese leído eso.
Mis versos son personales, pero no un rato más.
No tengo tiempo para mí.
Y así me va mucho mejor.
Las patatas me lo agradecerán.
Y los mundos paralelos.
Y Dios.
Y Satán.
Y los escaparates.
Y las plantas.
Y la ciencia infusa.
Abrazo y acaricio.
Juego y correteo.
Amo.
Lo más importante.
Amo.
Sin dueño.
Sin correa.
Sin fusta ni yugo.
Amo hasta sin tener la oportunidad de amar.
Lo que más amo es lo que lo hace más difícil.
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En la helada del viento que he llevado en mi vientre,
como las risotadas clandestinas,
el miedo se sentía en las miradas,
como un cristal de terciopelo,
mineral de los puntos cardinales,
imperio de los ríos que desprenden la tierra,
corazones, cimientos de la piel,
a quienes sin quererlo, fuimos predestinados,
se dirige a vosotros esta voz, pues sin vida ni muerte,
lo hace desde el limbo,
equilibrio entre el tiempo y el espacio,
para que la distancia me cubra de serpientes,
los minutos entiendan que vivo en el exilio,
las ilusiones sean pasajeras, y no sólo de efímeros instantes,
sino del tren de la existencia,
que las estrellas cuiden, que la nube oscurece,
y que el cielo provee, con sombras y con luces,
y que a mí se me inunda este momento,
el amor de mi mano por el folio
me es insuficiente,
y todo lo demás es un espejo,
donde miro poniendo el mundo por delante.
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Retornos improvisados,
ah, la vida es así.
Suprimir algo que no puedas definir.
Bueno o malo.
Claro u oscuro.
Hay capotazos y estocadas,
sufrimiento y dolor,
Formas de imitación, subastas y usufructos,
he heredado lo más ínfimo,
ah, cromosomas, me falta la corona o la batuta.
Gobernar con justicia es imposible,
siempre hay algo programado para destruir,
el hombre no construye,
me apunto a la reproducción.
Esto son vocablos, ejemplos, referencias,
escritos con un retardo infinito,
que hay zapatilla para andar por casa,
y aburrimiento.
Quiero expresar mi opinión sobre el amor,
decir que eso nunca cambia,
pero me interrumpe otro pensamiento.
Se me olvida, y algo que no encaja ocupa su lugar.
Así se acciona el engranaje,
aparecen destinos en mi mente,
adioses en la memoria,
consecuencias sin causa,
coincidencias.
Lógico que los ratones coman queso de las trampas,
los peces, del anzuelo,
nadie conoce la exactitud de lo que piensa,
ni sus repercusiones.
Se abre el cielo,
se convierte en una encrucijada,
laberinto,
en algo abrupto, que observa desde el anfiteatro,
anfitrión que a la poesía más profunda trata de usted.
El perfume de la transformación,
significa fragancia sobre sucio,
hay quien limpia sobre limpio,
y hay quien escribe algo como esto,
un poema sobre otro,
un cuerpo encima de su espíritu.
Cuanto más lejos de la ilusión,
más árido y desértico.
Cuanto más oscuro y reflexivo,
más sube el precio de la vida,
Nos ha sacado ventaja…
Nos va a sacar de ella…
Eso no lo pone nadie en duda.
Por qué tanto empeño en fingir que te quiero,
en fingir que no estás,
en fingir, ah, del aire que respiro.
Necesito algo y hurgo en mi mente…
Cuando no necesito nada, caigo en lo codiciosa que es la psique.
Te quiero, te quiero, y te quiero.
Tres veces te lo digo, el eco es una forma de posteridad.
Y tú…
Tú eres lo que a veces se ha sentido tan solo como un cebo,
despiertas sentimientos en mí que desconocía,
así es que fantaseo,
contigo,
con la sombra de tu pelo ocupando mi memoria,
con un silencio lógico, entre semicorcheas.
Tú eres lo que viajó por toda mi existencia.