La vida es una enfermedad ¿Los sueños? su antídoto
Publicado: Jue, 29 Feb 2024 11:50
La vida es sueño
Pedro Calderón de la Barca, escribió algún día, algo referente a los sueños que invaden al ser humano, pero en su ansia de hacerlo bello, cometió un error, que, en nuestra época, se ha convertido en algo imposible de imaginar.
Decir que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son, suena poético lírico y bello, pero, ¿qué diría el bueno de Calderón si viviera en nuestro mundo actual? ¿Seguiría siendo la vida un sueño? Tal vez lo cambiaría por pesadilla.
Pero, siendo sabio, como lo era, decidió dar un toque de atención y en un rincón de su escrito, reflexiona y se da cuenta que todo no es lo bello que aparenta, que la mente falsea con sus sueños, y que la realidad es otra cosa muy diferente. Y con lógica y suspense, dice en un apartado que, la vida es un sueño y la muerte el despertar. Casi como si estuviera en pleno siglo XXI.
Anochece.
La consciencia descansa cuando las aves insonoras deciden apaciguar la mente, inmolar el cuerpo y solapar la vista. El insomnio aterriza sobre la pista del asfalto cotidiano, mientras las arañas duermen enredadas en sus telas y el luto nocturno prepara otra nueva sesión.
Mantengo viva la vela de la noche y tras varias vueltas desterrando sábanas y amordazando hilos de una manta manía, dejo que mi cuerpo, mutilado de cansancio, reproduzca alguna imagen, que corte, en otra noche descarnada, el padecer que aturde las insensatas jornadas.
- Era Neruda un buen amigo, demasiado capaz de crear versos que lucharan con los míos en la factoría de papel del maestro librero. No quería que se ocupara de llamar la atención en el círculo de los amigos de los versos, me agobiaba que fuera él el que dominara los versos con su escritura, que sus poemas destruyeran el quehacer de los míos, así que trataba de disimular ante su presencia y dormía sumido en pesadillas, por mi situación incomprendida y por el poder de que mis ruegos se hiciesen realidad. Estoy atormentado, y tan solo puedo pasearme por mi mundo de amor, del que nadie entiende, del que nadie me deja disfrutar, y que, la vida encierra en un círculo cerrado, donde me hallo encarcelado e inmolo los ojos de tantas lágrimas partidas desde el corazón y sangradas por el alma. ¿No entiendes mi dolor?
“Este alacrán que por mi pecho mora.” (1)
“…si soy el perro de tu señorío” (2)
“pero sigue durmiendo, vida mía.
¡Oye mi sangre rota en los violines!” (3)
- Yo no soy tu enemigo, Federico, mi enemigo es el amor que me impulsa a llorar en mis soledades, a atormentarme en las noches sin compañía, a llenarme de paz con tus letras y ahogarme sin remedio entre las mías. He llorado y he padecido, pero nunca dudé de quién eras, quienes somos, o el padecer que ambos llevamos en las alforjas. No creas todo lo que tus ojos lloren, ni lo que tu mente abrigue y te maltrate.
“...Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y estos sean
los últimos versos que yo le escribo.” (4)
- Pero no te equivoques, amigo, nuestros cuerpos, nuestras almas, no son los únicos que sangran, sangran nuestros corazones de arena y la voz que en silencio nos atormenta.
- No seremos los últimos en hacerlo, no existe medicina que alivie a aquellos que en nuestro sentir sufrimos, y que sea nuestro sufrir el hilo conductor de nuestro sufrimiento.
- Siempre renegaste de Miguel. Él reniega de su propia vida. Padece en una vida sin lluvia fresca, sin flores y dormido cualquier paisaje que le dote de libertad. No estamos solos Federico. El agua yace cuando ya no es cristalina, y la lluvia llora barro cuando es el cielo el que extiende su sufrir por este mundo oscuro, con dolor y sin pena. Miguel te quiso, te quiere y muere con el sabor de tu poesía y con el dolor de silencio.
“No sé por qué ni cómo, me perdono la vida, día a día.” (5)
- Tan solo somos mártires de nuestro anegado sufrimiento y de la triste belleza de nuestros sentimientos.
Amanece.
El jugo de la noche, dormita para siempre, el fuego derrite los pasajes adormecidos y la mañana se comporta cómo vómito de un sueño que aún duerme en la almohada y deja su esencia en el infinito. Hoy me cargaré, de nuevo, de soledades, vivencias no deseadas y de la ruindad de un mundo capaz de convertir la felicidad y la belleza, en martirio, sufrimiento, destrucción y muerte.
Tan solo perdura, la llama de una vela y la cera yaciente, derretida y agotada.
Siempre me quedarán los sueños de poeta.
(1) Llagas de amor (Sonetos del amor oscuro – Federico García Lorca)
(2) Soneto de la dulce queja (Sonetos del amor oscuro – Federico García Lorca)
(3) El amor duerme en el pecho del poeta (Sonetos del amor oscuro – Federico García Lorca)
(4) Poema XX (Veinte poemas de amor y una canción desesperada – Pablo Neruda)
(5) Me sobra el corazón (Miguel Hernández)
Pedro Calderón de la Barca, escribió algún día, algo referente a los sueños que invaden al ser humano, pero en su ansia de hacerlo bello, cometió un error, que, en nuestra época, se ha convertido en algo imposible de imaginar.
Decir que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son, suena poético lírico y bello, pero, ¿qué diría el bueno de Calderón si viviera en nuestro mundo actual? ¿Seguiría siendo la vida un sueño? Tal vez lo cambiaría por pesadilla.
Pero, siendo sabio, como lo era, decidió dar un toque de atención y en un rincón de su escrito, reflexiona y se da cuenta que todo no es lo bello que aparenta, que la mente falsea con sus sueños, y que la realidad es otra cosa muy diferente. Y con lógica y suspense, dice en un apartado que, la vida es un sueño y la muerte el despertar. Casi como si estuviera en pleno siglo XXI.
Anochece.
La consciencia descansa cuando las aves insonoras deciden apaciguar la mente, inmolar el cuerpo y solapar la vista. El insomnio aterriza sobre la pista del asfalto cotidiano, mientras las arañas duermen enredadas en sus telas y el luto nocturno prepara otra nueva sesión.
Mantengo viva la vela de la noche y tras varias vueltas desterrando sábanas y amordazando hilos de una manta manía, dejo que mi cuerpo, mutilado de cansancio, reproduzca alguna imagen, que corte, en otra noche descarnada, el padecer que aturde las insensatas jornadas.
- Era Neruda un buen amigo, demasiado capaz de crear versos que lucharan con los míos en la factoría de papel del maestro librero. No quería que se ocupara de llamar la atención en el círculo de los amigos de los versos, me agobiaba que fuera él el que dominara los versos con su escritura, que sus poemas destruyeran el quehacer de los míos, así que trataba de disimular ante su presencia y dormía sumido en pesadillas, por mi situación incomprendida y por el poder de que mis ruegos se hiciesen realidad. Estoy atormentado, y tan solo puedo pasearme por mi mundo de amor, del que nadie entiende, del que nadie me deja disfrutar, y que, la vida encierra en un círculo cerrado, donde me hallo encarcelado e inmolo los ojos de tantas lágrimas partidas desde el corazón y sangradas por el alma. ¿No entiendes mi dolor?
“Este alacrán que por mi pecho mora.” (1)
“…si soy el perro de tu señorío” (2)
“pero sigue durmiendo, vida mía.
¡Oye mi sangre rota en los violines!” (3)
- Yo no soy tu enemigo, Federico, mi enemigo es el amor que me impulsa a llorar en mis soledades, a atormentarme en las noches sin compañía, a llenarme de paz con tus letras y ahogarme sin remedio entre las mías. He llorado y he padecido, pero nunca dudé de quién eras, quienes somos, o el padecer que ambos llevamos en las alforjas. No creas todo lo que tus ojos lloren, ni lo que tu mente abrigue y te maltrate.
“...Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y estos sean
los últimos versos que yo le escribo.” (4)
- Pero no te equivoques, amigo, nuestros cuerpos, nuestras almas, no son los únicos que sangran, sangran nuestros corazones de arena y la voz que en silencio nos atormenta.
- No seremos los últimos en hacerlo, no existe medicina que alivie a aquellos que en nuestro sentir sufrimos, y que sea nuestro sufrir el hilo conductor de nuestro sufrimiento.
- Siempre renegaste de Miguel. Él reniega de su propia vida. Padece en una vida sin lluvia fresca, sin flores y dormido cualquier paisaje que le dote de libertad. No estamos solos Federico. El agua yace cuando ya no es cristalina, y la lluvia llora barro cuando es el cielo el que extiende su sufrir por este mundo oscuro, con dolor y sin pena. Miguel te quiso, te quiere y muere con el sabor de tu poesía y con el dolor de silencio.
“No sé por qué ni cómo, me perdono la vida, día a día.” (5)
- Tan solo somos mártires de nuestro anegado sufrimiento y de la triste belleza de nuestros sentimientos.
Amanece.
El jugo de la noche, dormita para siempre, el fuego derrite los pasajes adormecidos y la mañana se comporta cómo vómito de un sueño que aún duerme en la almohada y deja su esencia en el infinito. Hoy me cargaré, de nuevo, de soledades, vivencias no deseadas y de la ruindad de un mundo capaz de convertir la felicidad y la belleza, en martirio, sufrimiento, destrucción y muerte.
Tan solo perdura, la llama de una vela y la cera yaciente, derretida y agotada.
Siempre me quedarán los sueños de poeta.
(1) Llagas de amor (Sonetos del amor oscuro – Federico García Lorca)
(2) Soneto de la dulce queja (Sonetos del amor oscuro – Federico García Lorca)
(3) El amor duerme en el pecho del poeta (Sonetos del amor oscuro – Federico García Lorca)
(4) Poema XX (Veinte poemas de amor y una canción desesperada – Pablo Neruda)
(5) Me sobra el corazón (Miguel Hernández)