Editorial Alaire

Pilar Morte escribió: ↑Jue, 22 Feb 2024 13:28 Muy triste pero muy buen poema. Las imágenes se suceden nítidas, con lágrimas en alas de mariposas. Un placer leerte.
Un abrazo grande

Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 22 Feb 2024 12:44 No dudo de la tormenta
aunque no dispongo de un sol para despedirla.

Son tantos los conciertos enterrados,
las mariposas intentando cambiar la pigmentación de sus alas,
que ignoro el valor de los desiertos
aún, cuando se nutren del fulgor del ambiente,
del sudor que nace en la raíz de mis entrañas
y se esparce por cualquier nido de escorpiones
qué moran en la cruz pasionaria de mis heridas.

Pero,
hay aves que revolotean por los falsos de mi ignorancia,
a pesar de que los buitres esperan sacar tajada,
y una ola de demencia
me arrastra como un tsunami
por esos mundos embarrados de indiferencia.

El cielo,
lentamente me ha cerrado la puerta,
ya no tengo motivos,
ni acaso fuerzas,
para buscar al dios de la naturaleza,
solicitarle audiencia,
pedirle perdón
y rezarle de rodillas como una aflicción de súplica.

Pero,
al final,
siempre sucede lo mismo,
las mariposas no son capaces de decorar sus alas,
me encuentro sentado sobre un nido de escorpiones,
y los hostiles buitres,
continúan esperando pacientemente.

Y, aun así,
sigo sin dudar de la tormenta,
a pesar de no existir sol que aclare mi demencia.

Gustavo Cavicchia escribió: ↑Jue, 22 Feb 2024 15:58 La felicidad tampoco debería traerle dudas. Siempre que llovió paro. Y el sol siempre anda por algún lugar.

Concha Vidal escribió: ↑Lun, 26 Feb 2024 19:43 ¡¡ Aysss Jandro, qué tristeza tan tremenda destila este poema, pero lo has bordado. Tiene las imágenes nítidas, las metáforas te hacen sentir el miedo a los escorpiones, los pájaros, casi ya los veo hasta negros...
Enhorabuena de verdad.
Abrazotes de mar compartido.

E. R. Aristy escribió: ↑Jue, 29 Feb 2024 22:46

Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 22 Feb 2024 12:44 No dudo de la tormenta
aunque no dispongo de un sol para despedirla.

Son tantos los conciertos enterrados,
las mariposas intentando cambiar la pigmentación de sus alas,
que ignoro el valor de los desiertos
aún, cuando se nutren del fulgor del ambiente,
del sudor que nace en la raíz de mis entrañas
y se esparce por cualquier nido de escorpiones
qué moran en la cruz pasionaria de mis heridas.

Pero,
hay aves que revolotean por los falsos de mi ignorancia,
a pesar de que los buitres esperan sacar tajada,
y una ola de demencia
me arrastra como un tsunami
por esos mundos embarrados de indiferencia.

El cielo,
lentamente me ha cerrado la puerta,
ya no tengo motivos,
ni acaso fuerzas,
para buscar al dios de la naturaleza,
solicitarle audiencia,
pedirle perdón
y rezarle de rodillas como una aflicción de súplica.

Pero,
al final,
siempre sucede lo mismo,
las mariposas no son capaces de decorar sus alas,
me encuentro sentado sobre un nido de escorpiones,
y los hostiles buitres,
continúan esperando pacientemente.

Y, aun así,
sigo sin dudar de la tormenta,
a pesar de no existir sol que aclare mi demencia.

Me gusta mucho esta odisea sublime dibujada en valientes imágenes, Alejandro. Alguien diría: párate y aléjate de esas situaciones o condiciones, pero en realidad hay que pasar por esos procesos, toda tormenta es importante e imprescindible para el crecimiento. Todo el poema es vibrante aunque triste. Abrazos

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Vie, 01 Mar 2024 11:41 La tristeza de tu poema nos envuelve, pero con tanta belleza que estremece.

Te aplaudo
Enhorabuena, Alejandro
Ana

Marisa Peral escribió: ↑Dom, 03 Mar 2024 21:25 No dudo de la tormenta
aunque no dispongo de un sol para despedirla.

Así empieza este poema, Alejandro, y a pesar de la tristeza, aunque el desaliento y la decepción están entre tus versos, siempre sale el sol después de la tormenta.

Me ha gustado como lo expresas porque tiene tu sentir.


Un beso y gracias por compartir.