Vergüenza
Publicado: Dom, 18 Feb 2024 16:21
Plutonio irisa sus cabellos y acaricia su piel
de terciopelo nitrogenado.
La blanda madrugada del mineral besa la noche,
las pinturas rupestres tatúan los témpanos de hielo,
la nieve pura arrulla en la flora intestinal del cielo
con suavidad se desprende en forma de helio incoloro
simulando suaves y longevas pompas de jabón.
Los orificios blandos se asemejan a lagunas de estaño,
brillando entre la inmaculada y virgen esclerótica.
El iris se recuesta sobre los montes nevados.
Las estampas de mercurio descienden los valles
con sus retratos familiares.
El aire se torna metal sólido, enrarecido,
se condensa en el delgado hilo de luz
que asciende la oquedad enmarañada
por telarañas de aluminio licuado;
en ellas cuelga un crepúsculo
reducido a su mínima capacidad de expresión.
Palpita una membrana esférica y sonrojada
soñando con defecar refulgentes bastones.
“No hay nada comparable al sol”. Piensa el hombre de acero
tras contemplar sus radiografías a la luz
de la tímida membrana del cielo morado.
de terciopelo nitrogenado.
La blanda madrugada del mineral besa la noche,
las pinturas rupestres tatúan los témpanos de hielo,
la nieve pura arrulla en la flora intestinal del cielo
con suavidad se desprende en forma de helio incoloro
simulando suaves y longevas pompas de jabón.
Los orificios blandos se asemejan a lagunas de estaño,
brillando entre la inmaculada y virgen esclerótica.
El iris se recuesta sobre los montes nevados.
Las estampas de mercurio descienden los valles
con sus retratos familiares.
El aire se torna metal sólido, enrarecido,
se condensa en el delgado hilo de luz
que asciende la oquedad enmarañada
por telarañas de aluminio licuado;
en ellas cuelga un crepúsculo
reducido a su mínima capacidad de expresión.
Palpita una membrana esférica y sonrojada
soñando con defecar refulgentes bastones.
“No hay nada comparable al sol”. Piensa el hombre de acero
tras contemplar sus radiografías a la luz
de la tímida membrana del cielo morado.