Editorial Alaire

Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 25 Ene 2024 16:33 ¿Te has fijado?
Todos nos miramos cuando transitamos por adoquines desnudos.
Acaso, es posible, que no seamos todos,
es igual,
nos miremos o no, todos tenemos el mismo final,
sin réplica, sin llanto,
sin posibilidad de evitarlo.
A todos nos esperan a la vuelta de la esquina.

Flores que endulzan nuestros atolondrados días,
árboles que mueven sus ramas al ritmo de la brisa,
enigmáticas jornadas con cúpulas de risas y llantos,
el valor de una sonrisa,
el llanto de un indigente,
al que no le importa el asfalto,
el ruido que tanto aturde,
el chillido de un niño reclamando su justicia mental,
el aire de un día cualquiera balbuceando su ritmo,
el silencio aterrador en una rutina de histerias y ruido,
el vientre primerizo de quien espera un retoño,
el murmullo callado de un féretro en su despedida,
un ayer que ya no existe,
un mañana que se nos hace lejano.

Ahora lloran los ojos,
el cielo me acompaña con una lluvia fina,
como un llanto donde enterrar una atmósfera sucia.

Es noviembre,
encharcado, triste y arruinado.
Soy yo, el transeúnte que queda,
al que las miradas ya no le valen.
Soy el que se pierde en cualquier paseo,
el que oye el silencio y no escucha el bullicio,
el que apenas recuerda el pasado,
no entiende el presente,
aquel que no conocerá el futuro.

Otoño descama el abrazo de los árboles,
esconde la salud del sol,
y alfombra de tristeza y calma los senderos
con las hojas robadas a los bosques,
tiñe los cielos con el gris sangrado a la melancolía,
y entre bruma cerrada incomoda la búsqueda.

Noviembre, otoño,
entre ecos escucho la llamada,
suavemente, la niebla corre su cortina,
nadie me mira,
no oigo nada más que silencio.

Mi paseo acaba ya,
tan solo queda detenerme en mi esquina y esperar.

Óscar Distéfano escribió: ↑Jue, 25 Ene 2024 18:05 Y, sí, compañero. A la vuelta de la esquina se encuentra la cruda realidad, eso que llaman el destino irrevocable. Tu poema, descarnado y filoso, me hizo sentir como que voy caminando por un brete, sin opción ni alternativa, hasta esa esquina maldita que has señalado.
Tu poema, que me ha gustado mucho, es una búsqueda del ser, de la desgracia del ser. Sólo la poesía hace posible que abracemos la vida con nuestras uñas, gracias a la belleza, a la verdad, y a la emoción de sentirnos poetas. Aleluya.

Un abrazo fuerte.
Óscar

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Jue, 25 Ene 2024 21:16 Un poemazo, Alejandro:

Belleza, verdad. Filosofía y Poesía.

Has escrito con mucha elegancia sobre lo terrible que nos espera. Pero por eso mismo... porque nuestro fin inexorablemente es partir hacia el otro mundo debemos amar la vida y la poesía apasionadamente y no rendirnos al desaliento.

Aplausos
Un beso grande
Ana

José Manuel F. Febles escribió: ↑Vie, 26 Ene 2024 9:13 Es la poesía, amigo Alejandro, la que nos acerca y comprende, con tu voz reposada, que la distancia de esa inquietante esquina, como una penumbra hecha de luz, nos arrastra ,inexorablemente , hacia ese mundo que no conocemos, pero nos impacta su llegada al doblar la esquina..
Magnifico poema. Me ha gustado mucho.

Un feuerte abrazo, amigo mío, desde la soledad de mi isla.

José Manuel F. Febles

Gustavo Cavicchia escribió: ↑Vie, 26 Ene 2024 13:03 Angustiante poema. Pero también pienso que no todos los días son de llovizna y que en las esquinas se pueden esperan cosas buenas.

E. R. Aristy escribió: ↑Lun, 29 Ene 2024 1:08

Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 25 Ene 2024 16:33 ¿Te has fijado?
Todos nos miramos cuando transitamos por adoquines desnudos.
Acaso, es posible, que no seamos todos,
es igual,
nos miremos o no, todos tenemos el mismo final,
sin réplica, sin llanto,
sin posibilidad de evitarlo.
A todos nos esperan a la vuelta de la esquina.

Flores que endulzan nuestros atolondrados días,
árboles que mueven sus ramas al ritmo de la brisa,
enigmáticas jornadas con cúpulas de risas y llantos,
el valor de una sonrisa,
el llanto de un indigente,
al que no le importa el asfalto,
el ruido que tanto aturde,
el chillido de un niño reclamando su justicia mental,
el aire de un día cualquiera balbuceando su ritmo,
el silencio aterrador en una rutina de histerias y ruido,
el vientre primerizo de quien espera un retoño,
el murmullo callado de un féretro en su despedida,
un ayer que ya no existe,
un mañana que se nos hace lejano.

Ahora lloran los ojos,
el cielo me acompaña con una lluvia fina,
como un llanto donde enterrar una atmósfera sucia.

Es noviembre,
encharcado, triste y arruinado.
Soy yo, el transeúnte que queda,
al que las miradas ya no le valen.
Soy el que se pierde en cualquier paseo,
el que oye el silencio y no escucha el bullicio,
el que apenas recuerda el pasado,
no entiende el presente,
aquel que no conocerá el futuro.

Otoño descama el abrazo de los árboles,
esconde la salud del sol,
y alfombra de tristeza y calma los senderos
con las hojas robadas a los bosques,
tiñe los cielos con el gris sangrado a la melancolía,
y entre bruma cerrada incomoda la búsqueda.

Noviembre, otoño,
entre ecos escucho la llamada,
suavemente, la niebla corre su cortina,
nadie me mira,
no oigo nada más que silencio.

Mi paseo acaba ya,
tan solo queda detenerme en mi esquina y esperar.

Concuerdo amigo en que ese Destino es inevitable en el mundo cuadrado. Sin la poesía ni Dios, tendría que pegarme cuatro tragos o cuatro balazos. Un abrazo grande, bello poeta Alejandro.

Ana García escribió: ↑Lun, 29 Ene 2024 10:30 Bueno, pues ahí nos dirigimos todos. No hay vuelta de hojas. Desde que nacemos vamos muriendo en casa calle. La muerte tiene nuestra copa de vida.
Te noto muy filosófico en este poema.
Un placer leerte.
Un beso.