A la vuelta de la esquina

[Alejandro Costa]

¿Te has fijado?
Todos nos miramos cuando transitamos por adoquines desnudos.
Acaso, es posible, que no seamos todos,
es igual,
nos miremos o no, todos tenemos el mismo final,
sin réplica, sin llanto,
sin posibilidad de evitarlo.
A todos nos esperan a la vuelta de la esquina.

Flores que endulzan nuestros atolondrados días,
árboles que mueven sus ramas al ritmo de la brisa,
enigmáticas jornadas con cúpulas de risas y llantos,
el valor de una sonrisa,
el llanto de un indigente,
al que no le importa el asfalto,
el ruido que tanto aturde,
el chillido de un niño reclamando su justicia mental,
el aire de un día cualquiera balbuceando su ritmo,
el silencio aterrador en una rutina de histerias y ruido,
el vientre primerizo de quien espera un retoño,
el murmullo callado de un féretro en su despedida,
un ayer que ya no existe,
un mañana que se nos hace lejano.

Ahora lloran los ojos,
el cielo me acompaña con una lluvia fina,
como un llanto donde enterrar una atmósfera sucia.

Es noviembre,
encharcado, triste y arruinado.
Soy yo, el transeúnte que queda,
al que las miradas ya no le valen.
Soy el que se pierde en cualquier paseo,
el que oye el silencio y no escucha el bullicio,
el que apenas recuerda el pasado,
no entiende el presente,
aquel que no conocerá el futuro.

Otoño descama el abrazo de los árboles,
esconde la salud del sol,
y alfombra de tristeza y calma los senderos
con las hojas robadas a los bosques,
tiñe los cielos con el gris sangrado a la melancolía,
y entre bruma cerrada incomoda la búsqueda.

Noviembre, otoño,
entre ecos escucho la llamada,
suavemente, la niebla corre su cortina,
nadie me mira,
no oigo nada más que silencio.

Mi paseo acaba ya,
tan solo queda detenerme en mi esquina y esperar.

[Óscar Distéfano]

Y, sí, compañero. A la vuelta de la esquina se encuentra la cruda realidad, eso que llaman el destino irrevocable. Tu poema, descarnado y filoso, me hizo sentir como que voy caminando por un brete, sin opción ni alternativa, hasta esa esquina maldita que has señalado.
Tu poema, que me ha gustado mucho, es una búsqueda del ser, de la desgracia del ser. Sólo la poesía hace posible que abracemos la vida con nuestras uñas, gracias a la belleza, a la verdad, y a la emoción de sentirnos poetas. Aleluya.

Un abrazo fuerte.
Óscar

[Ana Muela Sopeña]

Un poemazo, Alejandro:

Belleza, verdad. Filosofía y Poesía.

Has escrito con mucha elegancia sobre lo terrible que nos espera. Pero por eso mismo... porque nuestro fin inexorablemente es partir hacia el otro mundo debemos amar la vida y la poesía apasionadamente y no rendirnos al desaliento.

Aplausos
Un beso grande
Ana

[José Manuel F. Febles]

Es la poesía, amigo Alejandro, la que nos acerca y comprende, con tu voz reposada, que la distancia de esa inquietante esquina, como una penumbra hecha de luz, nos arrastra ,inexorablemente , hacia ese mundo que no conocemos, pero nos impacta su llegada al doblar la esquina..
Magnifico poema. Me ha gustado mucho.

Un feuerte abrazo, amigo mío, desde la soledad de mi isla.

José Manuel F. Febles

[Gustavo Cavicchia]

Angustiante poema. Pero también pienso que no todos los días son de llovizna y que en las esquinas se pueden esperan cosas buenas.

[E. R. Aristy]

¿Te has fijado?
Todos nos miramos cuando transitamos por adoquines desnudos.
Acaso, es posible, que no seamos todos,
es igual,
nos miremos o no, todos tenemos el mismo final,
sin réplica, sin llanto,
sin posibilidad de evitarlo.
A todos nos esperan a la vuelta de la esquina.

Flores que endulzan nuestros atolondrados días,
árboles que mueven sus ramas al ritmo de la brisa,
enigmáticas jornadas con cúpulas de risas y llantos,
el valor de una sonrisa,
el llanto de un indigente,
al que no le importa el asfalto,
el ruido que tanto aturde,
el chillido de un niño reclamando su justicia mental,
el aire de un día cualquiera balbuceando su ritmo,
el silencio aterrador en una rutina de histerias y ruido,
el vientre primerizo de quien espera un retoño,
el murmullo callado de un féretro en su despedida,
un ayer que ya no existe,
un mañana que se nos hace lejano.

Ahora lloran los ojos,
el cielo me acompaña con una lluvia fina,
como un llanto donde enterrar una atmósfera sucia.

Es noviembre,
encharcado, triste y arruinado.
Soy yo, el transeúnte que queda,
al que las miradas ya no le valen.
Soy el que se pierde en cualquier paseo,
el que oye el silencio y no escucha el bullicio,
el que apenas recuerda el pasado,
no entiende el presente,
aquel que no conocerá el futuro.

Otoño descama el abrazo de los árboles,
esconde la salud del sol,
y alfombra de tristeza y calma los senderos
con las hojas robadas a los bosques,
tiñe los cielos con el gris sangrado a la melancolía,
y entre bruma cerrada incomoda la búsqueda.

Noviembre, otoño,
entre ecos escucho la llamada,
suavemente, la niebla corre su cortina,
nadie me mira,
no oigo nada más que silencio.

Mi paseo acaba ya,
tan solo queda detenerme en mi esquina y esperar.

Concuerdo amigo en que ese Destino es inevitable en el mundo cuadrado. Sin la poesía ni Dios, tendría que pegarme cuatro tragos o cuatro balazos. Un abrazo grande, bello poeta Alejandro.

[Ana García]

Bueno, pues ahí nos dirigimos todos. No hay vuelta de hojas. Desde que nacemos vamos muriendo en casa calle. La muerte tiene nuestra copa de vida.
Te noto muy filosófico en este poema.
Un placer leerte.
Un beso.

[Pilar Morte]

Me parece triste doblar la esquina, y hallar la nada . Tú poema reflexiona con acertados y hermosos versos.
Me gustó mucho. Felicidades.
Un abrazo grande

[Alejandro Costa]

Y, sí, compañero. A la vuelta de la esquina se encuentra la cruda realidad, eso que llaman el destino irrevocable. Tu poema, descarnado y filoso, me hizo sentir como que voy caminando por un brete, sin opción ni alternativa, hasta esa esquina maldita que has señalado.
Tu poema, que me ha gustado mucho, es una búsqueda del ser, de la desgracia del ser. Sólo la poesía hace posible que abracemos la vida con nuestras uñas, gracias a la belleza, a la verdad, y a la emoción de sentirnos poetas. Aleluya.

Un abrazo fuerte.
Óscar

Infinitas gracias, Óscar.

Es un placer tenerte tan cerca.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Un poemazo, Alejandro:

Belleza, verdad. Filosofía y Poesía.

Has escrito con mucha elegancia sobre lo terrible que nos espera. Pero por eso mismo... porque nuestro fin inexorablemente es partir hacia el otro mundo debemos amar la vida y la poesía apasionadamente y no rendirnos al desaliento.

Aplausos
Un beso grande
Ana

Muchas gracias, Ana.

Un beso con toda el alma.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Es la poesía, amigo Alejandro, la que nos acerca y comprende, con tu voz reposada, que la distancia de esa inquietante esquina, como una penumbra hecha de luz, nos arrastra ,inexorablemente , hacia ese mundo que no conocemos, pero nos impacta su llegada al doblar la esquina..
Magnifico poema. Me ha gustado mucho.

Un feuerte abrazo, amigo mío, desde la soledad de mi isla.

José Manuel F. Febles

Me alegra que te gustase.

Tu reconocimiento es muy importante para mí.

Un fuerte abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Angustiante poema. Pero también pienso que no todos los días son de llovizna y que en las esquinas se pueden esperan cosas buenas.

Seguro, Gustavo, aunque en la esquina que he tratado de describir, pocas cosas buenas se pueden encontrar. Si acaso, el final del guerrero y paz.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

¿Te has fijado?
Todos nos miramos cuando transitamos por adoquines desnudos.
Acaso, es posible, que no seamos todos,
es igual,
nos miremos o no, todos tenemos el mismo final,
sin réplica, sin llanto,
sin posibilidad de evitarlo.
A todos nos esperan a la vuelta de la esquina.

Flores que endulzan nuestros atolondrados días,
árboles que mueven sus ramas al ritmo de la brisa,
enigmáticas jornadas con cúpulas de risas y llantos,
el valor de una sonrisa,
el llanto de un indigente,
al que no le importa el asfalto,
el ruido que tanto aturde,
el chillido de un niño reclamando su justicia mental,
el aire de un día cualquiera balbuceando su ritmo,
el silencio aterrador en una rutina de histerias y ruido,
el vientre primerizo de quien espera un retoño,
el murmullo callado de un féretro en su despedida,
un ayer que ya no existe,
un mañana que se nos hace lejano.

Ahora lloran los ojos,
el cielo me acompaña con una lluvia fina,
como un llanto donde enterrar una atmósfera sucia.

Es noviembre,
encharcado, triste y arruinado.
Soy yo, el transeúnte que queda,
al que las miradas ya no le valen.
Soy el que se pierde en cualquier paseo,
el que oye el silencio y no escucha el bullicio,
el que apenas recuerda el pasado,
no entiende el presente,
aquel que no conocerá el futuro.

Otoño descama el abrazo de los árboles,
esconde la salud del sol,
y alfombra de tristeza y calma los senderos
con las hojas robadas a los bosques,
tiñe los cielos con el gris sangrado a la melancolía,
y entre bruma cerrada incomoda la búsqueda.

Noviembre, otoño,
entre ecos escucho la llamada,
suavemente, la niebla corre su cortina,
nadie me mira,
no oigo nada más que silencio.

Mi paseo acaba ya,
tan solo queda detenerme en mi esquina y esperar.

Concuerdo amigo en que ese Destino es inevitable en el mundo cuadrado. Sin la poesía ni Dios, tendría que pegarme cuatro tragos o cuatro balazos. Un abrazo grande, bello poeta Alejandro.

Mejor cuatro tragos, la poesía y los amigos que te quieren y respetan.

Un besazo, mi admirada poeta.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Bueno, pues ahí nos dirigimos todos. No hay vuelta de hojas. Desde que nacemos vamos muriendo en casa calle. La muerte tiene nuestra copa de vida.
Te noto muy filosófico en este poema.
Un placer leerte.
Un beso.

¿Sabes?

No estoy filosófico, tan solo estoy rodeado de un grupo de poetas que me están enseñando un montón.

Os debo mucho. Te debo mucho.

Infinitos besos.

Muchas gracias.

[Marisa Peral]

Alejandro, hace tiempo que nos leemos y aprendemos cada día, tanto de poesía como de amistad.
Has escrito un poemazo y yo solo espero encontrarte un día “A la vuelta de la esquina”

Felicidades y un beso.