En definitiva:

[Gustavo Cavicchia]

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir.
Bukowski.

La poesía no te va a dar de comer, no te paga el boleto de tren a la oficina, no va a traerte un pan bajo el brazo, no va a cambiar que los perros de Recoleta dejen su caca en la vereda rota o bajo el pie de algún distraído transeúnte, ni que el portero del primero “A” deje de saciar sus ojos hambrientos con las piernas de las colegiales del liceo de señoritas.

No va a evitar que Rusia invada Ucrania, ni que China deje el comunismo, menos que en Venezuela se termine el socialismo.
No va a hacer en definitiva que en el planeta se termine todos los ismos. No va a facilitarle al Jacinto el que se acueste con Catalina, no va a permitirle a Roxana que se tire de una buena vez por todas a Pamela, ni te va a bajar la gran luna de queso del amor para rayarla sobre tu plato de tallarines con albóndigas, ni te va a llevar a pasear por Ibiza, menos va a lograr que los políticos de tu país dejen de robarle al Estado, ni que el Estado deje de robarnos a todos... prendo mi último cigarrillo y pienso que la poesía no hace nada de esas cosas y eso es mucho para un hombre pobre, tan común como yo, que de vez en cuando trata de escribir y que siente en su corazón adolescente que alguno de sus versos pueden todavía cambiar el mundo.

Qué iluso. Ya llega el bus de las 06:45 am., medio cigarrillo queda en el piso de adoquines, con mis ganas de renunciar al trabajo y este poema, que es un bollo de papel pequeñito flotando en el agua de un charco.