Editorial Alaire

El cielo estaba nervioso

susurrando en tu ventana,

en un pañuelo de nardos

tus ojos verdes penaban

por un amor imposible

que tu pecho deshojaba.



Preguntaste a las estrellas

fundidas en grises ramas,

con un sentimiento estéril

que la sombra acorralaba.






"¿Por qué guardáis la amargura

de un cruel dolor en mi espalda?

¿Por qué suspiro en la noche

que su olvido me dejara

en un callejón sin luz,

en un muro sin ventanas

que se llevase mis sueños

y no me los retornara?



¿Por qué canto en la tristeza?

¿Por qué sufro en la mañana?

¿Por qué llevo las heridas

de la muerte en la mirada?"



El cielo no respondía,

su brillo no suspiraba,

en las cadenas oscuras

arden quietas las palabras.



Publicado por Francisco Enrique León en 0:24

Hola F. Enrique
Me alegra ser la primera en decirte la musicalidad que he encontrado al leer tu poema.
La primera y última estrofa me han gustado mucho, parece que te elevan.
Un abrazo

Muy bello, poeta!

uchas gracias, Roxane.


Felices días, aunque nos los fastidien con los perfumes.

Hermoso homenaje al palo de la soleá con una bello romance. Me gusta, Enrique. De niño tuve de fondo en incontables ocasiones el cante de Pepe Marchena y otros muchos más del flamenco. Mi enhorabuena. Gracias por compartir.

Un abrazo.