Los buscadores; racismo sentimental al alcance de todos los bolsillos

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F. Enrique
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Los buscadores; racismo sentimental al alcance de todos los bolsillos

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Ford


10 de junio de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una película muy compleja, muy cabrona, muy hermosa, muy triste."
Carlos Boyero: Diario El País

"Posiblemente (...) sea la cumbre de la obra fordiana, el resumen definitivo de su visión del mundo (...) un entramado de historia y mito con una complejidad serena y admirable. (…) Puntuación: ★★★★★ (sobre 5)"
Fotogramas

El tío Ethan tiene un pasado doloroso que descubrimos muy pronto; pretendió a la que ahora es esposa de su hermano, quizàs, con más éxito e ilusiones de las que se podría pensar. Luchó al lado de los perversos racistas en la Guerra Civil y perdió en ella todas las batallas. Carece de presente, no digamos de futuro.

Es un hombre monolítico, acorralado por un racismo irracional como todos), en esta película debió de nacer la funesta leyenda de que el único indio bueno es es el muerto. Nathalie Wood demuestra al final que desea a pertenecer al mundo del que fue, salvajemente, arrebatada. La escena de John intentando pegarle un tiro a su sobrina es una de las más angustiosas que se recuerden. Su joven acompañante es mestizo, pero por haber sido criado por rostros claros, es tan americano como Ethan.
spoiler:
Por quién doblan las campanas.

Creo que fue John Ford quien dijo que no había ninguna fórmula para alcanzar el éxito con una película pero había una en la que siempre se fracasaba; intentar satisfacer a todo el mundo.

No soy partidario de fragmentar una obra, pienso en la amargura de Mankiewicz con la hora y media de Cleopatra arrojada al cubo de la basura cuando empezaba a recuperarse del desasosiego que le habían provocado Liz Taylor (con grave enfermedad por medio que precisó de una traqueotomía) y Richard Burton con el inicio de su tempestuosa relación regada de alcohol y reconciliaciones, el divorcio de Welles con Hollywood después de rodar solo tres películas, por que reivindicaba la intervención del artista en todo el proceso de la obra hasta que llegara al público, la agonía interminable de Peckinpah que, posiblemente, no pudo rodar ni montar una sola película tal como lo hubiera deseado y acabó teniendo todas las noches la pesadilla de que se acercaba la productora con el reloj y las tijeras abiertas en la mano, el retiro temprano de Billy Wilder, cuando aún era un viejo lleno de vida que tenía muchas cosas que contar, por el fracaso económico de su última aportación a la leyenda.

Como si lo que escribo tuviera alguna importancia, la tiene para tres o cuatro amigos, el motivo por el que he roto lo que es mi visión sobre este asunto tiene que ver más con el azar que con razones de índole creativa; sin saber el momento ni el por qué me he convertido en un escritor de pies de página, mantengo a través de ellos un precario equilibrio entre lo que soy y lo que hubiera querido ser, suelo hablar mucho de un medio que me neutraliza, que tiene el mismo efecto que la voz en off, intenta objetivar lo que no tiene remedio en la proclividad hacia la aserción del pequeño burgués que surgió de la pesadilla de la Tercera Revolución Industrial.

Un compañero de un Foro al que le había gustado el poema "Lluvia de primavera" me indicó amablemente que no entendía la extensión excesiva de la última estrofa, decidí, vamos a convenir que quizás equivocadamente, dejarla como estaba después de releerla varias veces y no encontrar el sitio adecuado para dar el corte.

Posiblemente porque no tengo vocación de poeta, no suelo irritarme mucho cuando se me corrige o se me hace alguna observación, no veo que se resienta una seguridad, que por otro lado no tengo, cuando se me indica que la cosa puede mejorar con unos retoques leves; he modificado algunos versos cuando las indicaciones de los compañeros me parecían pertinentes y las he agradecido con sinceridad, aunque es posible que no me creyeran, y si no pude dormir alguna de esas noches habría sido por problemas de conciencia o mi niñez de católico que cree todo lo que le dicen. Pero otras veces, como ésta me he mantenido en mis errores, considero que mis problemas no radican en una sílaba de más o menos, o en la precisa colocación de los acentos, o en la búsqueda de una palabra adecuada. Admito que Kubrik cuide hasta el último detalle con una obsesión enfermiza pero siento una debilidad irracional por la pasión ahónica de Fassbinder o el vitalismo irrefrenable Huston.

Creo que "Por quién doblan las campanas" es una película sensiblemente mejor de lo que nos suelen decir, sé que decepcionó a la crítica cuando al fin se pudo estrenar en España tras la muerte de Franco y que se ensañaron especialmente con el director, Sam Wood, que era un excelente artesano y con la pareja protagonista; Ingrid Bergman por no parecer una muchacha española que encuentra refugio en un bizarro grupo de luchadores republicanos en la sierra de Gredos, en este caso se pueden entender los reparos, pero en ninguno las hechuras de americano de Gary Cooper, Robert Jordan era como el sabor de una conocida marca de cigarrillos. Además pocas veces se ha dispuesto de un elenco de secundarios tan dispares y exóticos que supieran acometer con tanta eficacia y pasión sus minutos de gloria.
FEnrique
***
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba - Fragmento)
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