Estoy solo y lloro,
y no puedo mostrar el alma de mi queja.
He perdido el derecho a decir que estoy herido.
A oscuras me enfrento a la llaga que siempre vuelve,
que me aprisiona,
no sé si escribir es una liberación
o un camino hacia el infierno que no habla.
Ahí estás tú,
alardeando de lo que nunca deberías
sentirte orgullosa.
Es tu tendencia de un tiempo a esta parte;
puñales son tus palabras, son tus justificaciones,
no puedo salir de la red que me tiendes,
no puedo expresar mi angustia,
no puedo verte como antes.
Aún escucho en el pasado el corazón de las ballenas
y el suspiro de las hadas,
el llanto del sauce en un recodo del camino,
aún tiembla mi alma con el último beso,
antes del naufragio,
no demasiado apasionado de tu parte.
Y tú eres la mujer por encima de todas las mujeres
y yo el bufón que no sabe a qué dirección llevar su llanto,
cómo digerir el fruto amargo de su queja.
(7/12/2023)
No sé cómo empezar; estoy perdido
como un niño en una feria
que no encuentra a su madre,
como una rosa vencida por el tiempo,
como un águila que ya no puede volar
y expresa su temblor ante la muerte,
su agonía entre las piedras que cayeron.
III
Mi juventud ¿Fue juventud la mía?
Sus rosas me han dejado una fragancia,
una fragancia de melancolía.
(Rubén Darío)
Juego a pensar que te creo
para no morir de miedo.
Ya no tengo veinte años, creo,
Nunca tuve veinte años, pienso.
IV
Como a un toro bañado
por la sangre y el dolor,
¡ 0h, tú, tristeza,
me acosas
y me castigas!