Nunca me has hablado con voz de niña triste
Publicado: Dom, 29 Oct 2023 13:33
Abro el cofre de la verdad, siempre lo oculto
se parece a un sueño por nacer.
En la cintura de tu ola navegué la luz,
y fui un cosmos agradecido bajo tu cielo estelar,
casi de nieve era tu nombre,
en el pálido abril de los rododendros había una sombra perdida
y un caracol acostumbrado a su sed.
Pájaros de luna caen sin alas hasta el muro donde mi rodilla
se acerca a la tuya en un beso triste de lluvia al atardecer.
¿Has sentido como yo a los espejos implorar con gritos de ansia,
onomatopeyas simples desde una cárcel de espanto?
¿Recuerdas la blanca cal bajo el sol,
las mandarinas abriéndose como labios húmedos,
la carne de los alcornoques descender igual que un sudor antiguo?
Rompió la luna su sello negro, de pronto tu piel
fue un anillo de vértebras dulces,
un hematoma de inquieta luz ponía en la espalda de tu noche
celosías con hambre de sur, quizá un juego de búhos columpiándose
entre tus cejas rotas.
No hubo laberintos en las calles, tu camisón ornado aullaba
con un viejo rencor de enagua sin estrenar;
y vino el rosario de la música,
el ajedrez de los suelos como un mosaico feliz,
y un baile que me mostró la armonía de un cuerpo
que en el aire era inmortal dando refugio a la extraña canción
que desprendes al acariciarte.
Y es tu soledad de bailarina en una caja de música
el auténtico arroyo del que fluye la astucia del deseo,
la manicura con que das color a mi bondad de acólito,
al enjambre de voces que te siguen hasta la última luz
donde el silencio es tu huella.
Tú que nunca me has hablado con voz de niña triste.
se parece a un sueño por nacer.
En la cintura de tu ola navegué la luz,
y fui un cosmos agradecido bajo tu cielo estelar,
casi de nieve era tu nombre,
en el pálido abril de los rododendros había una sombra perdida
y un caracol acostumbrado a su sed.
Pájaros de luna caen sin alas hasta el muro donde mi rodilla
se acerca a la tuya en un beso triste de lluvia al atardecer.
¿Has sentido como yo a los espejos implorar con gritos de ansia,
onomatopeyas simples desde una cárcel de espanto?
¿Recuerdas la blanca cal bajo el sol,
las mandarinas abriéndose como labios húmedos,
la carne de los alcornoques descender igual que un sudor antiguo?
Rompió la luna su sello negro, de pronto tu piel
fue un anillo de vértebras dulces,
un hematoma de inquieta luz ponía en la espalda de tu noche
celosías con hambre de sur, quizá un juego de búhos columpiándose
entre tus cejas rotas.
No hubo laberintos en las calles, tu camisón ornado aullaba
con un viejo rencor de enagua sin estrenar;
y vino el rosario de la música,
el ajedrez de los suelos como un mosaico feliz,
y un baile que me mostró la armonía de un cuerpo
que en el aire era inmortal dando refugio a la extraña canción
que desprendes al acariciarte.
Y es tu soledad de bailarina en una caja de música
el auténtico arroyo del que fluye la astucia del deseo,
la manicura con que das color a mi bondad de acólito,
al enjambre de voces que te siguen hasta la última luz
donde el silencio es tu huella.
Tú que nunca me has hablado con voz de niña triste.