Bodas de oro
Publicado: Sab, 23 Sep 2023 17:45
A mi esposa
Hoy puedo escribir otros versos,
puedo escribir que hoy, de pensamiento,
a mis setenta y tres,
vuelvo a ti cuando tus dieciséis años
y soy aquel niño
que veía pasar bajo sus pies
muchos kilómetros de ciudad
para poder verte,
que cogía flores de los jardines
para ofrecértelas
mientras el horizonte echaba púas
y se ponía pálido como plátanos.
Hoy regresas a mí y sigues teniendo dieciséis años,
y seguimos teniendo dieciséis años.
Digo el gesto tuyo, que observaba en silencio
las flores de ayer
mientras yo sigo flotando en tus ojos y tú reverdeces en los míos.
Hoy, más que nunca, te amo, más que ayer,
cuando viniste emboscada en la primavera
para que yo descubriera en tu pelo
los aromas inequívocos de tu inocencia
y el universo, al rozarlo con mis labios.
Cuando mi herida de hombre se pudra
y me oscurezca la tierra,
cuando la muerte apriete mi garganta
y sea la única luz que yo vea,
no tendré miedo, no tendré miedo
mientras estés conmigo.
Si ahora, a mis setenta y tres,
pudiera llorar como cuando era niño
aquellas lágrimas que tanto bien me hacían,
si pudiera llorar porque mi vida tiembla
como las arrasadas hojas del otoño al ser mecidas por la brisa,
si pudiese llorar
porque mi cielo y mi tierra se desmoronan
sobre el mar infinito de lo eterno,
yo no derramaría una sola lágrima
porque tú, mi amor de dieciséis años,
estás conmigo.
Hoy puedo escribir otros versos,
puedo escribir que hoy, de pensamiento,
a mis setenta y tres,
vuelvo a ti cuando tus dieciséis años
y soy aquel niño
que veía pasar bajo sus pies
muchos kilómetros de ciudad
para poder verte,
que cogía flores de los jardines
para ofrecértelas
mientras el horizonte echaba púas
y se ponía pálido como plátanos.
Hoy regresas a mí y sigues teniendo dieciséis años,
y seguimos teniendo dieciséis años.
Digo el gesto tuyo, que observaba en silencio
las flores de ayer
mientras yo sigo flotando en tus ojos y tú reverdeces en los míos.
Hoy, más que nunca, te amo, más que ayer,
cuando viniste emboscada en la primavera
para que yo descubriera en tu pelo
los aromas inequívocos de tu inocencia
y el universo, al rozarlo con mis labios.
Cuando mi herida de hombre se pudra
y me oscurezca la tierra,
cuando la muerte apriete mi garganta
y sea la única luz que yo vea,
no tendré miedo, no tendré miedo
mientras estés conmigo.
Si ahora, a mis setenta y tres,
pudiera llorar como cuando era niño
aquellas lágrimas que tanto bien me hacían,
si pudiera llorar porque mi vida tiembla
como las arrasadas hojas del otoño al ser mecidas por la brisa,
si pudiese llorar
porque mi cielo y mi tierra se desmoronan
sobre el mar infinito de lo eterno,
yo no derramaría una sola lágrima
porque tú, mi amor de dieciséis años,
estás conmigo.