Editorial Alaire

Nunca fue Boston y California.
Ni borrón y cuenta nueva.
Tú estabas en el Wela
y yo en un bar,
esnifando farla en un lavabo

Mi condena era nuestro amor obsoleto,
terminar cantando la tarara
en mitad del patio de luces
como un Romeo colocado.

Si vuelvo a desplomarme en medio de otro charco
en el que rebasa el llanto,
no me levantes,
todavía no he aprendido a perdonarme
solo estoy recuperando mi condición de infracasable.

Más matices, más ángulos del personaje que ya es poético. Y toda "suerte" de giros originales y sorprendentes que avivan la lectura. Ah ese patio de luces del colocón... Muy bueno. Gracias por compartir, Alex.

Un abrazo.

Supura la herida en estos versos, Álex.
En la lágrima habita la sanación, pese al diluvio del alma.
Un placer leer tu obra.
Abrazos.

Un poema crudo,duro y muy bueno. Un abrazo.

Más de uno debería leerlo.

Aprendería la realidad de la vida y de como se puede hacer de ella buena poesía.

Un abrazo.

Gracias por tu lectura Raúl. Me alegro que te gustara el poema y como se va desenvolviendo la serie.

Un abrazo

El agua salada lo cura casi todo, Carmela. Gracias por tu comentario.

Un abrazo

Me alegro que te gustara el poema Gabriel. Gracias por tu comentario.

Un abrazo

Muchas gracias por tus elogios Alejandro. Me alegra que pienses así del poema.

Un abrazo

Crudo poema, Àlex, este que nos ofrece. Quizás el fracaso sea una costumbre a la que nunca nos acostumbramos; nos queda la poesía para mirarlo a la cara, para darnos fuerza y no reconocerlo. El amor no es el juego de los otros, ni es nuestra guerra; es un mal incurable que buscamos con desesperación.

Muy buen poema.

Un abrazo.

Muchas gracias por tu comentario, F. Enrique. Me alegro que te gustara la lectura.

Un abrazo