De la belleza y sus batallas
Publicado: Mié, 16 Ago 2023 9:22
Esencialmente de agua y fuego y tierra y aire,
su nacimiento se fraguó en la caverna;
luego llegó la palabra
y le dio un nombre y la vistió de verso.
Safo disfrutó de sus dones hermosos
a través de las musas de fragante regazo
y el cisne fue su símbolo y el mediador
entre la realidad y sus misterios,
misterios que una vez atisbé con la punta
de los dedos cuando al despertar,
recién asomando por el horizonte el día,
yo me puse a escribir palabras
sobre su cuerpo y una llama apremiante
en mi pecho como un temblor gozoso
me infundió en un paisaje olímpico
y fui el Doríforo de Policleto
y la mano de Fidias dando vida al mármol
y la veta brillante del manzano del Paraíso
que tan solo puede ver el corazón excelso;
mas cuando quise repetir las mismas palabras
con la voz, de mi boca solo cenizas salieron
y entonces sucedió que los versos
dejaron de ser hondos y humanos,
el amor se me olvidó,
los ojos se volvieron tristes, la vida agotadora
y turbio el azul verdoso del mar.
Los antiguos sabían de esa luz
que, audaz y valiosa,
áurea se erguía como un astro matinal
sobre un mundo despiadado,
esparciendo felicidad, virtud, libertad, esperanza
y palabras convertidas en materia poética,
en rumor de mar y en amor que siempre engendra.
Ávida de vida, se ha manifestado
una y otra vez en los brazos abiertos
del hombre de Vitrubio
y en la consumación de los deseos
y en la sed apagada de todas las perfecciones.
Y desde tiempo inmemorial ha luchado
contra los negros huecos sin latido
que, como hordas terroríficas,
intentaban zanjar su recuerdo
y borrar sus perímetros
con la desértica mirada de los muertos;
sin embargo, el poderoso vacío
nunca lograba nacer a la vida.
Mas siempre potencia quebradiza,
ante el patético fracaso que supone
el falso y adulador espejo de la apariencia,
su brillante jugo está cogiendo el gusto de la desgana
y ha comenzado a ignorarse a sí misma
dejando de repartir sus dones sobre el mundo
y de besar los rostros ahítos de dolor.
Poco a poco va hundiéndose en el silencio
y quedándose marchita
y absorta en su propio abismo, sin nada y de nadie,
sin cielo, ensimismada, sola,
sin amor y desterrada en las tinieblas.
Los que han perdido la juventud y la vida
en las aguas pantanosas del tiempo
- ¡maldito ladrón de células! -
y derramado hasta la última lágrima
por la esperanza triturada
y la sucia luz del día y el nombre herido
y la mirada golpeada, bien saben de qué hablo.
su nacimiento se fraguó en la caverna;
luego llegó la palabra
y le dio un nombre y la vistió de verso.
Safo disfrutó de sus dones hermosos
a través de las musas de fragante regazo
y el cisne fue su símbolo y el mediador
entre la realidad y sus misterios,
misterios que una vez atisbé con la punta
de los dedos cuando al despertar,
recién asomando por el horizonte el día,
yo me puse a escribir palabras
sobre su cuerpo y una llama apremiante
en mi pecho como un temblor gozoso
me infundió en un paisaje olímpico
y fui el Doríforo de Policleto
y la mano de Fidias dando vida al mármol
y la veta brillante del manzano del Paraíso
que tan solo puede ver el corazón excelso;
mas cuando quise repetir las mismas palabras
con la voz, de mi boca solo cenizas salieron
y entonces sucedió que los versos
dejaron de ser hondos y humanos,
el amor se me olvidó,
los ojos se volvieron tristes, la vida agotadora
y turbio el azul verdoso del mar.
Los antiguos sabían de esa luz
que, audaz y valiosa,
áurea se erguía como un astro matinal
sobre un mundo despiadado,
esparciendo felicidad, virtud, libertad, esperanza
y palabras convertidas en materia poética,
en rumor de mar y en amor que siempre engendra.
Ávida de vida, se ha manifestado
una y otra vez en los brazos abiertos
del hombre de Vitrubio
y en la consumación de los deseos
y en la sed apagada de todas las perfecciones.
Y desde tiempo inmemorial ha luchado
contra los negros huecos sin latido
que, como hordas terroríficas,
intentaban zanjar su recuerdo
y borrar sus perímetros
con la desértica mirada de los muertos;
sin embargo, el poderoso vacío
nunca lograba nacer a la vida.
Mas siempre potencia quebradiza,
ante el patético fracaso que supone
el falso y adulador espejo de la apariencia,
su brillante jugo está cogiendo el gusto de la desgana
y ha comenzado a ignorarse a sí misma
dejando de repartir sus dones sobre el mundo
y de besar los rostros ahítos de dolor.
Poco a poco va hundiéndose en el silencio
y quedándose marchita
y absorta en su propio abismo, sin nada y de nadie,
sin cielo, ensimismada, sola,
sin amor y desterrada en las tinieblas.
Los que han perdido la juventud y la vida
en las aguas pantanosas del tiempo
- ¡maldito ladrón de células! -
y derramado hasta la última lágrima
por la esperanza triturada
y la sucia luz del día y el nombre herido
y la mirada golpeada, bien saben de qué hablo.