Editorial Alaire

Algunos pensamos que Lara Fabian era demasiado hermosa para vivir. El mundo de hoy no la recuerda, nada es tan querido para la gente de hoy como destruir lo bello porque su esencia ofende, busquemos un templo para venerar lo que se ha perdido. Lara puede llegar a la altura de los tiples, aunque se conforma, las más de las veces, con cumplir lo prometido; su belleza ofende a quienes quieren pensar que la belleza es otra cosa que se desliza en un mundo prosaico y, peligrosamente, asertivo. Brindemos por esa muchacha algo ingenua que se mete en la piel de un travestido. Soy gilipollas siempre y nunca guapo.


Del bordelés, Serge Lama, se dijo que era el nuevo Brel, por el impacto que tuvo esta canción, pero no, no hubo nunca una segunda vez en el resentimiento, Troya no podía otra vez a ser quemada, Lennon no volvería a encontrar a la mujer de su vida. Brel no nos pudo enseñar el camino, solo pudo perderse en él.


Al final estamos solos con la soledad, suspendí varias asignaturas en mi aspiración de ser pedante. No sé dónde está Lara Fabian ahora, pero sé que debo proponerme no encontrarla nunca.