Noche
Publicado: Mié, 10 May 2023 15:50
Noche
Después de tantos años de andar sin camino,
los días de la casa, las manos solas,
los niños, la sirena de las doce
y una oscura quietud debajo de la lengua,
abrazado a la paz que me entraba furtiva
y sin decoro en mis carnes y huesos,
siento la fría realidad de tu apariencia.
¿Es para ti mi cuerpo
un regalo, o un castigo por hacerme esperar?
Me quedé sin aliento y sin pulso buscándote
y me ha envuelto tu noche, Noche,
-quiero decir Sombra, Dios o como quieras llamarte-
sin haberte sentido llegar.
Nunca te hallé ni oí en los altares,
ni en los cálices,
ni en presbiterios o tabernáculos,
ni en los cementerios, ni “en todas partes”
-sitios donde dijeron que te hallabas-,
ni en las tinieblas de mis oscuros laberintos
donde habité con la bestia severa al que llaman Satán,
que me abrazaba y tomaba por los testículos
para hacerme el amor
mientras tus ángeles, con ahínco sádico,
clavaban sus glaciales alas en mis sienes.
Yo te gritaba, te buscaba adentro de mí
y me tragaba mi dolor y angustia de muerte
sin haber conocido tus labios ante mis labios,
tu boca en estos estigmas míos
donde hierven las hienas de la amargura.
Oh, de los hombres y de la desgracia de ser hombre
que te cree y te busca, Noche,
oh de las piedras que se agitan y echan
sangre en los pechos, y son felices,
mientras que yo, atormentado y en mi desgracia
me ofrezco y me entrego
a las sombras de tu noche
en este horrendo laberinto
donde te esperé, donde te espero
siendo cresta y espuma de ola amorosa
al filo detenida de la oscura
noche eterna, Noche.
Después de tantos años de andar sin camino,
los días de la casa, las manos solas,
los niños, la sirena de las doce
y una oscura quietud debajo de la lengua,
abrazado a la paz que me entraba furtiva
y sin decoro en mis carnes y huesos,
siento la fría realidad de tu apariencia.
¿Es para ti mi cuerpo
un regalo, o un castigo por hacerme esperar?
Me quedé sin aliento y sin pulso buscándote
y me ha envuelto tu noche, Noche,
-quiero decir Sombra, Dios o como quieras llamarte-
sin haberte sentido llegar.
Nunca te hallé ni oí en los altares,
ni en los cálices,
ni en presbiterios o tabernáculos,
ni en los cementerios, ni “en todas partes”
-sitios donde dijeron que te hallabas-,
ni en las tinieblas de mis oscuros laberintos
donde habité con la bestia severa al que llaman Satán,
que me abrazaba y tomaba por los testículos
para hacerme el amor
mientras tus ángeles, con ahínco sádico,
clavaban sus glaciales alas en mis sienes.
Yo te gritaba, te buscaba adentro de mí
y me tragaba mi dolor y angustia de muerte
sin haber conocido tus labios ante mis labios,
tu boca en estos estigmas míos
donde hierven las hienas de la amargura.
Oh, de los hombres y de la desgracia de ser hombre
que te cree y te busca, Noche,
oh de las piedras que se agitan y echan
sangre en los pechos, y son felices,
mientras que yo, atormentado y en mi desgracia
me ofrezco y me entrego
a las sombras de tu noche
en este horrendo laberinto
donde te esperé, donde te espero
siendo cresta y espuma de ola amorosa
al filo detenida de la oscura
noche eterna, Noche.