Editorial Alaire

Los perros furiosos del viento
mordían las casas,
rajaban las techumbres
con sus hocicos de lata, oscura la noche, muda,
que moría en los pétalos secos del mundo,
una flor que cae de cabeza
sobre la primavera pasada.

Venía de la garganta del sur mi pena,
el azote que hacía crujir de las ventanas el cristal,
arrastrando la luz de la vela,
destrozando la luz de la vela,
engullendo la plata líquida de las lágrimas.

Los perros silbaban su rabia
hacia dentro de la tempestad,
un ir y venir de ladridos brillantes
de un rugido húmedo y secreto,
porque toda la materia que emana
de los ojos son tormentas, pequeño vendaval
que sopla el rostro frío del espejo,
dos tornados eléctricos que borran el paisaje.

El cielo partido en dos
por el acero negro del olvido,
del gesto que me decía adiós,
ese pálpito de saber que jamás
sentiré nuevamente las mariposas de tus pestañas
aletear cerca de mí pecho,
riendo, muriendo,
posando la destrucción del invierno
en el cristal de mi ventana.

Tristeza y desolación en este hermoso poema. Hay una ausencia que agita los versos. Me gustó leerte.
Abrazos y salud.

Pilar Morte escribió: ↑Mié, 22 Mar 2023 17:18 Tristeza y desolación en este hermoso poema. Hay una ausencia que agita los versos. Me gustó leerte.
Abrazos y salud.

Gracias Pilar, cuando escribí esto estaba muy mal emocionalmente.
Te dejo un abrazo!

Satír.

¡ Mucha fuerza!! Esos ladridos se clavan en la conciencia, no es justo el dolor ni el sufrimiento. Los perros lo saben, son demasiado fieles y no siempre correspondidos. Muchas veces se menosprecia al inocente. Es un poema que traspasa el dolor de quien escribe, permite que otros nos podamos identificar con ese mismo dolor. Buen poema, Antonio. Gracias por compartir.

Un abrazo.

Imagenes frescas que manifiestan la dureza, el frio del final. Me gusta tu uso apropiado y libre del lenguaje poetico, Satir. Abrazos.

Magnífico, Antonio, con un lenguaje poético esplendoroso y trufado de momentos muy sugestivos y de gran poder evocador.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

Bellos versos de un hondo pesar que llega y sacude. Un placer pasar por tu lírica, A.Satir.
El final es de una gran fuerza expresiva.
Un abrazo

Raul Muñoz escribió: ↑Vie, 24 Mar 2023 3:33 ¡ Mucha fuerza!! Esos ladridos se clavan en la conciencia, no es justo el dolor ni el sufrimiento. Los perros lo saben, son demasiado fieles y no siempre correspondidos. Muchas veces se menosprecia al inocente. Es un poema que traspasa el dolor de quien escribe, permite que otros nos podamos identificar con ese mismo dolor. Buen poema, Antonio. Gracias por compartir.

Un abrazo.

Muchas gracias Raúl! y así como bien dices, a veces no sólo los perros no son correspondidos, y ese dolor se traspasa.

Un abrazo compañero!

Satír.