Editorial Alaire

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Nunca tuve prisa por llegar. Toda era lentitud,
el tiempo infinito en blanco y negro,
sin la fastidiosa presencia de altaneros colores.

Me demoraba al orientarme en los cruces,
tanto como en las noches al cerrarse junio.

Por el camino el temblor del aire.
En la casa la quietud de la espera.

Lejos el tiempo de la ambición,
atrás el tiempo del desengaño.

La entrada posterior fue el reclamo
para las luces huérfanas en las tardes
cuando el sueño vencía mis sueños.

Dónde sucederá lo próximo. Lo rechazado.
Cuándo el vértigo de una primavera novel.

No me atrasaba para llegar
a la cita con los recuerdos,
allí donde sucedió lo nuevo.

El pasado a mano. Sereno, antiguo y cansado.
Atrás el tiempo de la ambición.
Lejos el tiempo del desengaño.
Solo queda esperar a que suceda lo hermoso.

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Pasado, presente, futuro, aquí ahora confluyen. Logras algo maravilloso. La unión de la voz poética, luego del desdoblamiento. A mi entender, esto hace del poema una buena creación poética, muy lograda.
Un placer nutrirme en tu poema, Ignacio. Gracias por la generosidad de compartir.

Un abrazo.

Muchos, con el tiempo, entramos por la puerta posterior. Tu poema refleja y amalgama, todo lo vivido, con maestría. Me gustó leerte.
Abrazos y salud.

Un poema que amasa la pasta de la vida y la compleja sensación de sentir el tiempo. Cicatrizado el desengaño y dejando atrás, muy lejana, toda ambición, el poeta, el hombre, este hombre, degusta en paz el pan la esperanza.

Siempre todo un placer la altura de tus propuestas poéticas.

Un fuerte abrazo, amigo Ignacio.

¡Qué hermoso poema, Ignacio! Todos los tiempos jugando a la vez en el acto de conciencia y co-creación. Te felicito, ERA

.

Sube para absoluto deleite de los lectores de Alaire.

Un abrazo de los grandes, Ignacio.

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Hay algo iniciático en este poema; me refiero al modo impactante de colisionar en mi consciencia.
Entradas, entradas, mar de posibilidades, la resolución de los tiempos y su geometría acústca; oigo pasos, oigo nombres, oigo témpanos que hacen agua. He percibido un color extraviado en los azules, desprevenido en su aparente sombra.
La entrada posterior, el descubrimiento de un pomo (bañado en alquimia) interrogado e interrogante en cumbres ontológicas...

Gracias mil por estar, Ignacio.