Editorial Alaire

Mi casa no son cuatro paredes,
dos cuartos y un altillo.
Mi casa está entre las redes
pesqueras en un patio de ladrillo.
Mi casa está en la dura calle
soterrando las huellas del día
cuando no hay niño que calle,
cuando la tarde de bronce se enfría.
Mi casa es una brillante pupila
bajo la parra de los enamorados.
Es la hora que la siesta trasquila
oyendo al señor de los helados.
Me encuentro en el viejo almacén
bañado por la sombra del sauce.
Lugar donde el gato en su desdén
se oculta entre el verde cauce
por si un zorzal viniese arando el aire.
Mi hogar es el brillo de un potrero
frente a una obra mirada con desaire;
son las botas que lanza el viajero
tras la gesta de lo inolvidable.
Mi casa se confunde con un sueño
pero nace en una sonrisa amable
y yo sé qué nunca tendrá un dueño.
Juan Cruz Bordoy

¡ Qué bonito! Además de emocionante, tiene mucha sabiduría el poema. Un placer leerte, Juan Cruz.

Un abrazo.

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Me ha cautivado este poema y, me ha llevado, a lugares muy hermosos.

Felicitaciones sinceras, querido compañero.
Un abrazo enorme.

Un poema que emociona y se siente sincero y hermoso. Me gustó leerte.
Abrazos y felicidad.

"...y yo sé que nunca tendrá dueño."

Es un muy hermoso poema.
Gracias, amigo.

Fonda aperta.

Que bella es tu mente, Juan Cruz, que bella y brillante y dulce!