su sombra se proyecta
sobre ningún destino.
el lugar donde de niña imaginabas
una muerte dulce en primavera,
porque el temor a Dios era más cálido,
menos oscuro,
el sueño que siempre rompía
los cristales negros de mi soledad,
esa soledad mía que tú llevabas en la frente,
se apoderó de tu lecho rasgando mi sudario,
aunque no pueda acordarme del dolor
que rondaba las mariposas
encendidas y lóbregas
que flotaban sobre el aceite, ensombrecían el agua.
Ahora cantas tu pena en paredes que perdieron
la blancura de la cal, la gracia de tu rostro,
y no despiertan murmullos,
caminas por lugares que fueron derribados
y lloran por un barrio que ya no tiene alma,
que te ha dado la mano
para no entrar solo en las redes del olvido.
Nadie podría explicar adónde fuiste,
cómo perdiste la túnica suntuosa y virgen
de tu imagen de muchacha descontenta,
por qué no llegaste a ver el rayo de luz
que traía a tus ojos la alborada.