El vuelo de papá
Publicado: Dom, 08 Ene 2023 11:00
El vuelo de papá
Alex era un niño muy sensible y con mucha imaginación.
Tenía pocos amigos, pues aparentemente era un poco retraído.
Su mejor amigo se llamaba Javier y se conocían desde casi bebés; habían ido juntos a la misma guardería y ahora continuaban juntos en el mismo colegio.
Tenía 8 años y solía crear múltiples historias en su mente, tanto es así que ese día había quedado con Javier para jugar, pero se enfadaron debido a que Javier le recriminó que no había jugado con él.
- No voy a jugar más contigo pues no me haces caso, todo el tiempo hablas con tu amigo invisible, con quien yo no puedo hablar. No me haces caso. ¡ Me voy a mi casa ¡
- Que no Javier, que podemos jugar los tres y ya verás cómo nos divertimos. Es que yo me río mucho con mi amigo invisible.
- Yo me voy. Ya nos veremos y además estoy triste, pues creía que era tu mejor amigo, y resulta que no es verdad.
- Qué sí, quédate y te cuento cosas. Venga no te enfades que tú eres mi mejor amigo.
Se despidieron llorando porque creían que ya no eran amigos y eso era muy doloroso para ambos.
El enfado se evaporó, como una lluvia en verano, y volvieron a jugar, aunque Alex ya nunca se inventaba nada cuando estaba con Javier. Jugaban al balón, a pintar dibujos y a hablar de futbol.
Al año siguiente, les contó a sus abuelos que su papá tenía mal genio y sobre todo mal despertar de la siesta.
Entonces contó que el creía que en la siesta su papá se desdoblaba en dos personas y se convertía en un mago que había hecho un agujero en la pared de la habitación por donde se escapaba su doble, salía a la calle e iba a pasear, pero que en la cama quedaba otro papá y que ese era el que se levantaba con mal humor y se enfadaba con todo el mundo.
Después de un tiempo, su doble volvía y se introducía por el lugar por donde se había escapado y volvía a convertirse en su papá de verdad y ya todo cambiaba. Su humor se volvía maravilloso, no se enfadaba por nada, todo le parecía bien y le daba muchos, muchísimos besos y le decía cosas muy bonitas como que era su príncipe.
Estaba contento porque su papá había volado y en el vuelo había perdido su mal genio y sus múltiples problemas.
Era su papá querido y era un rey para él.
Alex era un niño muy sensible y con mucha imaginación.
Tenía pocos amigos, pues aparentemente era un poco retraído.
Su mejor amigo se llamaba Javier y se conocían desde casi bebés; habían ido juntos a la misma guardería y ahora continuaban juntos en el mismo colegio.
Tenía 8 años y solía crear múltiples historias en su mente, tanto es así que ese día había quedado con Javier para jugar, pero se enfadaron debido a que Javier le recriminó que no había jugado con él.
- No voy a jugar más contigo pues no me haces caso, todo el tiempo hablas con tu amigo invisible, con quien yo no puedo hablar. No me haces caso. ¡ Me voy a mi casa ¡
- Que no Javier, que podemos jugar los tres y ya verás cómo nos divertimos. Es que yo me río mucho con mi amigo invisible.
- Yo me voy. Ya nos veremos y además estoy triste, pues creía que era tu mejor amigo, y resulta que no es verdad.
- Qué sí, quédate y te cuento cosas. Venga no te enfades que tú eres mi mejor amigo.
Se despidieron llorando porque creían que ya no eran amigos y eso era muy doloroso para ambos.
El enfado se evaporó, como una lluvia en verano, y volvieron a jugar, aunque Alex ya nunca se inventaba nada cuando estaba con Javier. Jugaban al balón, a pintar dibujos y a hablar de futbol.
Al año siguiente, les contó a sus abuelos que su papá tenía mal genio y sobre todo mal despertar de la siesta.
Entonces contó que el creía que en la siesta su papá se desdoblaba en dos personas y se convertía en un mago que había hecho un agujero en la pared de la habitación por donde se escapaba su doble, salía a la calle e iba a pasear, pero que en la cama quedaba otro papá y que ese era el que se levantaba con mal humor y se enfadaba con todo el mundo.
Después de un tiempo, su doble volvía y se introducía por el lugar por donde se había escapado y volvía a convertirse en su papá de verdad y ya todo cambiaba. Su humor se volvía maravilloso, no se enfadaba por nada, todo le parecía bien y le daba muchos, muchísimos besos y le decía cosas muy bonitas como que era su príncipe.
Estaba contento porque su papá había volado y en el vuelo había perdido su mal genio y sus múltiples problemas.
Era su papá querido y era un rey para él.