Editorial Alaire

Francisco Lobo escribió: ↑Jue, 22 Dic 2022 19:56 ¡Qué grande eres, amigo! Veo que has cambiado tu registro, pues este me parece distinto a los últimos que te leí, a esos que has mandado a un concurso de Jaén. Te llamaré para felicitarte, si puedo -tendré la casa llena de gente para cenar- Recibe mi abrazo, poeta.

P.D. Si hubiese leído este poema sin saber quién lo escribió, hubiese sabido que eres tú.

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Jue, 22 Dic 2022 19:37 Un olor a águilas muertas impregnó el aire,


Un olor a águilas muertas impregnó el aire,
hizo guiñar a los gatos más promiscuos
y puso en fuga a las lombrices de tierra
cuando tú proclamaste tu amor a las estatuas.
Pero los arqueólogos, pertinaces y verticales,
desenvainaron sus espadas de tedio
y las pusieron a secar entre el pan y la nieve.
Unos sostuvieron que aquel monte era sagrado,
mientras otros, abarrotados de adverbios,
condujeron sus carros hacia la noche
cuando ya el huracán fue inevitable.
Las monjas entonaron cánticos de perdón,
las prostitutas rieron con risas desdentadas
y todos los guardianes de los cementerios
destrozaron con mazas las lápidas de mármol
que llevaban tu nombre grabado a lluvia
en góticas letras de plata y flores viejas.

Pilar Morte escribió: ↑Vie, 23 Dic 2022 9:03 Simbolismo puro en este poema. Versos para deleitarse y aprender. Me ha gustado mucho leerte. Felicidades.
Abrazos Navideños.

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Jue, 22 Dic 2022 19:37 Un olor a águilas muertas impregnó el aire,


Un olor a águilas muertas impregnó el aire,
hizo guiñar a los gatos más promiscuos
y puso en fuga a las lombrices de tierra
cuando tú proclamaste tu amor a las estatuas.
Pero los arqueólogos, pertinaces y verticales,
desenvainaron sus espadas de tedio
y las pusieron a secar entre el pan y la nieve.
Unos sostuvieron que aquel monte era sagrado,
mientras otros, abarrotados de adverbios,
condujeron sus carros hacia la noche
cuando ya el huracán fue inevitable.
Las monjas entonaron cánticos de perdón,
las prostitutas rieron con risas desdentadas
y todos los guardianes de los cementerios
destrozaron con mazas las lápidas de mármol
que llevaban tu nombre grabado a lluvia
en góticas letras de plata y flores viejas.