Editorial Alaire

Hallie Hernández Alfaro escribió: ↑Lun, 21 Nov 2022 17:45 .


Ingenio y densidad a partes iguales, querida Pilar.
Me ha encantado esa tercera persona que refleja verdades como puños.
Es un poema duro, tremendamente intimista; los pensamientos mimetizados con la pena aprendida, con la pena crónica; la mirada sea quizá, el secreto de toda confesión...

Felicitaciones sinceras por este inspirado y hermoso trabajo.
Aplausos en primera fila.

Un abrazo de los grandes.

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Mar, 22 Nov 2022 11:04 “ Hay veces
que sentir es un corredor sin luz, la parquedad
donde las huellas se borran sin apreciar el paso,
las pareces derraman el óleo de sus cuadros, las fotos del recuerdo,
y las distancias marcan el ritmo”

Me ha encantado, Pilariña. La autora, con lenguaje poético muy rico en símbolos e imágenes de gran creatividad, lamenta las veces en que se nos hace tan difícil sentir cuando es tan necesario hacerlo.

Todo un placer de lectura.

Un bico, querida amiga.

Hallie Hernández Alfaro escribió: ↑Lun, 05 Dic 2022 9:53 .

vuelve este hermoso trabajo para deleite de todos.

Abrazos y felicidad.

Pilar Morte escribió: ↑Lun, 21 Nov 2022 10:29 Hay veces
que el sepia se hace pensamiento, cerebro de aguas lóbregas,
y no reconoces, ni te reconoces
porque la sombra viste el círculo de la vida,
y parece que nada existió cuando las aves asomaban
en miradas cuajando los sentidos.
Hay veces
que sentir es un corredor sin luz, la parquedad
donde las huellas se borran sin apreciar el paso,
las pareces derraman el óleo de sus cuadros, las fotos del recuerdo,
y las distancias marcan el ritmo;
el diario son hojas deshechas por la lluvia
que, en lentitud, va comiendo palabras
hasta hacer insondables la avidez y los sueños.
Es el momento de salvar la sangre que llora en las entrañas
y esperan el perdón porque no aprendió
a perdonarse,
devolverle el amor y lanzarlo al comienzo
como ráfaga que absorbe lo oscuro
hasta hacer clarear el rostro macilento
de la tristeza, la turbiedad de los ojos
que olvidaron como se mira el presente.


Ella dijo:
Se reducen los meses del anuario.
Dadme tiempo para el gozo de la comunicación.
Tras los muros quedaron las parcelas
donde el amor no supo derribar
los ladrillos de la ignorancia.
Devolvedme el segundo en que el mundo está en mí y yo en él.
Después, puedo marchar
con la libertad acuñada en la mirada.

Pilar Morte escribió: ↑Lun, 21 Nov 2022 10:29 Hay veces
que el sepia se hace pensamiento, cerebro de aguas lóbregas,
y no reconoces, ni te reconoces
porque la sombra viste el círculo de la vida,
y parece que nada existió cuando las aves asomaban
en miradas cuajando los sentidos.
Hay veces
que sentir es un corredor sin luz, la parquedad
donde las huellas se borran sin apreciar el paso,
las pareces derraman el óleo de sus cuadros, las fotos del recuerdo,
y las distancias marcan el ritmo;
el diario son hojas deshechas por la lluvia
que, en lentitud, va comiendo palabras
hasta hacer insondables la avidez y los sueños.
Es el momento de salvar la sangre que llora en las entrañas
y esperan el perdón porque no aprendió
a perdonarse,
devolverle el amor y lanzarlo al comienzo
como ráfaga que absorbe lo oscuro
hasta hacer clarear el rostro macilento
de la tristeza, la turbiedad de los ojos
que olvidaron como se mira el presente.


Ella dijo:
Se reducen los meses del anuario.
Dadme tiempo para el gozo de la comunicación.
Tras los muros quedaron las parcelas
donde el amor no supo derribar
los ladrillos de la ignorancia.
Devolvedme el segundo en que el mundo está en mí y yo en él.
Después, puedo marchar
con la libertad acuñada en la mirada.

Agradecido por el placer que me ofreces de leer tan bello y profundo poema.

Desde la soledad de mi isla, un gran abrazo.

José MAnuel F. Febles

Mirta Elena Tessio escribió: ↑Mié, 07 Dic 2022 11:57

Pilar Morte escribió: ↑Lun, 21 Nov 2022 10:29 Hay veces
que el sepia se hace pensamiento, cerebro de aguas lóbregas,
y no reconoces, ni te reconoces
porque la sombra viste el círculo de la vida,
y parece que nada existió cuando las aves asomaban
en miradas cuajando los sentidos.
Hay veces
que sentir es un corredor sin luz, la parquedad
donde las huellas se borran sin apreciar el paso,
las pareces derraman el óleo de sus cuadros, las fotos del recuerdo,
y las distancias marcan el ritmo;
el diario son hojas deshechas por la lluvia
que, en lentitud, va comiendo palabras
hasta hacer insondables la avidez y los sueños.
Es el momento de salvar la sangre que llora en las entrañas
y esperan el perdón porque no aprendió
a perdonarse,
devolverle el amor y lanzarlo al comienzo
como ráfaga que absorbe lo oscuro
hasta hacer clarear el rostro macilento
de la tristeza, la turbiedad de los ojos
que olvidaron como se mira el presente.


Ella dijo:
Se reducen los meses del anuario.
Dadme tiempo para el gozo de la comunicación.
Tras los muros quedaron las parcelas
donde el amor no supo derribar
los ladrillos de la ignorancia.
Devolvedme el segundo en que el mundo está en mí y yo en él.
Después, puedo marchar
con la libertad acuñada en la mirada.

Hola Pilar, hay un cambio un salto casi cuántico en tu escrito y lo he disfrutado, tal vez no sea para todos, pero me encató.
Un abrazo.-

José Manuel F. Febles escribió: ↑Mié, 07 Dic 2022 13:33

Pilar Morte escribió: ↑Lun, 21 Nov 2022 10:29 Hay veces
que el sepia se hace pensamiento, cerebro de aguas lóbregas,
y no reconoces, ni te reconoces
porque la sombra viste el círculo de la vida,
y parece que nada existió cuando las aves asomaban
en miradas cuajando los sentidos.
Hay veces
que sentir es un corredor sin luz, la parquedad
donde las huellas se borran sin apreciar el paso,
las pareces derraman el óleo de sus cuadros, las fotos del recuerdo,
y las distancias marcan el ritmo;
el diario son hojas deshechas por la lluvia
que, en lentitud, va comiendo palabras
hasta hacer insondables la avidez y los sueños.
Es el momento de salvar la sangre que llora en las entrañas
y esperan el perdón porque no aprendió
a perdonarse,
devolverle el amor y lanzarlo al comienzo
como ráfaga que absorbe lo oscuro
hasta hacer clarear el rostro macilento
de la tristeza, la turbiedad de los ojos
que olvidaron como se mira el presente.


Ella dijo:
Se reducen los meses del anuario.
Dadme tiempo para el gozo de la comunicación.
Tras los muros quedaron las parcelas
donde el amor no supo derribar
los ladrillos de la ignorancia.
Devolvedme el segundo en que el mundo está en mí y yo en él.
Después, puedo marchar
con la libertad acuñada en la mirada.

Agradecido por el placer que me ofreces de leer tan bello y profundo poema.

Desde la soledad de mi isla, un gran abrazo.

José MAnuel F. Febles

Gracias, querido amigo, por leer y dejar tu impresión del poema.
Abrazos

Ramón Carballal escribió: ↑Jue, 08 Dic 2022 11:46 Muy buena entrega, el poema lo tiene todo, profundidad, esmerado desarrollo formal y lucidez. Un gusto la lectura. Abrazos.

Pilar Morte escribió: ↑Lun, 21 Nov 2022 10:29 Hay veces
que el sepia se hace pensamiento, cerebro de aguas lóbregas,
y no reconoces, ni te reconoces
porque la sombra viste el círculo de la vida,
y parece que nada existió cuando las aves asomaban
en miradas cuajando los sentidos.
Hay veces
que sentir es un corredor sin luz, la parquedad
donde las huellas se borran sin apreciar el paso,
las pareces derraman el óleo de sus cuadros, las fotos del recuerdo,
y las distancias marcan el ritmo;
el diario son hojas deshechas por la lluvia
que, en lentitud, va comiendo palabras
hasta hacer insondables la avidez y los sueños.
Es el momento de salvar la sangre que llora en las entrañas
y esperan el perdón porque no aprendió
a perdonarse,
devolverle el amor y lanzarlo al comienzo
como ráfaga que absorbe lo oscuro
hasta hacer clarear el rostro macilento
de la tristeza, la turbiedad de los ojos
que olvidaron como se mira el presente.


Ella dijo:
Se reducen los meses del anuario.
Dadme tiempo para el gozo de la comunicación.
Tras los muros quedaron las parcelas
donde el amor no supo derribar
los ladrillos de la ignorancia.
Devolvedme el segundo en que el mundo está en mí y yo en él.
Después, puedo marchar
con la libertad acuñada en la mirada.

Después, puedo marchar
con la libertad acuñada en la mirada.