Un último amor

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

Dark Moon Walker
Mensajes: 32
Registrado: Sab, 08 Oct 2022 14:53

Un último amor

Mensaje sin leer por Dark Moon Walker »

Fue aquella noche, en aquella pequeña casa perdida en un barranco, de madrugada, mientras él fumaba marihuana y ella dormía, que él llegó a la firme conclusión, por muchos motivos, de que estaba enamorado de ella, de que amaba a la mujer que se hallaba acostada en la cama. Y una sonrisa, que muchas veces la habían descrito como lobuna, asomó a su rostro.
La había conocido hacía tres meses a través de una página web de contactos que le había proporcionado, junto a los datos personales de ella, el servicio de inteligencia para el que trabajaba, con las únicas órdenes de contactar con ella, y enamorarla.
Fue un trabajo que para él no le resultó inusual, lo había hecho otras veces, llevaba ya más de siete años trabajando para ese servicio de inteligencia, y ya había ejecutado órdenes muchas más sórdidas, y tétricas. Por lo que, al ver la única foto que tenía su objetivo expuesta en la web de contactos, sólo una franja de imagen en que se le veían únicamente sus dos bellos ojos sonriendo, le pareció que este trabajo prometía ser particularmente divertido.
Por ello, tras hacer un perfil falso con fotos reales, hecho a medida para interesarle a ella especialmente, chatearon durante más de un mes todos los días viendo él siempre esos ojos, descubriendo que cada día más se entretenía, que tenían mucha facilidad de conversar entre ellos, descubriendo a una mujer sumamente sensible e inteligente, una mujer que había sufrido mucho a manos de la vida y de mucha gente y aún así no se había maleado, una mujer sincera y tierna, una mujer interesante.
Ella se abrió a él, hasta tuvieron sexo telefónico, pero siempre tuvo la reticencia de enviarle una foto actual de su rostro y cuerpo, sólo dejaba ver sus dos hermosos ojos en la web de contacto. Y así fue que él, cada vez más, sintió la curiosidad de saber cómo la habían tratado los años pues, en el expediente que le habían entregado de ella, la foto más reciente databa de hacía diez años.
Al cabo de ese mes se atrevió ella a recibirlo en su pequeña casa perdida en aquel barranco. La primera vez que se vieron ella se asomaba de la ventana del piso superior de la pequeña casa y él bajaba del coche. Cuando él miró hacia arriba se quedaron un largo espacio de tiempo sin decir nada, sólo mirándose, con unas sonrisas sinceras y repasando con los ojos todo detalle, poniendo cara y cuerpo al otro. Ella lo hizo natural, él también lo hizo sincero. Realmente se gustaban.
Desde ahí pasaron dos meses, dos meses en los que no abandonaron la pequeña casa escondida en el barranco más que para ir a comprar a un pueblo cercano y pescar por la noche, en la parte que el barranco se unía con el mar. Y algo empezó a cambiar en él.
Él ya no pensaba en las siguientes órdenes que debía recibir al respecto de aquella mujer, ni siquiera cuando desde su teléfono móvil vía satélite, con la excusa de que no le gustaba ser visto en el baño, mandaba la información que se le ocurría de ella al servicio de inteligencia. Lo cierto es que sólo disfrutaba de su compañía como si el resto del mundo no existiese, como si aquel romance jamás fuera acabar. Hasta que llegó la orden, una que siempre evitó pensar, que debía de destruir todos los dispositivos informáticos de la casa, a excepción del portátil, y matarla.
Por eso, esa noche, fumando marihuana mientras ella dormía, con el firme convencimiento de amarla, sumamente cansado de su vida, esa de no contar nunca con nadie, de vivir siempre a solas con sus verdades, de cometer actos sórdidos, una vida de no tener casa, ni familia, ni amigos, la de luchar siempre contra su soledad siempre a solas, la de saber que no podía huir de todo aquello por tantos muertos y secretos que tenía en su conciencia. Razones por las que terminó de fumar, se vistió, y escribió una nota a mano que decía “Lo siento, mi amor, les he estado mintiendo, les he dicho que tú debes de ser otra persona. Pero no se fían, me han pedido que te mate. Huye por las montañas y sal en coche del país. Yo no puedo esconderme. Te amo.”. Poniendo después la nota, bien visible, debajo de su teléfono vía satélite sobre una mesa.
Tras ello, ya en su coche, del doble fondo del maletero sacó una pistola semiautomática, comprobó su cargador y, cuando lo volvió a instalar de un seco golpe, ya dispuesto a quitarse la vida con el arma dejándose caer desde algún acantilado al mismo tiempo, ella lo llamó asomándose desde la ventana del piso superior de la pequeña casa, desde donde la primera vez se vieran.
Se quedaron unos breves minutos mirándose, tras los que él se enfundó el arma en el cinturón, y volvió a entrar en la casa.
Pese a que la casa fue revisada, ya hacen años que los buscan varios servicios de inteligencia. Informes dispares, únicamente basados en dos correos electrónicos achacados a la pareja, dicen que, bajo identidades falsas, pueden estar viviendo a las afueras de París o Londres, o en alguna comunidad espiritual del sur de la India, cerca de las montañas. Nadie sabe su paradero a ciencia cierta, ni por rumores.
Pero, según los lugareños de un pequeño pueblo pesquero de una isla en el Atlántico, dicen que la pareja de extranjeros que viven en la pequeña casa escondida en el barranco, esa señora dulce y el silencioso hombre, que siempre la acompaña con actitud protectora, tienen algo de sospechosos.
Hallie Hernández Alfaro
Mensajes: 19402
Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Re: Un último amor

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

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Me ha encantado el relato, querido amigo.
Creo haberlo leído antes; me parece que lo habías publicado aquí en prosa Alaire, y después por alguna razón, decidiste borrarlo (varios relatos, creo). Es dinámico, hermoso y lleva botines de cuento mágico.

Un gustazo verte por aquí; como siempre te pido que, por favor, comentes los trabajos de los compañeros en prosa y en el foro de poemas.

Abrazo enorme.
"Algo, en este tan vasto como innecesario universo,
ha de tener sentido: ninguna ecuación diferencial
siente. Pero, se sabe, en el principio
fue dicho: hágase la luz; y abrimos los ojos."


Sub-jectum, Julio Bonal
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