Editorial Alaire

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Mié, 09 Nov 2022 12:56 PARADOS

Los hijos surgidos de la putrefacción de la avidez
formaban un pavimento tan áspero
que producía rasguños en los pies de los alpinistas.
Algunos intentaron cubrirlos con cemento
pero lo impidieron los que sabían leer y escribir
que prefirieron regarlos con agua de colonia.
Los hijos permanecieron sumidos en clara de huevo
y se hicieron una corteza con las raíces centenarias.
Algunos se irguieron sobre los perros de lacre
y escribieron pancartas dibujadas con agua de mar.
Otros se hundieron en el cieno empuñando sus venas,
otros se fueron al norte con sus títulos nobiliarios
y los más se filtraron por las oquedades de la humillación.
La damisela germana se asomó a las tapias
e, insensible, volvió a su catre moviendo la cabeza.
Se embozó a los padres con bufandas de terciopelo
y se robó a los hijos un menú de ricos manjares
para saciar la gula de las fauces invictas.

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Mié, 09 Nov 2022 12:56 PARADOS

Los hijos surgidos de la putrefacción de la avidez
formaban un pavimento tan áspero
que producía rasguños en los pies de los alpinistas.
Algunos intentaron cubrirlos con cemento
pero lo impidieron los que sabían leer y escribir
que prefirieron regarlos con agua de colonia.
Los hijos permanecieron sumidos en clara de huevo
y se hicieron una corteza con las raíces centenarias.
Algunos se irguieron sobre los perros de lacre
y escribieron pancartas dibujadas con agua de mar.
Otros se hundieron en el cieno empuñando sus venas,
otros se fueron al norte con sus títulos nobiliarios
y los más se filtraron por las oquedades de la humillación.
La damisela germana se asomó a las tapias
e, insensible, volvió a su catre moviendo la cabeza.
Se embozó a los padres con bufandas de terciopelo
y se robó a los hijos un menú de ricos manjares
para saciar la gula de las fauces invictas.

Hallie Hernández Alfaro escribió: ↑Jue, 10 Nov 2022 8:11

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Mié, 09 Nov 2022 12:56 PARADOS

Los hijos surgidos de la putrefacción de la avidez
formaban un pavimento tan áspero
que producía rasguños en los pies de los alpinistas.
Algunos intentaron cubrirlos con cemento
pero lo impidieron los que sabían leer y escribir
que prefirieron regarlos con agua de colonia.
Los hijos permanecieron sumidos en clara de huevo
y se hicieron una corteza con las raíces centenarias.
Algunos se irguieron sobre los perros de lacre
y escribieron pancartas dibujadas con agua de mar.
Otros se hundieron en el cieno empuñando sus venas,
otros se fueron al norte con sus títulos nobiliarios
y los más se filtraron por las oquedades de la humillación.
La damisela germana se asomó a las tapias
e, insensible, volvió a su catre moviendo la cabeza.
Se embozó a los padres con bufandas de terciopelo
y se robó a los hijos un menú de ricos manjares
para saciar la gula de las fauces invictas.

Un poema superdotado, querido Jerónimo.
La humanidad celebra su brillo y trascendencia.

Aplaudo con fervor.

Un abrazo.