Leopoldo María Panero, un poeta en la búsqueda de la luz

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F. Enrique
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Leopoldo María Panero, un poeta en la búsqueda de la luz

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1

Requiem

Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
En la cena de los hombres quién sabe si mi nombre
algo aún será: ceniza en la mesa
o alimento para el vino.
Los bárbaros no miran a los ojos cuando hablan.
Como una mujer al fondo del recuerdo
yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.

"El último hombre" 1984


2

Primer amor

...ora
sei rimasta sola...

Riki Gianco_mikidel Prete

Esta sonrisa que me llega como el poniente
que se aplasta contra mi carne que hasta entonces sentía
sólo calor o frío
esta música quemada o mariposa débil como el aire que
quisiera tan sólo un alfiler para evitar su caída
ahora
cuando el reloj avanza sin horizonte o luna sin viento sin
bandera
esta tristeza o frío
no llames a mi puerta deja que el viento se lleve tus
labios
este cadáver que todavía guarda el calor de nuestros
besos
dejadme contemplar el mundo en una lágrima
Ven despacio hacia mí luna de dientes caídos
Dejadme entrar en la cueva submarina
atrás quedan las formas que se suceden sin dejar huella
todo lo que pasa y se deshace dejando tan sólo un humo
blanco
atrás quedan los sueños que hoy son sólo hielo o piedra
agua dulce como un beso desde el otro lado del horizonte

Pájaros pálidos en jaulas de oro.
3


A mi madre

(reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

Leopoldo María Panero es siempre interesante, unas pocas veces es bueno y otras pocas brillante, muy brillante. ¿Qué hubiera sido sin la esclavitud de las drogas, sin las cadenas de la esquizofrenia?

4

Mañana con el recogedor
arrastrarán los trozos de mi alma
y los venderán al mejor postor
y los niños, corriendo alrededor
gritarán "Scardanelli Scardanelli"
Hördelin ha nuerto ya.

Supongo, Era, que Leopoldo María no habría sido publicado sin su apellido y sin la película "El desencanto" como guías y sería terriblemente injusto, la publicación de un libro se justifica por un poema magistral y entre la maraña de sus desviaciones mentales y emocionales Leopoldo María siempre se dejaba caer con más de uno. En Suecia tienen un poeta, se nos murió el más grande del Séptimo sello, y lo agasajan con un Nobel inmerecido, para mi entender, en España el vagón de los buenos poetas está cerrado por falta de espacio y los que están dentro discuten por la primera parte contratante que nunca acaba.

5
 
Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero
hijo de padre borracho
y hermano de un suicida
perseguido por los pájaros y los recuerdos
que me acechan cada mañana
escondidos en matorrales
gritando por que termine la memoria
y el recuerdo se vuelva azul, y gima
rezándole a la nada porque muera.

No puedo dejar de pensar, leyendo los poemas de Leopoldo María, que yo podría ser ese preso recluido en las rejas de una enfermedad mental y social, que es probable que yo también hubiera firmado un poema con el nombre de Scardanelli antes de que él lo hiciera y que también haya que buscar mucho para hallar un buen poema en la maraña de lo que he escrito.
6
 
Réquiem por un poeta 
 
Qué es mi alma, preguntas
a una imagen atado.
Es un dios en la sombra
rezándole a la sombra.
Es quizá un esclavo
lamiendo con su lengua las sobras de la vida.
La soga que en el cuello
llevábamos atada fácil es desatarla,
por cuanto es ilusión sólo, lo mismo que la vida, 
que el dolor y la muerte y el sueño del dinero.
La vejez dicen sólo responde a tu pregunta.
Una piel arrugada y un hombre al que avergüenza
mirarse al sediento espejo.
Un día moriré. Un día estaré solo,
un alce cabalgando en la calle, y el aire
será para mis ojos la señal de la huida.
Ya no serán manos mis manos,
ni un solo buen recuerdo
a la vida me ligará ya entonces.
Veré pasar un niño por la acera de espanto
y le preguntaré mi nombre si mañana renazco.
***
Unos versos caídos en el cielo de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no estás,
la tristeza de una sonrisa que no puede desplegarse
cuando no encuentra el camino de tus labios./align]
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