Fulgor
Publicado: Lun, 31 Oct 2022 11:42
Ardía el mar como un fuego azul
y lenta, la tarde se refugiaba
en el silencio de las olas
mientras las aves,
recortadas contra el cielo,
planeaban en círculos entonando
su último canto del día.
Desde la roca donde recientes resonaban
los ecos de risas y juegos infantiles
las gaviotas se contraían
para afrontar la vigilia de una gélida noche.
En las casitas de los pescadores
el fogón encendido
calentaba el pobre caldero
de la cena comunitaria.
Como en un juego de niños,
las redes, ya recogidas,
soñaban con la pesca
del día siguiente y los peces
con evitar caer en su trampa.
Esclavas del deseo,
las luces del faro
y la mirada titilante de los ángeles
buscaban la sombra de una sirena.
Sin mácula, todo era como el cielo
y la mar amantes -las estrellas
trataban muy bien a los marineros-,
como el susurro del aire cristalino,
como la playa desierta y su orilla
suavemente acariciada por las olas.
Aún no se había conjurado la ronca niebla.
y lenta, la tarde se refugiaba
en el silencio de las olas
mientras las aves,
recortadas contra el cielo,
planeaban en círculos entonando
su último canto del día.
Desde la roca donde recientes resonaban
los ecos de risas y juegos infantiles
las gaviotas se contraían
para afrontar la vigilia de una gélida noche.
En las casitas de los pescadores
el fogón encendido
calentaba el pobre caldero
de la cena comunitaria.
Como en un juego de niños,
las redes, ya recogidas,
soñaban con la pesca
del día siguiente y los peces
con evitar caer en su trampa.
Esclavas del deseo,
las luces del faro
y la mirada titilante de los ángeles
buscaban la sombra de una sirena.
Sin mácula, todo era como el cielo
y la mar amantes -las estrellas
trataban muy bien a los marineros-,
como el susurro del aire cristalino,
como la playa desierta y su orilla
suavemente acariciada por las olas.
Aún no se había conjurado la ronca niebla.