Alma

[Ramón Carballal]

Tú eres la playa y yo el faro,
tú la ciudad de piedra, yo la ciudad de agua.

Tu acento lo imité con mi voz más dulce,
mi acento le dio a tus frases un ansia de luz,
un perenne fulgor.

Descubrirnos fue como vestirse con la sombra del otro,
esa silueta furtiva que nos persigue y nos dibuja por los suelos
y las paredes de la casa.

De ti aprendí los colores de la heráldica,
me desvelaste los misterios que la pintura encubre,
en los meses de otoño-los bosques húmedos-calzabas botas de militar,
bajo un chubasquero azul recogías los frutos de los árboles,
de los prados y la umbría, las pálidas setas.

Yo quise enseñarte las películas que casi nadie vio,
los libros que me hicieron mayor cuando aún era joven,
los bares donde decirnos algo inventaba un idioma.

Dos mundos no tienen por qué chocar,
a veces son ósmosis de luz, de pasión y tiempo,
fluidos que se mixturan en la ojiva del ser.

Y es que, de pronto, ya no somos extraños,
tú me miras como yo me miro;
y yo te veo como si un espejo
reflejara tu alma
con la forma de la mía.

[Hallie Hernández Alfaro]

Tú eres la playa y yo el faro,
tú la ciudad de piedra, yo la ciudad de agua.

Tu acento lo imité con mi voz más dulce,
mi acento le dio a tus frases un ansia de luz,
un perenne fulgor.

Descubrirnos fue como vestirse con la sombra del otro,
esa silueta furtiva que nos persigue y nos dibuja por los suelos
y las paredes de la casa.

De ti aprendí los colores de la heráldica,
me desvelaste los misterios que la pintura encubre,
en los meses de otoño-los bosques húmedos-calzabas botas de militar,
bajo un chubasquero azul recogías los frutos de los árboles,
de los prados y la umbría, las pálidas setas.

Yo quise enseñarte las películas que casi nadie vio,
los libros que me hicieron mayor cuando aún era joven,
los bares donde decirnos algo inventaba un idioma.

Dos mundos no tienen por qué chocar,
a veces son ósmosis de luz, de pasión y tiempo,
fluidos que se mixturan en la ojiva del ser.

Y es que, de pronto, ya no somos extraños,
tú me miras como yo me miro;
y yo te veo como si un espejo
reflejara tu alma
con la forma de la mía.

Qué hermoso poema haces encarnar ante los fascinados ojos lectores.
Me llega con una trasparencia álmica exuberante. La luz abraza sus efectos, reparte conexión y felicidad en cada ángulo imaginable.

En estos casos, amigo, solo queda la ovación sostenida e imparable.

Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Gracias, Hallie, por tus amables palabras. Da gusto ver que alguien te lee y comenta. Un fuerte abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Hermoso trabajo, Ramón, del que destaco esta estrofa de evocadora y original idea poética.

"Descubrirnos fue como vestirse con la sombra del otro,
esa silueta furtiva que nos persigue y nos dibuja por los suelos
y las paredes de la casa"

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Abrazos.

[Antonio Urdiales]

Qué buen poema, Ramón. A veces es bueno asomarse al balcón del alma y descubrir que en la dualidad, como en tus metáforas, siempre hay riqueza.

Un abrazo.

[Pilar Morte]

Y es que, de pronto, ya no somos extraños.
Qué precioso todo el poema!!
Lo he disfrutado de principio a fin.
Felicidades.
Abrazos

[Ramón Carballal]

Tú eres la playa y yo el faro,
tú la ciudad de piedra, yo la ciudad de agua.

Tu acento lo imité con mi voz más dulce,
mi acento le dio a tus frases un ansia de luz,
un perenne fulgor.

Descubrirnos fue como vestirse con la sombra del otro,
esa silueta furtiva que nos persigue y nos dibuja por los suelos
y las paredes de la casa.

De ti aprendí los colores de la heráldica,
me desvelaste los misterios que la pintura encubre,
en los meses de otoño-los bosques húmedos-calzabas botas de militar,
bajo un chubasquero azul recogías los frutos de los árboles,
de los prados y la umbría, las pálidas setas.

Yo quise enseñarte las películas que casi nadie vio,
los libros que me hicieron mayor cuando aún era joven,
los bares donde decirnos algo inventaba un idioma.

Dos mundos no tienen por qué chocar,
a veces son ósmosis de luz, de pasión y tiempo,
fluidos que se mixturan en la ojiva del ser.

Y es que, de pronto, ya no somos extraños,
tú me miras como yo me miro;
y yo te veo como si un espejo
reflejara tu alma
con la forma de la mía.

Qué hermoso poema haces encarnar ante los fascinados ojos lectores.
Me llega con una trasparencia álmica exuberante. La luz abraza sus efectos, reparte conexión y felicidad en cada ángulo imaginable.

En estos casos, amigo, solo queda la ovación sostenida e imparable.

Un abrazo.

Gracias, Hallie, por la amabilidad del comentario. Un abrazo.

[Marisa Peral]

Dos mundos no pueden ni deben chocar, aprendemos unos de otros, incluso podemos mimetizarnos.
Siempre disfruto leyendo tu poesía, Ramón.

Abrazo fuerte.

[Ramón Carballal]

Hermoso trabajo, Ramón, del que destaco esta estrofa de evocadora y original idea poética.

"Descubrirnos fue como vestirse con la sombra del otro,
esa silueta furtiva que nos persigue y nos dibuja por los suelos
y las paredes de la casa"

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Abrazos.

Gracias, J.J., por leer y por el amable comentario. Unha aperta.

[Ramón Carballal]

Qué buen poema, Ramón. A veces es bueno asomarse al balcón del alma y descubrir que en la dualidad, como en tus metáforas, siempre hay riqueza.

Un abrazo.

Gracias, Antonio, por tus palabras. Un abrazo.

[Mirta Elena Tessio]

Tú eres la playa y yo el faro,
tú la ciudad de piedra, yo la ciudad de agua.

Tu acento lo imité con mi voz más dulce,
mi acento le dio a tus frases un ansia de luz,
un perenne fulgor.

Descubrirnos fue como vestirse con la sombra del otro,
esa silueta furtiva que nos persigue y nos dibuja por los suelos
y las paredes de la casa.

De ti aprendí los colores de la heráldica,
me desvelaste los misterios que la pintura encubre,
en los meses de otoño-los bosques húmedos-calzabas botas de militar,
bajo un chubasquero azul recogías los frutos de los árboles,
de los prados y la umbría, las pálidas setas.

Yo quise enseñarte las películas que casi nadie vio,
los libros que me hicieron mayor cuando aún era joven,
los bares donde decirnos algo inventaba un idioma.

Dos mundos no tienen por qué chocar,
a veces son ósmosis de luz, de pasión y tiempo,
fluidos que se mixturan en la ojiva del ser.

Y es que, de pronto, ya no somos extraños,
tú me miras como yo me miro;
y yo te veo como si un espejo
reflejara tu alma
con la forma de la mía.

Nuevamente te leo Ramòn y con emociòn te digo eres un muy buen poeta.
No sè, si serà mi sensibilidad en esto momentos lejos de mis cumbres, lo que sea, este poema
no me deja repirar. Hay estrofas muy tuyas en imàgenes y en metàforas.
Te felicito por esas almas que se encuentran para amar. Un abrazote.-

[F. Enrique]

Siempre hay un lugar para celebrar un poema de amor, el tuyo lo es. En cierta forma hoy nos concentramos en los poemas de desamor, por ello es refrescante y dichoso encontrar uno de amor con la magia de tu pluma.

Un abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

Ah, el amor. Un tema perenne que, regado con tu talento, florece en poesía original y de muy alto nivel. Si estuviera en facebook, diría: "me encanta", pero es más, mucho más.
Un abrazo.

Jerónimo

[Ramón Carballal]

Y es que, de pronto, ya no somos extraños.
Qué precioso todo el poema!!
Lo he disfrutado de principio a fin.
Felicidades.
Abrazos

Gracias, Pilar, por tus palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Dos mundos no pueden ni deben chocar, aprendemos unos de otros, incluso podemos mimetizarnos.
Siempre disfruto leyendo tu poesía, Ramón.

Abrazo fuerte.

Gracias, Marisa, por tu amabilidad. Un abrazo grande.