
LA CASA VACÍA
Salieron los libros. En cajas como almacenes de letras fueron amontonados
y las estanterías ofrecen su vientre vacío al aire,
materia de la nada, oquedades estériles en la estancia silenciosa.
Luego los cuadros. Y las paredes enmudecieron; apenas en su piel alguna herida
del tiempo y el polvo donde hablaba la lengua del color y la forma.
Los muebles se resisten en sus espacios conquistados; pero saben
de su gesto inútil, de su poco peso, la ligereza inmutable del destino.
Se vacía la casa de sus palabras aprendidas con esfuerzo
y tropiezan las miradas volando sin encontrar donde posarse. Se van
aquellos recuerdos inolvidables
cuando la luz entra por las ventanas.
El delgado hilo de las horas felices se rompe entre tus manos
y las fotografías sólo son ya imágenes desgastadas
sobre el frágil papel de la memoria..
No sabías, es cierto, que todo esto sería así; olvidaste
lo aprendido, y los afectos ya no te poseen; huyeron
los sentimientos
para habitar las regiones desoladas del vacío,
a excepción de la tristeza que te amortaja.
Abriste la puerta de la casa vacía. No fue difícil
salir. Así es
la vida. Sin ángeles que la guardan.
González Alonso