MEMORIA DE LIDIA
Publicado: Lun, 27 Oct 2008 17:54
( A Lidia Beatriz Biery, que ha muerto hoy)
Aquel caserón gris se acunaba en la sierra de los helechos y en él vivían su vida incorrecta los huérfanos de posguerra que se suicidaban dulcemente a veces y a veces también huían a través de la literatura o los libros de geografía y todos absolutamente todos la primera vez que se enamoraban lo hacían de Sole la criadita del pelo dorado y las rodillas suaves que en primavera olía a cierva núbil hasta que un día los huérfanos de posguerra emigraban como emigran los cormoranes para no volver nunca porque el tiempo es una herida eternal su futuro de niebla los llevaba lejos tan lejos que pasaban los años sobre la cima de la sierra de los helechos y su rastro se borraba y la sangre cautiva perdía definitivamente su batalla y dejaba de rebelarse en la madurez inaudita llegados al lindero del desencanto y los huérfanos de posguerra empezaban entonces a desvivir y a desaprender aunque soledad seguía siendo para ellos una palabra hembra y sin aristas dormida en su vida ya vivida y entonces otra Sole medio siglo después reapareció en otro país y en una ciudad lejana al otro lado del océano y uno de los huérfanos de posguerra le dijo voy a subirme a tus párpados para ser tu amigo y tu otro hermano e intercambiaron versos y otras voces y así supo el huérfano de posguerra que ésta Sole estaba tan llena de vida que le pesaba el tedio de su mar lejano y huía como él lo había hecho tantos años antes de la sierra de los helechos a través de versos hermosísimos que algunas veces formaban la tribu de un libro y otras volaban libres por los cokkies hasta posarse en los países y las gentes y así Sole se libraba del miedo al cáncer de útero y a la melancolía mientras el recuerdo de su madre muerta la acompañaba y un día Sole fue Lidia y ya habitó el futuro para siempre y le decía al huérfano de posguerra ya un viejo camino sólo del crepúsculo casáte casáte casáte porque ella se había casado con un hombre extraordinario que le decía cada tarde no te puedes ir al cielo porque el cielo eres tú y lo era lo es.
Aquel caserón gris se acunaba en la sierra de los helechos y en él vivían su vida incorrecta los huérfanos de posguerra que se suicidaban dulcemente a veces y a veces también huían a través de la literatura o los libros de geografía y todos absolutamente todos la primera vez que se enamoraban lo hacían de Sole la criadita del pelo dorado y las rodillas suaves que en primavera olía a cierva núbil hasta que un día los huérfanos de posguerra emigraban como emigran los cormoranes para no volver nunca porque el tiempo es una herida eternal su futuro de niebla los llevaba lejos tan lejos que pasaban los años sobre la cima de la sierra de los helechos y su rastro se borraba y la sangre cautiva perdía definitivamente su batalla y dejaba de rebelarse en la madurez inaudita llegados al lindero del desencanto y los huérfanos de posguerra empezaban entonces a desvivir y a desaprender aunque soledad seguía siendo para ellos una palabra hembra y sin aristas dormida en su vida ya vivida y entonces otra Sole medio siglo después reapareció en otro país y en una ciudad lejana al otro lado del océano y uno de los huérfanos de posguerra le dijo voy a subirme a tus párpados para ser tu amigo y tu otro hermano e intercambiaron versos y otras voces y así supo el huérfano de posguerra que ésta Sole estaba tan llena de vida que le pesaba el tedio de su mar lejano y huía como él lo había hecho tantos años antes de la sierra de los helechos a través de versos hermosísimos que algunas veces formaban la tribu de un libro y otras volaban libres por los cokkies hasta posarse en los países y las gentes y así Sole se libraba del miedo al cáncer de útero y a la melancolía mientras el recuerdo de su madre muerta la acompañaba y un día Sole fue Lidia y ya habitó el futuro para siempre y le decía al huérfano de posguerra ya un viejo camino sólo del crepúsculo casáte casáte casáte porque ella se había casado con un hombre extraordinario que le decía cada tarde no te puedes ir al cielo porque el cielo eres tú y lo era lo es.