Aún no hay título
Publicado: Sab, 24 Sep 2022 0:06
En la oscuridad está todo aquello oculto que nos da miedo.
Lo que desconocemos, nos intimida, nos asusta,
sin tan siquiera vivirlo.
Es la sensación que el temor te hace,
que el silencio te estremece,
que la soledad te inunda,
mientras el miedo te incita al terror,
la piel se escandaliza y la sangre se congela.
Al final, hasta la muerte se sobresalta.
Quisiera no encontrarme esclavizado junto al gato negro de Poe,
ni con las migajas que el terror encadena
entre las callejuelas descarnadas
donde un tal Jack creía hacer justicia.
A veces creo cruzarme con las fauces de un perro,
que aún sin espuela, sin categoría de nobleza,
deambula demasiado por las calles de tormenta,
sin la sombra de Doyle,
pero encadenado al horror del ser humano.
El vampiro sigue entre nosotros,
con la tinta derramada de Stoker,
y la sangre derrochada por la permisibilidad
de unos individuos incapaces de cortar la hemorragia.
Hay tantos cirujanos como seres envueltos en locura.
Shelley creó un doctor que intentaba ser un dios
devolviendo la vida a aquellos cuerpos de tierra húmeda,
a órganos dormidos en su último sueño
y a la perturbación de una mente fantástica.
Hoy, el bisturí moldea de falsedad los cuerpos del deseo.
Y todo bajo un resplandor que se asemeja a Jack Torrance,
a la oscuridad de fondo de armario de King,
a los sinsabores de una sangre derramada a borbotones,
que se asemeja a cualquier utopía ennegrecida
por la mano de hombre con signo de destrucción.
Es imposible separarse de algo
que forma parte de nuestra propia vida.
Algo que está con nosotros desde la partida,
desde nuestros primeros pasos.
¿Qué es el terror?
¿Por qué nos asusta tanto?
¿Acaso no hay hoy gatos negros?
¿Asesinos en serie?
¿Perros sin piedad?
¿Vampiros vestidos de caballeros?
¿Carnes a medida para vestir cuerpos de lujo?
¿Sangre derramada por placer de mandatarios?
¡No! Poe no inventó el terror,
ni Doyle, ni Stoker, ni Shelley, ni Jack,
ni tan siquiera el maestro King,
con sus letras tenebrosas,
sus historias oscuras,
sus relatos irrepetibles.
Este mundo es un Jekyll y Hyde,
un trastorno de locura y maldad.
El terror ya estaba inventado,
desde el día que la huella del hombre
marcó la tierra,
la manipuló a su estilo
y dejó su sello.
Aún no hay título,
su texto no ha finalizado.
Lo que desconocemos, nos intimida, nos asusta,
sin tan siquiera vivirlo.
Es la sensación que el temor te hace,
que el silencio te estremece,
que la soledad te inunda,
mientras el miedo te incita al terror,
la piel se escandaliza y la sangre se congela.
Al final, hasta la muerte se sobresalta.
Quisiera no encontrarme esclavizado junto al gato negro de Poe,
ni con las migajas que el terror encadena
entre las callejuelas descarnadas
donde un tal Jack creía hacer justicia.
A veces creo cruzarme con las fauces de un perro,
que aún sin espuela, sin categoría de nobleza,
deambula demasiado por las calles de tormenta,
sin la sombra de Doyle,
pero encadenado al horror del ser humano.
El vampiro sigue entre nosotros,
con la tinta derramada de Stoker,
y la sangre derrochada por la permisibilidad
de unos individuos incapaces de cortar la hemorragia.
Hay tantos cirujanos como seres envueltos en locura.
Shelley creó un doctor que intentaba ser un dios
devolviendo la vida a aquellos cuerpos de tierra húmeda,
a órganos dormidos en su último sueño
y a la perturbación de una mente fantástica.
Hoy, el bisturí moldea de falsedad los cuerpos del deseo.
Y todo bajo un resplandor que se asemeja a Jack Torrance,
a la oscuridad de fondo de armario de King,
a los sinsabores de una sangre derramada a borbotones,
que se asemeja a cualquier utopía ennegrecida
por la mano de hombre con signo de destrucción.
Es imposible separarse de algo
que forma parte de nuestra propia vida.
Algo que está con nosotros desde la partida,
desde nuestros primeros pasos.
¿Qué es el terror?
¿Por qué nos asusta tanto?
¿Acaso no hay hoy gatos negros?
¿Asesinos en serie?
¿Perros sin piedad?
¿Vampiros vestidos de caballeros?
¿Carnes a medida para vestir cuerpos de lujo?
¿Sangre derramada por placer de mandatarios?
¡No! Poe no inventó el terror,
ni Doyle, ni Stoker, ni Shelley, ni Jack,
ni tan siquiera el maestro King,
con sus letras tenebrosas,
sus historias oscuras,
sus relatos irrepetibles.
Este mundo es un Jekyll y Hyde,
un trastorno de locura y maldad.
El terror ya estaba inventado,
desde el día que la huella del hombre
marcó la tierra,
la manipuló a su estilo
y dejó su sello.
Aún no hay título,
su texto no ha finalizado.