Hacia dónde

[Ricardo López Castro]

Los discípulos seguían con la mirada al maestro. Durante horas y horas.
Él les había incitado a que guardaran silencio.
La única vía de aprendizaje que tenemos es la de la observación, creían firmemente. Es más, habrían apostado lo que fuera a que ésta era la lección más compleja e importante.
La clase se prolongó durante días.
Muchos desistieron, y abandonaron su puesto, impotentes, inconformes, cabizbajos.
La inquietud se apoderó del maestro, quien habló tras largo tiempo, y así se refirió a su último alumno:
-Está bien, ahora, deja de imitarme.
-Maestro… He esperado tanto este momento… Se lo agradezco profundamente.
Me siento mucho más sabio.
Estoy preparado para formar parte de la sociedad.
-Yo no te he preparado para formar parte de la sociedad.
-Ah, ¿no? Disculpe... Estoy muy confundido.
-Tu maestro está al otro lado de la colina.

[Rafel Calle]

Pasa a la Sala de Espera.

[Administración Alaire]

Sale de la Sala de Espera.

[Ana García]

Me has recordado un viejo cuento que tengo en el baúl en el que actúan: Jesús, el diablo, la libertad y los discípulos. Y viene a decir algo parecido.
Me lo pasé pipa escribiendo ese cuento.
Buen diálogo en el que el maestro no logra enseñar nada y el que le sigue se queda tan adoctrinado que ni lo nota.
Un placer la lectura.
Un beso.

[Ricardo López Castro]

Hola Ana, mi intención era que se interpretara en modo literal el relato.
El maestro sí está al otro lado de la colina. Se supone que a los discípulos les pudo el ansia por dar con él.
Abrazos y felicidad, amigaza.