Conversando en silencio
Publicado: Jue, 11 Ago 2022 21:03
Es curioso entrever que parece que estés solo.
No es un grito en el silencio,
ni tampoco una voz entre las grietas del techo,
no es el sonido de un pájaro cobarde,
pero me aturde como si así fuera.
Me miro al espejo, pero soy invisible.
Creo estar perdido en un lugar vacío,
pero las manchas de humedad,
el olor a viejo y la sequedad del miedo,
me transportan a este rincón anodino.
Hablo en voz alta, nadie escucha.
Más comienzo a escuchar voces,
a sentir los álgidos ecos que rebotan en las paredes,
y siento que ha llegado el tiempo,
que da igual que a la lámpara le falten bombillas,
que un día claro,
no sea capaz de iluminar el habitáculo,
que hoy no sepa que día es,
y que el mañana no tenga ninguna importancia.
Hablo con voz suave, y me responden.
-¿Quién eres, que tanto has tardado?
-No he tardado, siempre he estado aquí.
-¿Dónde te escondes? No soy capaz de verte.
-Pero me sientes.
Aún arrinconado en tu desdicha,
me hablas, me necesitas y me añoras,
pero no eres capaz de asimilarlo.
¿Dónde te crees que he estado todo este tiempo?
Junto a ti, contigo, pero sin ti,
¿acaso me escuchaste alguna vez?
-Siempre he estado solo,
o al menos es posible que así lo creyera,
tal vez, estuvieras ausente,
deshilachado o perdido entre el silencio.
Hace mucho tiempo que no me muevo de aquí,
y sé que este sillón dará sombra a mi lápida,
a mis devaneos, a mi desesperanza,
y a la herencia mortal acuñada día a día.
¿Has estado junto a mí? ¡No! ¡Nunca!
El que no me escuchases,
no significa que no te hablase.
He ocupado parte de la habitación,
he anidado entre el polvo de tu nido,
la oscura luz de tus días,
tu desesperanza,
y hasta he humedecido mis mejillas cuando tú lo hacías.
Pero nunca supe qué decirte,
o quizás creí que era mejor no decir nada.
-¿Y ahora te escucho?
¿Acaso pretendes aliviar con tu voz mi silencio?
Ya no soy nada, creo que nunca lo fui.
He buscado la definición de vida
en tantos, tantos libros…
Y nunca la he conocido,
he sido como esa semilla que nunca brota,
ese minuto necesario pero destartalado,
la página manchada de un libro sin leer.
¿Qué pretendes ahora?
-Escuchar tus palabras y hacer que escuches las mías.
Te crees nada, pero te crees.
No sabes que es la vida, pero has estado en ella.
Todos parten de semillas,
cualquiera ha tenido, tendrá,
un minuto destartalado,
todos, seguro que todos,
se cruzaron con una página manchada.
¿Cuál es tu diferencia?
-Crees saberlo todo,
pero ignoras mucho más que sabes.
¿Te crees acaso que me conoces tanto?
¿Tanto?
¡No!
Totalmente lo necesario.
Mira a tu alrededor, escucha y siente.
Respira y deja de hacerlo,
mueve los brazos, las manos,
observa esas grietas del techo
que han envejecido contigo.
Y ahora calla…
No es un grito en el silencio,
ni tampoco una voz entre las grietas del techo,
no es el sonido de un pájaro cobarde,
pero me aturde como si así fuera.
Me miro al espejo, pero soy invisible.
Creo estar perdido en un lugar vacío,
pero las manchas de humedad,
el olor a viejo y la sequedad del miedo,
me transportan a este rincón anodino.
Hablo en voz alta, nadie escucha.
Más comienzo a escuchar voces,
a sentir los álgidos ecos que rebotan en las paredes,
y siento que ha llegado el tiempo,
que da igual que a la lámpara le falten bombillas,
que un día claro,
no sea capaz de iluminar el habitáculo,
que hoy no sepa que día es,
y que el mañana no tenga ninguna importancia.
Hablo con voz suave, y me responden.
-¿Quién eres, que tanto has tardado?
-No he tardado, siempre he estado aquí.
-¿Dónde te escondes? No soy capaz de verte.
-Pero me sientes.
Aún arrinconado en tu desdicha,
me hablas, me necesitas y me añoras,
pero no eres capaz de asimilarlo.
¿Dónde te crees que he estado todo este tiempo?
Junto a ti, contigo, pero sin ti,
¿acaso me escuchaste alguna vez?
-Siempre he estado solo,
o al menos es posible que así lo creyera,
tal vez, estuvieras ausente,
deshilachado o perdido entre el silencio.
Hace mucho tiempo que no me muevo de aquí,
y sé que este sillón dará sombra a mi lápida,
a mis devaneos, a mi desesperanza,
y a la herencia mortal acuñada día a día.
¿Has estado junto a mí? ¡No! ¡Nunca!
El que no me escuchases,
no significa que no te hablase.
He ocupado parte de la habitación,
he anidado entre el polvo de tu nido,
la oscura luz de tus días,
tu desesperanza,
y hasta he humedecido mis mejillas cuando tú lo hacías.
Pero nunca supe qué decirte,
o quizás creí que era mejor no decir nada.
-¿Y ahora te escucho?
¿Acaso pretendes aliviar con tu voz mi silencio?
Ya no soy nada, creo que nunca lo fui.
He buscado la definición de vida
en tantos, tantos libros…
Y nunca la he conocido,
he sido como esa semilla que nunca brota,
ese minuto necesario pero destartalado,
la página manchada de un libro sin leer.
¿Qué pretendes ahora?
-Escuchar tus palabras y hacer que escuches las mías.
Te crees nada, pero te crees.
No sabes que es la vida, pero has estado en ella.
Todos parten de semillas,
cualquiera ha tenido, tendrá,
un minuto destartalado,
todos, seguro que todos,
se cruzaron con una página manchada.
¿Cuál es tu diferencia?
-Crees saberlo todo,
pero ignoras mucho más que sabes.
¿Te crees acaso que me conoces tanto?
¿Tanto?
¡No!
Totalmente lo necesario.
Mira a tu alrededor, escucha y siente.
Respira y deja de hacerlo,
mueve los brazos, las manos,
observa esas grietas del techo
que han envejecido contigo.
Y ahora calla…