
Las mañanas en el jardín (convivencia con fobias)
Miraríamos con malos ojos a los psiquiátricos,
la única prisión que transigiríamos,
sería, ser de nuestras mentes presos;
y nada de cintas brunas,
y nada de impaciencia,
y nada de cordura
ni de climas fríos.
Aborreceríamos ser de nosotros mismos;
sordos, mudos o ciegos.
No abriríamos sobres, de correo,
no abrigaríamos preguntas, sin respuesta.
Disfrutaríamos claustrofóbicos,
de nuestras puertas abiertas.
Toda la vida nos mentiríamos,
para saber así, cuánto nos amamos.
¡Qué cerca estaríamos, para sentir nuestra ausencia!
Fuera de casa, en los alrededores,
dejaríamos señales, para perdernos.
Para tus corazones compraríamos muchos álbumes,
también para los versos.
Y así conjugar:
Tu… Tú el desierto… yo el oasis
Con mi… “De tu primavera, yo el cantor”,
Con tu…. “Tú el tallo… yo la rosa”.
Con mi… “Tú mi voz, yo tu anhelo”.
Filmaré nuestra boda en blanco y negro.
Al revelar tu imagen, serás icono,
en el equilibrio, de mi cuarto oscuro.
Me iré al aeropuerto, a que me digas miles de adioses,
lleno de besos y sin que lo sepas, tornaré.
Cuando no me esperes, tocaré a la puerta,
serán mis mimos y mis besos, tu sorpresa.
Todos los días, serán hoy, sin acordarnos del ayer.
En casa tendremos, quijotes ojerosos, de sentidos idos,
y videntes cupidos… sonrosados, sin carcaj y sin flechas.
En nuestras noches, nos perderemos, dentro de nuestros ojos,
nos encontraremos en nuestras bocas.
Sin cielo, ni purgatorio, revolotearan nuestras almas;
entre sábanas, en la guerra de los cuerpos.
Tendremos, un buró y encima una botella
con un barco dentro, con velas a lo alto,
por si acaso. Con cajones, llenos de manzanas.
En nuestras noches tendremos, papagayos y loros,
que al otro día, a toda costa, tendremos que acallarlos.
Cada mañana, la tibieza de nuestros cuerpos,
los avivará la aurora.
La fresca alborada, activará nuestros pies,
fuera de la colcha.
Despierta tú, te besaré en la boca,
Cesarás de ser niña, en cada amanecer.
Seré luz de faro, día diáfano. Mar acometiendo tus arenas,
sin hablar, te tendré noticias, de carabelas;
de mundos nuevos, de coral y de arrecifes.
¡Buenas nuevas de almíbar y de sal!
Después de un desayuno de besos,
en ese cuarto tan tuyo y tan mío,
tendremos obligaciones;
lo limpiaremos de la miel y de las migas.
Pasarán lo días, los meses y los años,
pero todas las mañanas, dentro del jardín, al mirarte,
sabré que eres un colibrí … del que me enamoré