¿Quién podría creer
que el poeta pudiera asesinar?
Armado de un puñal de empuñadura nacarada
había atravesado el jardín,
pasó por la cocina,
por la escalera de servicio.
Llegó a la alcoba,
derribó un florero azul,
se quitó los zapatos,
se iluminó.
Empezó a recitar aquellos versos:
con la manos manchadas de soledad,
con una carcajada colgada del cuello.
Como una burla diurna de la vida.
Como una burla nocturna del destino.
Con todo el cuerpo saturado de vacío.
Saturado… de vacío…”
El poeta alcanzó una palabra nueva
—sin sentido—
“oícav, oícav, oícav”, repetía
mientras temblaba con el puñal
enamorado entre las manos.
“oícav” parecía decirlo todo:
Poeta Simbolista Asesino.
¿Y penetró en la alcoba?
Sí, penetró en la alcoba.
¿Y vio a la víctima sobre la roja colcha?
Sí, vio a la víctima encima de la colcha.
¿Y se puso de rodillas murmurando
oícav, oícav?
Sí, se puso de rodillas llorando y murmurando,
oícav.
Cuando llegó hasta el lecho,
la víctima dormía:
era la mujer que había ofendido al poeta
descubriendo su secreto.
Oícav, oícav, gritó el poeta
cuando avanzó el puñal hacía el pecho
palpitante y desnudo de la víctima.
Mas la mujer fingía el sueño.
Tomó el brazo asesino
y le derribó sobre el lecho.
La lucha fue muy breve,
el débil poeta apenas sí resistió.
Vencido, los ojos nublados por el llanto,
escuchó su pobre verdad:
“Mientes para engrandecerte, para embellecerte, para engalanarte, incluso para parecer más fuerte o más débil; más hábil o más torpe; más brillante o más oscuro, todo según tengas el día.
Mientes, no te gusta crear, usas la poesía para poder follar.
Mientes, eres sincero para poder, más tarde, volver a engañar y mentir sin pudor, o para hacer daño libremente, sin ataduras y sin costes.
Mientes para no ayudar, como pose estudiada ante el espejo. Algunas veces incluso dices la verdad para evitar el aburrimiento y mientes para no aburrirte.
Mientes porque la verdad es demasiado fácil, o eres sincero porque la mentira no entraña ningún riesgo”.
Por todo ello me fascinaste,
pero ya no soy tu víctima.
Sonoras bofetadas
resonaron en la habitación.
Fue, el poeta, brutalmente golpeado.
y en el bajo vientre: pronóstico reservado.